Miércoles, 8 de octubre de 2014 | Hoy
MUSICA › RECITAL DE DAMON ALBARN EN EL TEATRO GRAN REX
Ante unas tres mil personas, el músico británico privilegió su repertorio solista, con poco de Blur y bastante de Gorillaz.
Por Luis Paz
De vez en cuando, el diente de oro que Damon Albarn lleva por paleta izquierda destella en el Gran Rex infestado. Y cuando lo hace, la prótesis es un agujero negro que arremolina imágenes de sus dos décadas encremado en la crema. Si le falta una pieza dental es por descuido, por bardo, por falopa. Si ocupa el lugar una pieza de metal precioso es por onda, por fortuna, por estrellato. Desde “Girls & Boys” y “Parklife”, publicadas con Blur cuando el tsunami brit pop, en 1994, Albarn permanece apeado a un lugar alto en la consideración de los intérpretes últimos del rock & pop: el público sistemáticamente adolescente-joven-adulto-adolescente-joven... Pero piel adentro, fueron 20 años de subibajas, calesitas y trampolines.
En los ’90 acomodó allí a Blur, la nave moderna del brit pop, una banda que basta con calificar como indispensable. En los 2000 inoculó a Gorillaz en una nueva generación macerada por el rap, los locos dibujos animados y la creciente aparatocracia tecno; y digitó un disco excepcional, Plastic Beach. Este año, previa conclusión del operativo retorno de Blur (con visita a Buenos Aires en el Quilmes Rock 2013, hace casi un año), Albarn publicó Everyday Robots, un disco extraño, rebosante de lugares comunes y a la vez iluminado; todo un fenómeno climático en sí. “Lonely Press Play” lo inicia todo en el Gran Rex: “Cuando estoy solo, apreto ‘play’”, canta y no dice nada del otro mundo. Tampoco en “Everyday Robots”, cuando versa sobre robots cotidianos que en autos adyacentes van camino a ser vendidos. La ciencia ficción viene hablando sobre esto hace años, cierto. Pero a que la poesía rima sobre mujeres hace milenios y Arjona igual tiene trabajo.
El asunto con Albarn es –Blur y Gorillaz y The Good, The Bad and The Queen y música incidental y étnica mediante– que el tipo no puede estarse quieto; una elegante paradoja para el autor de “Beetlebum”, que pasó días enterrándose más y más en una alfombra, al amparo de unas cuantas agujas. El tipo volvió del infierno y trajo consigo toda la música negra que un inglés rubio, de ojos claros y diente de oro puede llevar por cuento a su aldea. No porque el infierno esté en Africa, más vale, sino porque es allí donde se purgó. Everyday Robots es su lectura del dub, con su porción de afrobeat y su naturaleza ¿britbeat?, más coros gospel y violines. Es denso, profundo, hay un abismo a cada vuelta de tambores, al final de cada paseo de bajo. Y en ésa, The PSM y Seye, batero y bajista/violero, son el espíritu negro de The Heavy Seas, la banda que lo acompaña en esta gira.
Muchos momentos de su concierto en el Gran Rex (que replicaba anoche, al cierre de esta edición) corresponden a instancias de trance más o menos físicos (“You and Me”, “Kids with Guns” de Gorillaz), más y más mentales. O a los criterios de su disco solista, más “lógicos”. Esta modernidad es un líquido que para Albarn se sirve frío. Pero eso sí, a respetar las marcas. “Perdonen, pero yo suelo tomar vodka con Coca-Cola y esto tiene gusto a vodka con Pepsi-Cola”, zarandea tras frenar en la segunda estrofa de “End of a Century”, himno de Blur que tiene estructura y recovecos de tal. El sabor errado de la gaseosa lo lleva a volver a empezar al piano (lo ocupó alternativa y correctamente, al igual que la guitarra) uno de los pocos temas de Blur (hizo “Out of Time” y el raro “All Your Life”).
Gorillaz, sin embargo, tiene despliegue en plan marabunta. Desde abajo, desde el sustrato, llegan pronto a los cuerpos como un gran ídem negro “Tomorrow Comes Today”, “Slow Country” y “Kids with Guns”. Y hay sitio para “Three Changes”, de The Good, The Bad and The Queen. Y hay, claro, un cierre con “Heavy Seas of Love”, pero antes “Mr. Tembo”, su último hit, una suerte de acercamiento hippie chic al problema ambiental y social africano con el figurativo de un simpático elefantito, el tal Señor Tembo.
“Mr. Tembo” es lo más sonado de Everyday Robots, como “Clint Eastwood” tal vez lo más reproducido de Gorillaz. Lindas canciones que refractan la luz blanca y devuelven colores al grito de “Inthili, Inthili”, uno, o de “I Ain’t Happy”, otro. Pero lo fundamental de la obra de Damon Albarn en este siglo está en cómo su diente dorado descompone otra luz, la negra. En cómo su sonrisa es ahora el punto de fuga del universo, y ahora Africa es el sol, las butacas del Gran Rex se queman, la gente aplaude de frente a la selva, las fieras se calman y el elefantito puede vagar libre al fin.
Presentación de Everyday Robots
Músicos: Damon Albarn (voces, piano, guitarra), Seye (guitarra, bajo), Jeff Wooton (guitarra, bajo), Michael Smith (teclado), The PSM (batería).
Duración: 90 minutos.
Público: 3000 personas.
Gran Rex, 6 de octubre.
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