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Viernes, 25 de septiembre de 2015

MUSICA › OMAR GIAMMARCO Y ARTHUR DE FARIA MUESTRAN SU DISCO MUSICA MENOR EN EL C. C. KIRCHNER

Canciones que no saben de fronteras

El argentino y el brasileño compusieron juntos, en conexiones virtuales, el material para un álbum que da cuenta de gran variedad de colores y paisajes sonoros. Y ellos dos grabaron casi todos los instrumentos en esos temas en portugués, español y portuñol.

 Por Sergio Sánchez

Se conocieron por medio de un amigo en común, que estaba convencido que tenían que “hacer algo juntos”. Uno es del sur de Brasil y el otro de Buenos Aires, pero comparten una afinidad estética que trasciende las fronteras. Cuando el argentino Omar Giammarco y el brasileño Arthur de Faria se encontraron por primera vez, “pegaron muy buena onda” en seguida. Y todo fluyó naturalmente. El encuentro sucedió hace casi una década en Porto Alegre. “Es muy típico de Brasil que todo el mundo colabore con todo el mundo. Cuando me estaba volviendo para acá, Arthur me propuso que compusiéramos juntos. Entonces, hicimos una canción que se llama ‘Portuñol’. Nos gustó a los dos. Pero fue algo aislado”, recuerda Giammarco. Tiempo después, los astros –y las conexiones de Internet– se alinearon y empezaron a componer juntos, cada uno desde su lugar. “Hace dos años, un sello de Brasil nos ofreció grabar cuatro temas, hacer un EP y un vinilo, con la condición de que tocáramos todos los instrumentos nosotros y que hiciéramos videos para cada canción. Empezamos a hacerlo y nos dimos cuenta de que teníamos material para un disco”, cuenta el argentino. Así nació Música menor, un disco en que reúne canciones en portuñol, portugués y español compuestas íntegramente por ambos. La presentación será hoy a las 20 en la Cúpula del C. C. Kirchner (Sarmiento 151).

“Lo que más me gusta del proyecto es que no es un disco de canciones mías nuevas o de él, o canciones viejas de los dos, sino que es un disco realmente compuesto a cuatro manos –explica Giammarco–. Y tiene otra característica que está buenísima: no es que todas las letras son de uno y las músicas del otro, sino que los roles van cambiando todo el tiempo. Cuando escucho el disco, no lo hago como un disco mío sino con una gran frescura, como si fuera el disco de otro. Y hablando con Arthur, me decía que le pasaba lo mismo: se creó una tercera persona. Incluso en el disco hay cosas que no hubiera hecho en mis discos y a él le pasa lo mismo. Además de que el proceso fue súper relajado y todo fluyó de una manera bárbara, los dos miramos al disco como un objeto de otro”. Desde Brasil, De Faria completa la idea vía mail: “No suena como un disco mío ni como uno de él. Fue todo muuuuy, pero muuuuuy fácil. Y lo raro es que ni Omar ni yo tenemos un parcero (socio creativo, coautor) frecuente. No tengo más que cinco o seis canciones con un mismo parcero que no sea Omar. Lo mismo le sucede a él. El proceso fue muy variado: le he enviado músicas para poner letra y letras para poner música. Y al revés. Un tema como ‘Vinte e sete’, por ejemplo: yo tenía la letra lista hace años, intenté muchas veces ponerle música, pero nunca lo logré. Se la mandé a Omar y.... perfecto. Tenemos una misma mirada sobre el mundo, la vida y las cosas: una mirada irónica, pero sin perder la ternura jamás.”

El resultado da cuenta de una variedad de colores y paisajes sonoros, que remiten tanto al Río de la Plata como al sur de Brasil. “No pensamos tanto si las canciones eran más o menos rítmicas, de determinado género. Es un disco bien de canción, la idea fue pensar en buenas letras y buenas músicas”, explica Giammarco. “Para los compositores brasileños, tener esa amplitud de géneros fue una conquista de los años 60. Cuando nací, eso ya estaba. Pero eso es nuevo por ahí, ¿no? –se pregunta De Faria–. Artistas como León Gieco o Fito Páez, que hacían eso antes de los 90, me parece que estaban ubicados en la batea ‘rock’, ¿no? Eso fue lo que me llamó atención desde que escuché Omar por primera vez: parecía un brasileño en esa amplia libertad de estilos.” En Música menor, hay aires de tango (“Donde se acaba esta ciudad”, con Martín Sued en acordeón), canzonetta italiana (“Me voy con los poetas”), murga (“Maracatú do homem”), canciones como letra profunda (“Sobre a terra”) y hasta una “baguala cósmica” (“El fondo del mar”), con Liliana Herrero como invitada.

–Uno acá, el otro allá... ¿Cómo hicieron para componer las canciones?

Omar Giammarco: –Es un disco que le debe todo a la tecnología. Si no fuera un disco de esta época, hubiera sido todo muy complejo. De hecho, es complejo para nosotros ensayar. Fuimos a presentarlo a Brasil y viajé muchos días antes para ensayar con la banda. Pero a la hora de componer la canciones, nos mandábamos audios, hacíamos skype, audios de WhatsApp. Nunca compusimos uno frente al otro. Era “tengo esta música, ¿qué le ponemos?”, pero nunca fue cara a cara. Pero después grabamos todo el disco allá. Salvo algunas cosas, grabamos todos los instrumentos nosotros.

–¿El idioma fue una barrera?

O. G.: –El habla bastante bien español, yo entiendo mucho portugués. La mayoría de las canciones están en los dos idiomas y en portuñol. Pensamos jugar con la idea del portuñol, el tema del lenguaje siempre estuvo presente en la propuesta. El disco es fruto de que de un tiempo a esta parte Brasil mira más que antes hacia el resto de Latinoamérica y en particular a la Argentina; políticamente fueron años muy buenos para esa integración. Cuando voy a Brasil, hay momentos que hablo o canto en español y la gente lo entiende, sucede algo mágico con el idioma, entra en una frecuencia que empiezan a entender todo. Nosotros tenemos el oído más adaptado. En Brasil, durante mucho tiempo sólo escuchaban música en portugués, no en español. Al menos de San Pablo para abajo, están con ganas de conocer músicos de acá, hacer intercambios. El tema político del Mercosur ayudó, el momento político también. Ahora tenemos mucha relación con países con los que antes no. Fueron años muy buenos para eso.

De Faria: –Hemos trabajado mucho para eso. Mucho. Desde los años 90 hago proyectos con argentinos. Carlos Villalba, productor y músico, quien me presentó a Omar, es otro soldado de esta batalla. Cada uno ha abierto un pequeño agujero en esta estúpida pared que separa Brasil y los países de Latinoamérica. Ahora los agujeros enpiezan a juntarse. Ya se puede mirar al otro lado.

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“Tenemos una misma mirada sobre el mundo, la vida y las cosas”, aseguran Giammarco y De Faria.
 
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