Han pasado cosas en la larga historia de Falta y Resto, claro. Muchísimas. Diversas temáticas, vestuarios y nombres; distintos picos, triunfos, crisis y censuras, pero jamás –y esto puede hacerse extensivo a la murga en general– que forme a dos banderas. Que la integren, luego de años de lógico predominio celeste, mitad de murgueros argentinos y mitad uruguayos. “Lo ideal sería que no se la pierdan”, se ríe, vendedor, el hombre que la fundó allá por 1983, y que la mantiene hasta hoy a fuerza de cambios, precisamente: Raúl “Tintabrava” Castro. “Lo digo no por petulancia sino porque es un paso fundamental para la consolidación de esa gran tarea de internacionalizar este género de comedia musical política, que nos desborda de amor”, desarrolla el murguero mayor, ante la inminente presentación de la novedad: los sábados 31 de enero y 7 de febrero a las 23 en La Trastienda (Balcarce 460). “Y también lo digo porque algún día habrá Faltas y Restos en muchos más lugares del mundo, para que nuestra forma creativa de expresarnos nos trascienda y fructifique su semilla de canto, alegría y solidaridad.”

El nombre que le cabe a tal idea es naturalmente el de gran murga rioplatense, y lo que se espera es que los murgueros –siete por país– honren el ABC del género: risas y lágrimas; creatividad e ironías; osadía y catarsis. “La idea es interpretar una antología de los mejores momentos de humor y emoción en nuestra historia, pero sobre todo mostrar este momento que, de alguna manera, cristaliza el sueño de unión de estos pueblos del Sur, del que la Falta es puente e instrumento”, puntualiza Castro, que extiende el concepto a un marco macro. “Sin dudas, el Uruguay es un país mejor que el de hace veinte años porque, si bien no se ha logrado aún la plenitud de desarrollo y justicia social que pretendemos, nos hemos acercado a un país más solidario. ¿Y Argentina? Qué decir... también es nuestro hogar: su gente, sus paisajes, su cultura, en fin, algo que esta murga rioplatense reflejará en próximos repertorios, por supuesto. Es más: no demora el ‘Cuplé K’, por ejemplo, porque la mitad es argentina, y los muchachos quieren y deben incluir sus razones y pareceres para sentirla como propia. De borrar las fronteras culturales se trata”, manifiesta Tintabrava, director y guionista de la murga.

–¿Cuál es la opinión que tiene acerca de Agarrate Catalina y de las murgas “emergentes”, digamos?

–No quiero hablar de nombres, puntualizar; pero creo que todas las murgas nuevas son como brotes de un mismo tronco común. El logro de cada una de ellas lo sentimos como un triunfo de la Falta, que comenzó esta odisea allá por 1983, cuando los prejuicios contra la murga parecían inexpugnables.