Martes, 16 de junio de 2015 | Hoy
MUSICA › QUARTETT, óPERA DE LUCA FRANCESCONI, SE ESTRENA HOY EN EL TEATRO COLóN
Así define el grupo La Fura dels Baus su puesta de la obra,basada en un texto de Heiner Müller, inspirado en Las relaciones peligrosas, la novela de Choderlos de Laclos.
Por Diego Fischerman
“A pesar de su complicada trama no es más que un juego”, dice Alex Ollé, uno de los directores del grupo teatral La Fura dels Baus, acerca de Quartett, la ópera de Luca Francesconi que se estrena hoy a las 20 en el Teatro Colón. “Un juego entretenido y peligroso; un torneo de vanidades, de egoísmo, de soledad y de miseria anímica”, aclara. La obra, basada en un texto de Heiner Müller que, a su vez, está inspirado en Las relaciones peligrosas, la novela epistolar de Pierre Choderlos de Laclos, se presenta en una producción de la Scala de Milán –donde se estrenó en 2011– y el Ircam parisino –el centro de investigación y creación musical creado por Pierre Boulez–. “Valmont y Merteuil son dos personajes arquetípicos. Representan a la alta sociedad, o la nueva clase media alta de cualquier ciudad más o menos cosmopolita. Una clase social que encontramos, en abundancia, en Occidente, bien aislados de la realidad que hace posible su sustento; aislados del esfuerzo de todo un planeta para el mantenimiento de sus caprichos continuos”, completa Ollé.
Para el director de escena, el hecho de poder trabajar desde el principio junto al compositor fue un privilegio. “Uno ha trabajado tanto con la obra de autores muertos que poder hacerlo con alguien con quien uno puede interactuar es una maravilla. Y es que muchas veces la concepción escénica también puede modificar la obra.” Francesconi, uno de los compositores actuales más importantes y, sobre todo, uno de los más originales, concuerda con Ollé en su mirada sobre el texto. “Nuestra cultura está escindida. Los cuerpos son objetos, con su concepción de design facturada en los gimnasios e impuesta por los medios de comunicación. Aquí se trata de mentes separadas de sus cuerpos. Se habla de ‘la prisión del cuerpo’. Y, son, además, personajes que no quieren enterarse de lo que sucede en el mundo. Que viven también aislados y manipulando a los demás.” Además de esta noche, Quartett subirá a escena en otras tres funciones, el próximo viernes 19, el domingo 21 (única que será a las 17 y no a las 20) y el martes 23. Cuenta con dirección musical de Brad Lubman, escenografía de Alfons Flores, iluminación de Marco Filibeck, vestuario de Lluc Castells y proyecciones de Franc Aleu y el elenco estará conformado por Allison Cook y Robin Adams.
Discípulo de Luciano Berio, Luca Francesconi opina que “en la posguerra había una fuerte necesidad de empezar todo de cero, de rechazar cualquier forma musical que pudiera tener alguna clase de direccionalidad. A mí me interesa la direccionalidad y me interesa la expresividad, en un sentido similar al de Claudio Monteverdi. Berio era alguien preocupado por el hecho musical, no sólo por las fórmulas. Y él se metió, además, con lo popular no como un animal embalsamado, sino como algo vivo, que imponía sus propias reglas. Yo no sólo estudié con él sino que lo considero mi maestro, en un sentido amplio”. La puesta en escena explicita la idea del aislamiento de los dos personajes con un formidable dispositivo escénico: una caja –la habitación en la que transcurre la escena– sujeta por infinidad de cables delgadísimos y aparentemente suspendida en el aire. “La única fórmula de la que disponen esos personajes para sentirse vivos, renovados, desconocidos, fuera de las paredes mentales en las que se encierran, pasa por la bestialidad, la brutalidad, la crueldad y la sublimación de unos ideales utilitarios y dictatoriales: sus propias fantasías”, dice Ollé.
“La puesta en escena contempla tres escenarios o niveles de acción. En primer término, el espacio que llamamos Inside: la vida dentro de la celda. Esta celda domina, suspendida en el espacio, el centro del escenario. Es un cubo sin paredes ni delante, ni detrás. En él vive una pareja de clase alta, Merteuil y Valmont. El cubo los aísla del mundo que hay fuera, de las vidas de los demás y como consecuencia, de la propia. La prisión emocional. En segundo término, el espacio que llamamos Outside: fuera de la celda. Se trata de un espacio mental. Un espacio en el que se proyectan los deseos, los sueños y las tribulaciones mentales de la pareja. En este espacio quedan grabadas, sobre todo, las opciones descartadas. Los caminos que no toman. Las alternativas ignoradas que prosiguen adelante hacia otras realidades. Alrededor del cubo, usando las palabras del poeta Derek Mahon, ‘...las vidas que podríamos haber vivido, han encontrado su camino y están en paz...’ Estos dos espacios, el espacio puramente físico y el espacio puramente mental, están a su vez sujetos a un espacio/movimiento mayor que los relativiza, que los reduce a cero. A este cambio escénico lo llamamos Out: la fuerza de la naturaleza. El movimiento. Se trata de un movimiento tanto a nivel musical como audiovisual que acapara todo el escenario y atraviesa tanto el Inside como el Outside. Musicalmente y plásticamente, el Out es un nivel de reflexión superior, donde se nos recuerda que nuestras realidades, las imaginadas, las ficticias, las sufridas o vividas, no son más que polvo insignificante en un universo infinitamente grande e infinitamente pequeño.”
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