Martes, 15 de julio de 2014 | Hoy
MUSICA › OPINIóN
Por Litto Nebbia
Un amigo de Orense me recomendó oír a un acordeonista. “Mandame un disco”, le dije. “Es que no tiene ninguno...”, contestó. Todo terminó en que mi amigo le pasó mi teléfono al acordeonista, diciéndole que me llamara. Un domingo por la mañanita, atiendo y escucho: “Buenos días, señor Nebbia, soy Ildo Patriarca, lo llamo desde Córdoba. Soy acordeonista y quiero que me escuche tocar”. Cuando empiezo a decirle la dirección adonde me puede mandar sus trabajos, me dice “Yo quiero tocarle ahora, si tiene usted un minuto de tiempo”. Pues claro que sí. Toque, nomás.
El hombre comenzó a tocar de una manera excepcional el instrumento. Confieso que jamás me había sucedido escuchar a alguien tocando por teléfono. Cuando ya íbamos por el segundo tema, yo escuchaba un murmullo bastante sugestivo a través del tubo. Le pregunté qué era ese sonido y me contestó “son los pájaros”. La cosa es que estaba tocando en el patio de su casa, pegado al teléfono y a su lado estaba el jaulón de pájaros. “¿Y por qué suena así?”, le pregunto. “Es que son como 200 entre jilgueros y corbatitas”. Y entonces le digo: “Bien, Ildo, hagamos una cosa: venite la semana que viene para Melopea y tratamos de grabar algo. Pero haceme un favor. Grabame con un grabadorcito cualquiera ese murmullo de los pájaros que lo ponemos en el disco”. La semana siguiente ya estábamos grabando el primer álbum de Ildo Patriarca, titulado simplemente El acordeón. Allí está registrado su hermoso tema “Aromas de Montmartre”, donde mientras él toca, los pájaros no paran de hacer comentarios.
Así es como conocí a este extraordinario músico. Un Maestro del instrumento, que por esas cosas injustas que a veces suceden en nuestro bendito país, tenía un solo CD grabado, que fue editado únicamente en Francia. El primer disco que tuve la suerte de producirle es un álbum solista al instrumento. Es que, Ildo era ese tipo de músicos que, tocando, se autoabastecía. Solo con el acordeón, mientras mantenía una rítmica increíble, hacía los bajos, cambiaba los registros cuando llegaba el momento solista y no dejaba instancia armónica sin visitar. Realmente un Músico Completo. Así es que pensé que no hacía falta entrecruzarlo con otros músicos. Decidí que el primer álbum fuera sólo para su lucimiento personal todo el tiempo.
Luego, al llegar el momento del Vol. 2, incluimos algunas participaciones con artistas invitados, siempre buscando gente que lo conociera y admirara. En el segundo disco aparecen la señora Suma Paz, también León Gieco, la trompeta del gran Roberto “Fats” Fernández, el Coro Melopea arreglado por Clarisa Alvarez y yo mismo al piano.
Nunca alcanzará el tiempo para divulgar y hacer conocer realmente la cantidad de músicos excepcionales que habitan nuestro país. Ildo nació el 10 de mayo de 1939 y nos dejó anoche. Hacía rato que vivía bastante apenado. Un poco de tiempo atrás, su compañera había enfermado. Sus presentaciones por el interior habían cesado. Fue un hombre de gran corazón. Recorrió nuestro país de punta a punta. Siempre con sus dos acordeones, interpretando tangos y zambitas, así como también temas propios.
Nos quedan sus discos, su Música. El recuerdo de su calidez, a los que tuvimos la suerte de encontrarlo en este paseo con la Vida.
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