“Chano Domínguez y Niño Josele estaban condenados a encontrarse”, se ha dicho sobre estos artistas que, sí, se encontraron y volvieron fructífero ese encuentro, en un disco y en un concierto conjunto que ahora llega a Buenos Aires. Fue Fernando Trueba el que tuvo la visión de esta condena, advirtiendo que, desde el piano y la guitarra, la fuerza del flamenco –que es una música, y también una cultura, y también un modo de vida– podía multiplicarse al reunir a estos intérpretes. Hoy a las 21.30 ambos músicos se presentarán en el Teatro SHA (Sarmiento 2255), celebrando lo que tienen de común y de particular en ese encuentro, y también, cuentan en la nota con Página/12, trayendo a través de su música, en algún momento, el recuerdo de “el Maestro”: Paco de Lucía.

“Bueno, yo no sé si suena tan bonito dicho así, que estamos condenados...”, se ríe Chano Domínguez sobre la presentación. “Pero vale, somos dos músicos que hemos tenido un bagaje musical parecido, ambos somos andaluces, los dos nos hemos criado bajo la influencia de la cultura del flamenco. Y si bien yo cogí un camino de improvisación, un camino hacia el jazz, Josele también se ha ido acercando hacia la improvisación y el jazz. A partir de allí, compartimos muchas cosas que nos gustan, y creo que eso es lo que ha hecho que el encuentro entre nosotros haya resultado fructífero. Y sobre todo fácil, alegre. Nos hemos entendido de una manera directa, con mucha naturalidad”, define el pianista el modo en que se ha dado el trabajo.

Enseguida aparece, en el relato, la figura de Fernando Trueba como promotor de este encuentro de raíz andaluza, pero más bien centrado en el modo en que esta raíz puede sonar en su acercamiento a otras músicas. Una operación en la que el productor y cineasta ya había acertado, por ejemplo, en aquel éxito de alcance planetario –aunque con otras características– que fue el Lágrimas negras, de Bebo Valdés y Diego el Cigala. Así, en el repertorio de Chano & Josele suenan “Because” de Lennon y McCartney, Michel Legrand con su “Je t’attendral” (aquel tema central del filme Los paraguas de Cherburgo, de Jacques Demy), junto a Henry Mancini, Antonio Carlos Jobim, Vinicius de Moraes y Chico Buarque.

“Fernando tuvo una primera idea del repertorio y nos pasó muchos temas para que nosotros escogiésemos tranquilos, cada uno en su casa”, cuenta Niño Josele. “Y qué casualidad que el 99 por ciento de lo que eligió cada unocoincidió con lo del otro. Ese ya fue todo un punto de partida, antes incluso de empezar a tocar. Luego tuvimos un primer encuentro en el estudio que tiene en su casa Chano, en Barcelona, para empezar a darle forma al disco. Allí supimos que esto era de verdad un buen encuentro, que estábamos por el buen camino”, recuerda el guitarrista.

Entre lo que tienen en común estos músicos, más allá de Andalucía, aparece por ejemplo Bill Evans, admirado por ambos (lógicamente, desde el piano por Domínguez, pero homenajeado también por Josele en un disco que le dedicó íntegramente). Pero quien enseguida aparece, como figura aglutinadora y condensadora de sentido, Paco de Lucía y su recuerdo. “Seguro que si hay algún bis nos acordaremos de la memoria del Maestro. Y es seguro también que él ha sido responsable directo de que Josele, yo y tantos otros seamos hoy músicos y que abracemos el flamenco”, advierte Domínguez. Niño Josele retoma el recuerdo más directo: “Yo, que me he pasado casi los últimos diez años al lado del Maestro, puedo decir que entonces lo he pasado todo. Por eso cuando me preguntan si me pongo nervioso al venir a una ciudad como Buenos Aires, con tantos buenos guitarristas, yo digo que ya no le puedo tener miedo a nada, después de haber estado junto al Maestro”.

–Hablaron de lo que tienen en común. ¿Y qué encontraron de diferente entre ambos?

Chano Domínguez: –Nuestras formaciones son diferentes: El es un guitarrista flamenco que claramente viene de una familia del flamenco, su padre es un gran guitarrista que enseñó a tocar a gente como Tomatito, que es familiar suyo también. En mi caso, soy un poco un bichillo raro en mi familia, donde no hay antecedentes musicales. Desde muy pequeñito mostré interés por la música, mi madre dice que ya con dos años cogía los cacharros de la cocina y hacía bulla. Y con ocho años, mi primer instrumento fue la guitarra flamenca. Pero siempre por mi propia iniciativa, sin el tremendo antecedente al que ha hecho honor Josele.