Viernes, 21 de noviembre de 2014 | Hoy
MUSICA › CAFE TACVBA CELEBRO DOBLE ANIVERSARIO EN EL GRAN REX
Por Roque Casciero
Los conciertos en que una banda repasa su álbum más exitoso ya son un lugar común en la agenda internacional, que les viene perfecto a los artistas con largas trayectorias ante la crisis de la industria discográfica. El repaso atrae a los nostálgicos e interesa a los nuevos fans, que probablemente no estuvieron en edad de disfrutar aquel momento del grupo, además de que ni siquiera se corre el riesgo de un álbum nuevo (ni componer, grabar y demás). Es jugar sobre seguro. Que es precisamente lo que los Café Tacvba raramente hicieron durante una carrera que ya celebra veinticinco años: sí, hubo algún álbum en vivo y alguna gira aniversario, pero siempre se caracterizaron por buscar nuevos caminos sonoros y diferentes enfoques líricos para sus canciones. Tampoco es que los tacvbos hayan salido a hacer una gira de un año por todos lados tocando Re, su disco clave de 1994, como para exprimir los resabios de un viejo éxito: son algunas fechas clave que les sirven para festejar ambos números redondos. Se trata de shows en los que, después de repasar en orden las veinte canciones de aquel disco –tan trascendente que aún hoy se lo llama “el Album blanco del rock latino”–, Café Tacvba completa la mirada retrospectiva con hits de otros álbumes. Y que resultan una celebración colectiva, fogoneada por canciones que se metieron en el corazón (y los pies) de varias generaciones.
Re fue clave no sólo en la carrera de los tacvbos sino también para todo el rock latino por la decisión del cuarteto de plantarse y cantar “seremos capaces de bailar por nuestra cuenta”. “¿Cuándo me quitaré el miedo a sentirme la vanguardia sin tener que ir a Nueva York para ver allá qué pasa?”, interrogaban retóricamente en “El fin de la infancia”. Lo que Rubén Albarrán (voz), Emmanuel del Real (teclados) y los hermanos Joselo (guitarra) y Quique Rangel (bajo) proponían era adoptar ritmos, sonoridades, instrumentos, temáticas y gestos propios de México, para combinarlos con el rock que motorizaba sus composiciones. El resultado fue demoledor y, en épocas de una MTV poderosa y que abarcaba toda América latina con la misma programación musical, le abrió al grupo puertas primero en Chile y enseguida en la Argentina. Re era el reflejo del México de los ’90, con la superpoblación, el smog, los lugares donde transcurría la vida diaria de los jóvenes, la tradición, el desprecio a los indígenas, el machismo, la mirada hacia el Norte yanqui, la violencia, la Babel sonora de las radios y los géneros, la alienación de la ocupación permanente, los problemas ecológicos... Y algunos dilemas existenciales, claro.
Veinte años después, Re no sólo no envejeció mal: casi podría decirse que no envejeció, directamente. Después de “La ingrata”, el público que abarrotó el Gran Rex el miércoles por la noche arrancó espontáneamente con el cántico “Vivos los llevaron, vivos los queremos”, que en México sintetiza el reclamo por los 43 estudiantes de-saparecidos en Guerrero. Albarrán, con un peinado parecido al que usaba en la época de Re, habló más tarde de “un crimen de Estado, a todas vistas, que no puede quedar impune” y de “transformar el dolor en alegría, para que les llegue”. La celebración, entonces, encontró un nuevo motivo para el taconeo catártico, tanto con las canciones del disco-aniversario como con “Eres”, “Chilanga banda”, “Pájaros”, “Chica banda”, “La locomotora” y “Déjate caer”. El cover de los chilenos Los Tres ofició de cierre –no hubo bises– de un concierto brillante, que atravesó una miríada de emociones diferentes y cuestionamientos profundos bajo la forma de canciones pop. Y con una mirada hacia el pasado que sólo fortaleció el presente de una banda sencillamente única.
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