MUSICA › EL CHILENO NANO STERN ACTUARA HOY EN EL ENCUENTRO FEDERAL DE LA PALABRA
El cantante, compositor y multiinstrumentista presenta su Antología en Tecnópolis, con entrada libre y gratuita. “Lo que falta hoy es encontrar nexos entre de dónde venimos y dónde estamos”, dice el músico que reconoce la influencia de Violeta Parra y Los Jaivas.
› Por Cristian Vitale
“Soy un enemigo de las etiquetas”, lanza Nano Stern, y se alista cómodo en el ejército de reserva que se planta ante los dogmas musicales. No podría ser de otra manera. No podría explicarse de otra forma un músico que nació en Chile, pero se tomó las músicas del mundo de un sorbo. Se tomó el folk, el rock, el canto popular y la trova. Se fumó las raíces, también. Y se colocó en un todo que conjuga un despertar al mundo con Los Jaivas, un devenir que se puede llamar Inti IIlimani, Quilapayún, o Violeta Parra, tanto como Pedro Aznar, Bob Dylan o Chico Buarque, y un presente dotado de ocho discos bien diversos entre sí. “Si bien mi música tiene una pierna puesta en la raíz, tiende a muchos lugares diferentes y eso no es una intención consciente, sino más bien el resultado orgánico de estar atento a las muchas músicas a las cuales estoy expuesto constantemente”, fundamenta este cantante, compositor y multiinstrumentista, que presentará su flamante Antología hoy, a las 19, en Tecnópolis, en el marco del Encuentro de la palabra. “Una vez, algún crítico dijo que yo llenaba botellas viejas con vino fresco. Me gustó esa descripción, aunque creo que a veces también creo botellas nuevas para llenarlas con vino de guarda.”
–¿Cuánto tiene que ver Antología con la intención, entonces?,
–Bueno, como marca el nombre se trata de una selección bastante representativa del trabajo discográfico que he realizado desde mi primer disco. Son siete álbumes, y no fue tarea fácil elegir entre tanto material. De hecho, fue un ejercicio bastante espontáneo en el momento. Intenté mostrar un abanico amplio, que va desde lo más acústico hasta lo cargado de electricidad, de lo más simple a lo complejo, del solísimo leninismo al trabajo grupal. Por un lado, consideré las canciones que han sido más populares entre la gente, pero también otras que me muestran en dimensiones quizá más difíciles de digerir, y que a la vez tienen mayor profundidad.
–¿Podría profundizar en esa profundidad?
–(Risas) A ver, la música sucede en la cuarta dimensión, en el tiempo, y en ella no existe más que presente. Es una lucha constante por acarrear el pasado hacia ese supuesto futuro que nunca llega, que nos deja con la insoslayable y bella misión de estar siempre presentes. En ese sentido, creo que hacer música es una de las técnicas más potentes de la meditación.
Antología consta de diecisiete temas de una cosecha solista que abarca nueve años y siete discos a la fecha. Y que contempla –indirectamente, claro– un pasado no pisado, que vincula a este prolífico cantautor con dos grupos que lo fueron puliendo desde el vamos: Matorral y Mecánica Popular. De ellos también habla: “Matorral fue la primera banda profesional de la cual formé parte. Fue una etapa de mucho aprendizaje, de total entusiasmo, y de confrontación con la realidad del rock en Chile. Hacíamos una fusión de rock y folklore que desde hace mucho no se replantea en Chile. En muchos sentidos fue una propuesta muy adelantada para su época, y para mí fue algo sin más pretensión que hacer la música que nos gustaba”, evoca Stern, que tampoco ha olvidado su paso por la poética Mecánica Popular. “Con esta banda pude conocer desde adentro una manera de hacer las cosas, una pasión y un compromiso con la música, con la palabra, con el rock, con la poesía y con la mezcla de todas las anteriores. No hubiera imaginado por ese entonces lo que sería de Manuel y de mí tantos años después”, cuenta Stern, cuya principal influencia tiene nombre y apellido de diosa: Violeta Parra. “Creo que hasta el día de hoy no ha vuelto a emerger en mi país semejante fuerza creativa”, se emociona.
–La madre que los parió a todos...
–Todos los referentes que uno pueda tener en Chile posteriores a ella, han sido profundamente influenciados por su obra, aunque sea por negación.
–No es el caso –el de la negación, claro– de los Inti Illimani, agrupación de la que estuvo muy cerca, y que también tiene a Violeta como musa inevitable.
–Con los Inti hemos generado una hermosa amistad que ha surgido a la mano de incontables colaboraciones musicales. Para mí, ellos son un referente absoluto y crecí escuchándolos. Mis primeros acercamientos fueron muy desde la posición del fan, con algo de distancia y miedo, ese miedo lindo que da tocar con monstruos como ellos. Pero de a poco nos fuimos convirtiendo en grandes amigos, y hoy creo que cuando nos encontramos se da una conversación muy enriquecedora entre generaciones, entre maneras de hacer música, y siempre unidos por el amor por la raíz, el respeto a nuestra cultura, y la pasión por nuestro oficio.
La otra punta histórica de Stern anuda con otro impresionante grupo musical que ha dado no sólo Chile, sino también Sudamérica durante la segunda mitad del siglo pasado: Los Jaivas. “A través de ellos accedí por primera vez al folklore de mi país, y el primer show de ellos que vi fue un punto de quiebre en mi vida. Recuerdo la sensación de haber sido aplastado por una avalancha de energía. Cumplía trece años y ellos presentaron de forma íntegra su obra maestra Alturas de Machu Picchu. El Gato Alquinta era el mejor frontman que jamás he visto en Chile, y más que músico, realmente tenía impronta de chamán”, (se) conmueve el cantautor, que suele convidar y ser convidado en toques por sus dioses de adolescencia. “Se ha dado una hermandad muy especial con ellos.”
–Otro ejemplo de raíz y urbe, Los Jaivas. ¿De dónde cree usted que le viene “la música de la tierra” y de dónde los sonidos urbanos?
–La música es una. Así como los individuos migran y se adaptan, también lo hace su música. Hoy vivimos por primera vez una humanidad que vive mayoritariamente en la ciudad, desconectada de su origen, sin saber de dónde proviene su alimento ni sus aguas, pero a la vez con acceso a una cantidad sin precedente de información. Creo que lo que falta hoy es encontrar los nexos entre de dónde venimos y dónde estamos.
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