Sáb 19.07.2014
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MUSICA › ROBBEN FORD SE PRESENTARA ESTA NOCHE EN EL TEATRO COLISEO

Del blues al jazz y viceversa

El guitarrista, que fue nominado cinco veces a los Grammy y acompañó a Miles Davis, Bob Dylan, George Harrison y Joni Mitchell, entre otros, centrará su concierto porteño en sus dos últimos discos, A Day in Nashville y Bringing it Back Home.

› Por Cristian Vitale

“Y el comienzo de un periplo, más hamacado que un tren.” La gran Jaime Roos no sólo funciona impecable, lógico, para explicar a la protagonista de uno de sus clásicos (“La hermana de la coneja”) sino que también podría aplicarse a una infinita gama de personajes. Por caso, y salvando distancias, causas y coyunturas, claro, al notable Robben Ford. Puntualmente, a un periplo que comenzó allá por fines de los ’60 en San Francisco y que, en su trayecto, se hamacó muy cerca de Miles Davis, John Mayall, Bob Dylan, George Harrison o Joni Mitchell, entre otros varios héroes del panteón universal de la música. “Joni fue maravillosa, y mi primer año con ella aún significa mi experiencia favorita como músico”, dirá él ante Página/12 cuando le toque hablar de cada quien. Pero antes está su gira por el sur de Sudamérica (la Argentina, Chile, Brasil, Uruguay), cuya parada en Buenos Aires será esta noche en el Teatro Coliseo (Marcelo T. de Alvear 1125). “Voy a llevar la sección rítmica con la que grabé A Day in Nashville”, sostiene él, ahora sí más cerca de la coyuntura. “Se trata de grandes músicos con los que hay un código de comunicación que hace que el resultado le dé un espacio muy grande para la improvisación”, anticipa este guitarrista nacido hace 62 años en Woodlake, California, sobre un show cuyo grueso estará dado por temas de su último disco (el mencionado A Day in Nashville) y el que lo precede, Bringing it Back Home. “Podría decir que Bringing it... es mi disco favorito. La sofisticación con la que toca la banda es asombrosa y me hace sentir muy orgulloso”, evalúa.

A Day..., flamante disco de Ford, prosigue la matriz estética de su disco favorito (mucho blues + algo de rhythm and blues + pinceladas de jazz) y fue grabado en apenas un día. La banda que lo acompañó –y lo acompaña– forma con Ricky Peterson en teclados, Brian Allen en bajo, Wes Little en batería y Audley Freed, ex guitarrista de los Black Crowes. Y de las nueve piezas que lo pueblan, siete son suyas, y dos son versiones: “Poor Kelly Blues”, de Big Maceo y “Cut you Loose”, de James Cotton. “Puedo afirmar que se trata de un disco en el que se conjugan elementos del blues con otros de distintos géneros de un modo muy armónico. Además, el hecho de que haya resultado tan bueno, habiendo sido hecho en apenas un día de estudio, al que entramos con un listado de canciones de las cuales sólo tres habían sido tocadas antes por la banda, también me hace sentir orgulloso de él”, opina.

Distinguido por sectores de la crítica especializada como uno de los mejores guitarristas de jazz y blues del momento, Ford ha sido nominado cinco veces a los premios Grammy, y llega al país no sólo cargado con una sustanciosa discografía que empezó allá por 1972 con el premonitorio Discovering the Blues (y que alcanzó altos rendimientos en The Inside Story, Supernatural o Talk to your Daughter) sino que también lo legitiman ante oídos finos su presencia en los mejores conciertos de la San Francisco de fines de los ’60, donde llegó a los 18 años y, además de fundar la Charles Ford Band –en honor a su padre–, vio en vivo a Hendrix, Clapton, Cream, Zeppelin, Ten Years After, Albert y BB King, entre otros. “Mi momento, claramente, fueron los ’60, porque fue la mejor época para ver recitales y ser guitarrista. Los vi a todos. De algún modo eso determinó mi decisión de que la guitarra fuera mi instrumento definitivo, después de haber comenzado con el saxo. La guitarra me resultó el instrumento más natural para poder expresarme”, evoca Ford, que se transformó en una especie de guitar hero cuando se integró a la banda de Miles Davis, en 1986. “La pasé muy bien con él, una vez que entendí que la aparente puesta a prueba a la que me sometía era para conseguir que yo reaccionara. Su música no me exigía hacer largos solos, pero requería que estuviera muy atento a lo que sucedía sobre el escenario. Todo el tiempo podía pasar algo nuevo”, sostiene, ahora sí, impregnado por su historia.

–¿Qué hay del resto de los músicos que acompañó?

–A ver... más allá de lo que grabamos, Dylan se mantuvo en un agradable silencio. Disfruté enormemente haber estado allí con él y con la banda. No quería que terminara. George Harrison, en tanto, fue un caballero, pero no en lo que se refiere específicamente a liderar una banda. Había un poco de libertad para todos en el tour que hice con él... Fue muy generoso conmigo y me cayó muy bien.

–¿Y de Mike Bloomfield? Hay muchos bluseros “puros” en la Argentina que lo conocen por su ligazón con él.

–Lo sé... La Argentina es un gran lugar para tocar. El público es muy pasional y reacciona de una manera muy entusiasta; es gente maravillosa. Ah, y respecto de Bloomfield, él fue mi primer guitar hero y probablemente la mayor influencia que tuve en mi vida. Hay muchos otros, por supuesto, pero él me hizo amar la guitarra y me marcó un rumbo. Creo que es quien más al límite llevó la guitarra en el blues.

–A menudo se lo considera un guitarrista de jazz y de blues... ¿Es de jazz o de blues?

–(Risas.) Jazz y blues (más risas), porque creo que son lo mismo, en cuanto a la importancia que tienen en mi carrera. El jazz es la influencia armónica, y el blues es el sonido y el alma. En mi caso, el blues fue el primer paso. Luego me fui acercando al jazz y eso fue dándome un panorama más amplio... Fue moldeando mi propio estilo.

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