A Raúl Porchetto le daban la edad, la vibra y el piné como para haber estado en La Perla del Once, cuando La Perla del Once era un antro de creación, allá por el segundo lustro de los sesenta. Podría decirlo, incluso, aunque no fuera cierto. Pero su habitual sinceridad brutal se lo impide. “No la conocí, no estuve nunca, no”, asegura el cantautor, que no apela a un recuerdo mentiroso para “vender” su show de esta noche allí mismo, en el remozado bar de Pueyrredón y Rivadavia. “Sólo conocí a Tanguito”, contextualiza. “Lo vi una sola vez después de mi segundo recital que fue en el IFT, cuando toqué como telonero de Vox Dei. Salí y alguien que venía conmigo me dijo ‘mirá, ése es Tanguito’... estaba tocando en el zaguán de una casa y me quedé escuchándolo. Yo estaba deslumbrado”, dice el músico en la previa de un concierto que, a más de cuarenta años de aquel segundo show, diseñó con un concepto electroacústico. “Voy a tocar temas que no hago hace mucho tiempo como ‘Llamando a los duendes’, ‘Como un ángel’, ‘Canción de un loco’ o ‘Así está mi corazón’, e incluso temas más nuevos que nunca hice en vivo como ‘Ella es tan hermosa’. La verdad es que es un gran desafío para mí... estoy muy entusiasmado”.

–¿Alguna de esas canciones compuestas hace mucho tiempo se relacionan con el contexto presente? ¿Se resignifican en este estado de cosas?

–“Canción de un loco”, creo, porque habla de un tipo que pretende mantener sus ideales. Que cree en el poder del amor y no en el amor al poder, y en la significación que puede tener la paz sobre una construcción que se pretende hacer de la violencia, desde diferentes lugares. “Che pibe, vení votá”, también porque estamos en período de elecciones y lo que se ve es que el marketing les va ganando a las propuestas, y a la parte ideológica. Está muy presente el hecho de no hablar de lo que se va a hacer, con mucho juego de los medios en el medio.

–Ahora que hay un papa “del palo”, ¿va a hacer algún tema de Cristo Rock?

–No, porque ya se hizo algo con Lito Vitale en la Basílica de Luján, por la reinauguración de los arreglos. Toqué la “Obertura” por primera vez en la historia y “Canción primera”, que sí la había tocado. Y fue un disfrute porque la verdad es que había sido complicado ese disco... después de que salió me dejaron dos años sin grabar porque no cambiaba la temática. Y tuve que bancármela hasta que se me venciera el contrato. Bueno, que nada menos que Lito me propusiera hacer la “Obertura” de Cristo Rock en la Basílica de Luján era algo que no imaginaba ni en el sueño más osado.

–Hablando de aquel disco, usted siempre tuvo una inclinación, una cosmovisión estética si se quiere, muy ligada a lo religioso o a lo espiritual. ¿Qué mirada tiene sobre Francisco?

–Si hubiera estado el papa Francisco cuando hice Cristo Rock, no lo hubiera hecho (risas). La verdad es que me eduqué en colegio católico y en ese momento veía una tremenda contradicción entre lo que se decía y lo que se hacía, y eso era como la propaganda de la tarjeta de crédito... “pertenecer tiene sus privilegios”, algo que estaba lejos del mensaje evangélico. Había una canción en Cristo Rock sobre el Papa de esa época (1972) que decía algo así como “cómo guarda su silencio alrededor del mundo”. Con Francisco, en cambio, veo un concepto totalmente diferente a ése. Es más, nunca me imaginé que iban a criticar a un papa así, acá en la Argentina.

–El neoliberalismo es así... no ve otra cosa que números, negocios y cosas.

–Sí... era en un programa periodístico de ésos que dan a la noche. Hay gente que no puede entender que Francisco está siendo coherente con lo que dice el Evangelio, que pocos han leído, parece. Creo que mucha gente que ha estado en la dictadura, si no hubiera tenido el aval de la estructura religiosa atrás, a lo mejor no se hubiera animado. Había alguien que les decía que estaba bien moralmente lo que estaban haciendo, y hacían. Ahora no hay ese aval, hay un acercamiento mayor a lo que pudo haber dicho Jesucristo. Y eso me atrae, me alegra. Me llama mucho la atención lo que él dice sobre el medio ambiente, sobre los poderes monopólicos, o la mirada que tiene sobre los más necesitados y sobre la paz como valor práctico, no como algo volátil.