Su último disco, como muchos de los grandes álbumes de la historia del jazz, reza en su título Live Village Vanguard. Fue grabado, obviamente, en el legendario club neoyorquino por donde han pasado desde Bill Evans a Keith Jarrett, entre muchos otros. Allí, el pianista y compositor Guillermo Klein actuó junto a Liliana Herrero, a quien ya había invitado para la presentación de su trabajo alrededor de la obra del Cuchi Leguizamón (Domador de huellas). Y mañana domingo a las 21, en La Ballena Azul y dentro del notable ciclo Piano Piano que se viene llevando a cabo en el Centro Cultural Kirchner, volverán a estar juntos para presentar en vivo en Buenos Aires aquello que se registró en vivo en Nueva York.

Con un grupo integrado por Richard Nant en trompeta y percusión, Patricio Carpossi en guitarra, Matías Méndez en bajo, Sergio Verdinelli en batería, el propio Klein en piano y voz y Juan Cruz de Urquiza como trompetista invitado, el repertorio abarcará, además de piezas propias, versiones (o más bien relecturas) de temas de Spinetta, Fernando Cabrera, el Cuchi Leguizamón o Gardel. Argentino, formado en la escuela Berklee de Boston y actualmente radicado en Nueva York, Klein es una de las figuras más respetadas entre los músicos de esa ciudad. Con él han tocado muchos de los instrumentistas jóvenes más prestigiosos, entre ellos el saxofonista alto portorriqueño Miguel Zenón, que participó de su grupo Los Guachos y viajó incluso a Buenos Aires para presentar con Klein su disco sobre Leguizamón. Grabar en el Village Vanguard, en todo caso, cierra un posible círculo. “Cuando vivía en Boston, el pianista Tommy Flanagan vino a un concierto y me dijo ‘tenés que mudarte a Nueva York’”, cuenta Klein a Página/12 . “Años después, en el primer concierto de Los Guachos en el Village Vanguard, cuando me siento al piano veo a mi lado un cuadro con su foto. El Vanguard es para mí una especie de paraíso, poder compartirlo con los músicos que quiero y admiro es muy especial. En cuanto a la grabación, es muy subjetivo porque para los que estuvimos tocando representa un documento de una vivencia que va más allá de la música misma.”

Creador de la “Big Van” apenas llegado a los Estados Unidos, con Los Guachos, el grupo con el que acaba de presentarse en el Savassi Festival de Belo Horizonte, en Brasil, ha cumplido ya su décima residencia en el Village Vanguard. Y si bien su música nunca se despegó de un cierto imaginario latinoamericano, su inmersión en la obra de Leguizamón resultó en una especie de bisagra. “Yo tenía un cassette grabado con muchos temas y lo escuchaba seguido”, recuerda. “Cuando Adrián Iaies me convocó para visitar la obra del Cuchi como parte del Festival de Jazz de Buenos Aires, descubrí que los temas de aquella cinta que más me gustaban eran suyos: ‘Maturana’ y ‘La zamba del Carnaval’ por el Chango Farías Gómez, ‘La arenosa’ por Mercedes Sosa y la ‘Zamba del Laurel’ por Manolo Juárez y Chany Suárez. A mí esa música ya me había influido sin saber de quién era. Después, cuando me aventuré en el Cuchi como pianista y arreglador del Dúo Salteño, me impactó sobremanera.” Para él fue natural, una vez que el proyecto alrededor de Leguizamón empezó a tomar forma, pensar en Liliana Herrero como intérprete. “Ella está en la música, si vas ahí la encontrás siempre y siempre es nuevo”, la define. “El disco homenaje al Cuchi de Liliana y Juan Falú es uno de los más bellos que hay para mí, el hecho de conocerla y poder compartir músicas con ella es una bendición y un honor. Empezamos con lo que nos unió, que fue el Cuchi, y luego nuestra amistad musical hizo que el abanico de temas se fuera expandiendo por gusto. Y así seguimos conversando.”

Además de su actuación en La Ballena Azul, Klein se presentará el próximo jueves 6 a las 19, en el Auditorio Jorge Luis Borges de la Biblioteca Nacional, estrenando su Suite “El Eternauta”, donde además de una orquesta de cámara volverá a estar Herrero como participante. “‘Eternauta’ empezó como una canción instrumental en el ’96 –cuenta Klein–; la grabamos con Los Guachos, en un disco que nunca se editó. Liliana la escuchó y me pidió cantarla. Con la valiosa ayuda de Juan Sasturain le pusimos letra en 2010 y el año pasado, cuando me volví a Nueva York, la transformé en una suite de cinco movimientos para una orquesta en Suiza. Y ahora vuelve a casa y sigue. Así veo también mi relación con Liliana: evolución de raíz.” Más allá de la rigidez de cualquier definición, y más para una música que hace de la libertad uno de sus credos, Klein es, por lo menos para el universo estadounidense, un músico de jazz. De allí viene, en todo caso, el valor estructural dado a la improvisación. La integración entre esa improvisación y la escritura, eventualmente, es una de sus preocupaciones: “Me produce alegría hacer un tema que permita una improvisación sobre la forma del mismo, que habilite esa circularidad sin necesidad de secciones de acordes repetidas, interludios o aditivos de ninguna clase. La improvisación muchas veces es lo que hace que el tema se renueve. El hecho de tocar en el Vanguard toda una semana me ha influido en la escritura de esa manera, es seminal ver si un tema se retroalimenta cada día. Yo en cada tema brego para que el material se autosustente y no se deba remitir a otras cosas, en general toco con Los Guachos o con formaciones que se han desprendido de allí. Somos más o menos los mismos desde hace ya casi veinte años y tenemos una forma de andar. Aun cuando trabajo con gente de otro palo escribo una línea de bajo, al piano le planteo una forma de acompañar, al baterista trato de pasarle la parte de bajo y los dejo hacer. Me resisto a escribir grooves. Como se trata de grandes artistas asimilan y a partir de ahí ponen lo suyo. Querer que suenen a quien no son sería un despropósito. Y de esa manera siento que sigo aprendiendo yo también.”