Viernes, 12 de junio de 2015 | Hoy
MUSICA › LA VELA PUERCA EMPIEZA HOY UN CICLO DE TRES RECITALES EN EL LUNA PARK
La banda uruguaya presentará su nuevo disco, Erase..., en el que se propusieron transitar una misma historia en doce canciones. “Las canciones se nutren de las experiencias que vive cada uno”, señala Sebastián Teysera, mejor conocido por sus fans como el Enano.
Sebastián Teysera y Sebastián Cebreiro, más conocidos como el Enano y el Cebolla, los hombres que componen y les ponen la voz a las canciones de La Vela Puerca, no se ven a sí mismos como dos cantantes. “Quizá cantores, porque lo que nosotros hacemos es contar historias. Y ser convincentes en eso no tiene que ver con cantar bien”, se definen. Es una tarde fría y en la recepción del Hotel Lancaster, donde duermen desde hace años cada vez que vienen a la Argentina, la cerveza corre por su cuenta. La manera en que se desenvuelven durante la charla recuerda al juego en el que se entrelazan arriba del escenario. El Enano habla con tranquilidad, sus palabras son lentas y suaves. La serenidad que transmite poco a poco va envolviendo el encuentro. Suele mantenerse en silencio y luego va allanando con prudencia el camino para mostrar sus ideas y sentimientos. Cebolla habla con todo el cuerpo, se le encienden los ojos, cierra el puño, recuerda con vehemencia, suelta carcajadas. Es la parte eléctrica de la mezcla. Esta noche inician un ciclo de tres recitales en el Luna Park para presentar su nuevo disco, Erase..., en el que se propusieron transitar una misma historia en doce canciones. Los tres momentos en los que han dividido el disco: Chamán, Araucaria y El Agua van alterando la intensidad de un relato que La Vela Puerca contará hoy por primera vez en la Argentina.
–Erase... está dividido en tres partes por la necesidad de llevar adelante una historia. ¿Cómo hicieron para sostener esa búsqueda a la hora de armar el show?
Cebolla: –Respetamos los bloques, lo conceptual que tiene, y buscamos las canciones que eran compatibles para acompañar a las nuevas. El show ya lo probamos en Uruguay y funcionó. Lo craneamos tanto que queremos respetarlo.
Enano: –Se discutió en algún momento hacer el disco de principio a fin. Y después nuestras otras canciones. Hay algunos que no quieren, por eso de que uno se pone en la cabeza que hay que tocar lo que ensayamos. Pero son tres shows. No descartamos que en alguno de los Luna Park nos termine saliendo así. La idea nos seduce. Además es un disco corto. Se lo puede bancar.
–Teniendo la posibilidad de hacer un estadio abierto, ¿por qué eligieron tocar nuevamente en el Luna Park?
C.: –No nos llevamos muy bien con los shows masivos. Si bien hemos hecho un estadio de Ferro acá en Buenos Aires o el Velódromo en Uruguay, nos llevamos mejor con ese momento en el que, a pesar de haber ocho mil personas, no deja de ser íntimo. Como banda nos relacionamos mejor, entre nosotros, en lugares más chicos que en mega lugares. Ahora vamos a hacer el mismo show que presentamos en el Velódromo, que era un lugar abierto para catorce mil personas. Ahí tocás “Canción para uno” y no sé si lográs la intimidad necesaria, por lo menos esa es la sensación que nos quedó a nosotros. En el Luna Park podés tener a la gente cerca de tu puño y cantarle susurrado. Y lográs el objetivo, que es manejar en vivo la dinámica del disco: un tema rockero y uno íntimo también.
–Erase... es un disco en el que siguen explorando esa faceta más introspectiva que apareció en A Contraluz. Aquel clima festivo de sus primeros dos discos, reflejado más que nada en el reggae y el ska, ya no volvió a aparecer. ¿Fue un cambio que buscaron o que de alguna manera los encontró?
E.: –A contraluz fue el disco bisagra. Tiene algo de Bichos y Flores, pero ya te empieza a mostrar hacia dónde nos estaba llamando la atención ir. Se ve en temas como “En el limbo” o “Claroscuro”. Lógicamente cuando uno es más chico y está empezando a componer, a hacer canciones, trata de sacarle el culo a la jeringa y crear personajes y no cantar desde el yo. Para cantar desde la primera persona necesitás cierta madurez y cierta valentía también, que llega con el tiempo. Fue sucediendo. Poder desnudarte vos un poco y mirar para adentro, ponerte en juicio a vos mismo. Eso requiere valentía. La tercera persona es perfecta para involucrar a la gente, porque podemos ser todos, y eso genera un espíritu de camaradería, de tribu, que tiene otra fuerza. Es una buena manera de empezar.
–Mencionaron el hecho de que la masividad les resulta incómoda, pero ustedes hace tiempo son una banda masiva, ¿cómo han atravesado ese camino?
C.: –Yo veo que la banda rinde en un lugar de quinientas personas. Ahí es donde uno tiene a la gente cerca, con las tripas en la mano y eso te hace sentir vivo. Y es mucho más difícil. Es mucho más fácil tocar en el Cosquín para sesenta mil personas que tocar para quinientas en San Miguel. Yo te estoy contando una historia y para eso te tengo que mirar a los ojos. En Ferro, River, la cosa es más de “Hola chicos, acá estamos...” No me siento identificado con esos lugares. Yo prefiero hacer tres Luna Park que un estadio.
–En el under siempre se corre algún riesgo y al entrar en los circuitos masivos todo parece aquietarse.
E.: –La cosa más masiva es como tener el partido ganado. La fiesta asegurada. Es algo más fácil. Sentimos la diferencia cuando viajamos a Alemania y tocamos para cien personas. Sigue habiendo mucha gente que no nos escuchó nunca en la vida y vos salís a defender un lugar chiquitito en el que además hablan otro idioma. Y salís a pelearla. El under es salir a comerte la cancha.
C.: –Yo me concentro mucho más en un lugar que sé que tengo que pelar. Ahí no existe el chamuyo de cerrar los ojos y hacerte el que estás extasiado. Hay que estar conversando con la gente, que te pide un agua, te pide la canción y te sigue pidiendo. Son lugares más sangrientos. Y la banda termina rindiendo ahí.
–De alguna manera, parece que al entrar en el éxito se van perdiendo las vivencias de las que necesariamente se nutren las canciones.
E.: –Es muy difícil después poder patear el tablero sin pensar que retrocedes diez casilleros y sentir cierta frustración por eso. Está buenísimo ser los Rolling Stones, pero qué aburrido también. Por algo ellos terminan inventando conciertos sorpresa para tocar. Yo creo que las canciones se nutren de las experiencias que vive cada uno, y también de la cantidad de música que escuches, de la cantidad de libros que leas. Lo más importante es lograr que la banda entienda lo que querés transmitir y sea partícipe de eso, que cada uno ponga su granito de arena. Por eso es fundamental entregar una canción a lo fogón. Desnuda. Para que cada uno le vaya poniendo su parte desde el lugar en el que está. Nunca vendría con una canción a decir lo que tiene que hacer el bajo o la batería. Aparte, si llego a hacer eso me cuelgan.
C.: –Nosotros tuvimos mucho miedo de empezar a repetir una fórmula. Después de “El Viejo” nunca íbamos a hacer otro tema así, que ya sabíamos que funcionaba. Ese es el principio del fin. Cuando vos querés darte autobombo: “yo puedo ser hitero”. Y preferimos retroceder. Después de Ferro volvimos a Obras. Para volver a pensar en algo diferente. Porque después de ahí, ¿a dónde vas?, ¿a dónde pretendés llegar?
* La Vela Puerca presentará su nuevo disco Erase... hoy, mañana y el viernes 10 de julio en el Luna Park (Av. Madero 420).
Entrevista: Diego Fernández Romeral.
© 2000-2022 www.pagina12.com.ar | República Argentina | Política de privacidad | Todos los Derechos Reservados
Sitio desarrollado con software libre GNU/Linux.