Sábado, 12 de agosto de 2006 | Hoy
MUSICA › GUSTAVO MOZZI EN VIVO
El argentino, que cerró el Carnaval junto al Gran Canal, actúa hoy en La Trastienda.
Por Diego Fischerman
A los únicos músicos a los que suele reconocérseles rasgos generacionales es a los de rock. Sin embargo, hay un perfil de músicos argentinos que comparten el aprendizaje académico con el interés por las tradiciones populares, que se formaron sentimentalmente con los Beatles y Almendra primero y con Gismonti y Jarrett después, que en algún momento descubrieron a Salgán y Piazzolla y un poco después a Troilo y Pugliese, que, en muchos casos, pasaron por los talleres latinoamericanos de música popular y contemporánea que comandaban los compositores Coriún Aharonian y Graciela Paraskevaidis y que continuaron, aunque por otros medios, las búsquedas estéticas y los cruces entre géneros que el rock postulaba cuando ellos hacían rock, cuando tenían entre quince y veinticinco años, en los setenta. Gustavo Mozzi, guitarrista y compositor, antiguo miembro del recordado grupo Membrillar y alguna vez acompañante del Tata Cedrón, hoy productor junto a Gustavo Santaolalla del Café de los Maestros, responsable del rioplatense cierre del último Carnaval de Venecia y con Matiné, su quinto disco, recién publicado, es, en ese sentido, un músico generacional.
“Hay una coincidencia entre muchos de nosotros y es que participamos, más o menos a la misma edad, de una sistematización de la música popular en cuanto a su enseñanza y a su posibilidad de análisis. De una puesta en valor de nuestras músicas populares”, explica Mozzi, que hoy a las 23.30 presentará Matiné en La Trastienda (Balcarce 460). “Los que participamos de esos talleres de música popular, en Montevideo, en Rosario, que organizaban Aharonian y Paraskevaidis, nos encontrábamos y reencontrábamos, además, después de la dictadura y con una sensación muy fuerte de efervescencia creativa. Es el momento, también, en que surge la Escuela de Música Popular de Avellaneda. No sólo se hacía música popular, sino que se pensaba en ella y se buscaba cómo estudiarla y cómo enseñarla. Obviamente, había allí una ideología estética determinada y, efectivamente, muchos compartíamos esa especie de espíritu de época y, también, un cierto sistema de valores musical donde entraba cierto tipo de folklore, cierto tipo de rock o de jazz y, sobre todo, ciertos creadores que aunaban experimentación y modernidad con conocimiento y respeto de las tradiciones.”
En su nuevo disco, editado por Epsa, toca una multitud de músicos de primer nivel, conformando tantos grupos como canciones y una sonoridad a medida para cada pieza. En vivo, Mozzi lo presentará junto a Néstor Acuña en acordeón, Jorge Bergero en cello, Damián Bolotín en violín, Facundo Guevara en percusión, Alejandro Manzoni en piano, Hugo Pierre en clarinete y Pablo Tozzi en contrabajo, más algunos invitados, como el arpista Amadeo Monges, el percusionista Daniel Buira, director de La Chilinga, una pareja de bailarines de tango y Aureliano Marín, en palabras de Mozzi “un cantante joven que me parece uno de los tipos más originales del momento”, que hará el único tema con letra incluido en el repertorio, “La niña del antifaz”, cuyo texto fue tomado de un poema publicado por Caras y Caretas en la década de 1940. Todo este material, en versión remixada, formó parte del Carnaval veneciano y, también, de las giras que Mozzi realizó por Europa con el grupo holandés Tango Extremo. “Hay un conjunto de sobreentendidos del que uno parte, sea con los músicos con los que toca como con el público. Aquí es una cosa y en Europa otra”, comenta Mozzi. “Cuando se habla de Carnaval, o de murga o de milonga, hay cosas que los músicos de acá ya saben, que no deben ser dichas. Con músicos europeos es diferente. Y con el público sucede algo similar. En principio, ellos tienen una visión más estereotipada con respecto a lo que es Buenos Aires, ligado exclusivamente al tango. Y nosotros no hacemos tango. En todo caso, transita, más bien, alrededor de la milonga. Les suena familiar por lo camarístico y se extrañan, pero también se fascinan con lo rítmico. Y suceden cosas como lo que pasó en Venecia donde, después de la actuación formal empezó una especie de rave con forma de murga y la multitud terminó bailando en pleno a orillas del Gran Canal.”
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