En la tapa de Mucha madera, Guillermo Beresñak se mira al espejo y se inclina hacia un costado como si deseara medir la extensión de ese matorral (mezcla de yuyos rastas y afros) que tiene como cabello cuando cae. “Iba a un colegio bastante conservador y siempre estaba en el límite. Así que, una vez que terminé, me dejé el pelo lo más largo que pude y se me armó esa melena”, explica el cantautor. Al igual que su cabello, lo que creció y se enmarañó en los últimos años, hasta concebir un maravilloso paisaje personal, fue su don para crear canciones capaces de doblegar incluso a los corazones más impenetrables. “Me gusta hacer una canción mientras me sienta en el estado emocional en el cual pueda decir mi verdad poéticamente y musicalmente.”

El nuevo álbum del artista de 34 años lo encuentra en una época de idilio con el pop, sensación que ya experimentó en su segundo trabajo, Sin moverse (2011), aunque en esta oportunidad la reconciliación está empapada de rock. “Si bien Michael Jackson es una de mis mayores influencias, mi manera de componer, de vivir y de llevar adelante la música posee un espíritu bastante rockero que quizá, a partir del resultado final de la estética del disco, termina siendo un poco más pop o cancionero”, dice Beresñak, que presentará Mucha madera hoy en San Telmo, en MOD Club, a las 20. “Me interesa ese tipo de sonido en el que lo orgánico imita a lo electrónico, como el de los Pet Shop Boys o el de la nueva música chilena, de la que destaco a Javiera Mena. A pesar de que estoy en otro palo, el rock argentino de los ochenta también influyó bastante en este repertorio, a través de discos de la envergadura de Piano bar de Charly García, de Giros de Fito Páez o de Pelusón of milk de Luis Alberto Spinetta.”

No obstante, en medio del caudal de pop y de rock que colmó a su más reciente disco, este capitán de la escena musical que se cultiva desde fines de la década pasada en la zona oeste del Gran Buenos Aires se atrevió a colar su vena romántica. “Me siento más cercano a una balada de Fito o de Charly que a una de Ricardo Montaner. Hay un abismo emocional muy grande entre ambas intenciones. Ellos pueden hacerla, pero siempre con una víscera diferente: con una poesía ro-ckera o con algo provocativo”, advierte Guillermo, quien tomó el título de Mucha madera de un pasaje del tema “La balsa” de Los Gatos (“tengo que conseguir mucha madera”). “Soy un lover, de alguna manera. Escucho a Barry White y canto ‘Spending My Time’ de Roxette prendido fuego. Si bien el romanticismo se llevó al terreno de lo cursi, para mí tiene que ver con Chopin, con Liszt o con un modo más florido de decir las cosas de Baudelaire. Lo vivo desde un lugar más antiguo, pese a que en una canción ponga las cosas del amor sobre la mesa.”

Coproducido por Tweety González, Mucha madera aparece seis meses después de En la habitación de Mike, álbum en el que Beresñak asomó su lado más taciturno. “No soy de pensar tanto. Fueron temas que agrupé y que tenía ganas de sacar”, justifica el músico que formó parte de Siempre es hoy, homenaje televisivo a Gustavo Cerati que produjo el Ministerio de Cultura y que transmitió la TV Pública en noviembre. “A diferencia de otros artistas, arranqué haciendo mis discos en casa, lo que aún mantengo.” Y es que Guillermo integra la generación global de exponentes que no sólo mudó el estudio de grabación a su hogar, sino que se dedicó a la producción y promoción de sus trabajos. “Antes delegaba decisiones técnicas, pero aprendí y me metí en otros terrenos. Hablé con Martín Méndez (ex Caballeros de la Quema), quien me contó que no sólo iban a grabar a Los Angeles, sino que los pasaba a buscar una limusina al aeropuerto. Eso demuestra cómo cambió el paradigma en diez años. Internet permitió que haya millones de bandas y solistas.”

Guillermo probó suerte en solitario luego de formar parte de su agrupación seminal Yénifer y su auto mágico, en 2002, y tras darle vida en 2008 a la dupla de música electrónica Le Microkosmos, que aún mantiene en actividad, y con la que editó a fines de noviembre un nuevo material: el EP Todo estará bien. Aunque le llevó tiempo consolidar un grupo de músicos que lo respalde en este proyecto unipersonal, después de que editara su álbum debut, En busca del beso mágico (2009). “En este disco cobró un espíritu más de banda, y ellos también tienen sus proyectos personales, con los que colaboro”, afirma el tecladista y vocalista. “Nuestra generación la componen un montón de músicos que hace cosas buenas y que apoya a sus amigos para que puedan llevar adelante sus canciones. Todos hacemos de todo porque ya no existe la súper estrella de rock. Somos trabajadores de la música. No creo en los genios ni en el talento, pero estoy convencido de que cualquier persona que se ponga a laburar puede hacer una buena canción que valga la pena escuchar.”

Mientras disfruta de la chapa de referente en la actual camada de cantautores locales, Beresñak es, al mismo tiempo, uno de los noveles productores musicales de mayor demanda en esta época. Al punto de que, gracias a su labor en ese rol con El Chávez y Miss Bolivia, fue convocado por la familia Maradona para que produjera al Diego. “Fue una experiencia hermosa porque, como fan del fútbol y de Boca, Diego fue importante desde mi niñez”, describe Guillermo. “Me llamaron para que compusiera una canción para Apolo, que es la banda del novio de Gianinna. Ellos hacían covers y querían un tema iné-dito que hablara del Mundial, pues contaron con la posibilidad de invitarlo. Les pasé ‘Gritándole al viento’, les gustó y nos fuimos a Dubai. Lo grabamos en su casa. Fue emocionante verlo en esa situación. Nos divertimos mucho. Cantamos ‘Naranjo en flor’ en un piano de cola que tiene y me pidió que le programara un karaoke con Leo Dan porque le gusta escucharlo en las mañanas. Entiendo lo bizarro que puede parecer, pero son esas cosas que son más fuertes que yo.”