MUSICA › RECITAL DE STING EN EL FLAMANTE DIRECTV ARENA
A ocho años de su última visita a Buenos Aires –en aquella ocasión con The Police–, el cantautor alternó los singles característicos de su obra solista con los himnos del trío británico. El resultado fue satisfactorio para los fans, aunque previsible.
› Por Yumber Vera Rojas
El anuncio de la vuelta de Sting a Buenos Aires fue más sorpresivo que esperado. Si bien siempre es un deleite tenerlo por acá, por la historia sonora que lleva a cuestas y por el musicazo que es, no había otro disparador para su reencuentro con el público local en esta oportunidad (y vaya que cualquier excusa es bienvenida para un artista de su envergadura) más que repasar esas canciones que forman parte de la banda de sonido de nuestras vidas. Aunque su más reciente álbum de estudio como solista, The Last Ship, salió a la venta en 2013, su última visita a Buenos Aires se produjo hace ocho años, pero con The Police, como parte de la gira mundial que reunió al legendario power trío londinense. No obstante, a pesar de la distancia entre aquel show y éste, Gordon Matthew Sumner, el nombre detrás del apodo, constató en la noche del sábado que el fuego sagrado que cosechó hace décadas en esta orilla del Río de la Plata sigue ardiendo intensamente. Lo que sirvió de marco para estrenar el flamante DirecTV Arena.
Ubicado a las afueras de Capital Federal, a medio camino de la nada, aunque la referencia geográfica más próxima es la localidad bonaerense de Tortuguitas, el DirecTV Arena es, tras erigirse en apenas siete meses, el nuevo estadio techado multidisciplinario de Buenos Aires (el primero de su tipo en el país). Su fachada externa ovalada evoca a la de un recinto de la NBA o incluso a los coliseos internacionales de tenis, mientras que por dentro su distribución rectangular es parecida a la del Luna Park. Pero con mejor visibilidad en los asientos menos hospitalarios de la popular, y con una acústica superior, al menos en su primera experiencia musical. El único ítem en contra del predio es su acceso para la gran cantidad de gente que no posee auto, pues el transporte público que llega hasta allá es escaso, y más al caer la noche; y los que tienen vehículo sufren la circulación a causa del embotellamiento que se produce al ingresar a la rotonda que conduce hasta el estacionamiento. El sábado, algunos asientos aún estaban vacíos cuando Sting subió al escenario.
Después de develar su repertorio con “If I Ever Lose My Faith in You”, el hit más significativo de su álbum solista The Soul Cages (lo que además funcionó como preludio de que no se iba a guardar nada en su retorno a la Argentina), el cantautor y actor desenfundó uno de los grandes clásicos de su antigua banda: “Every Little Thing She Does is Magic”. Le siguió el saludo introductorio: “Buenas noches, Buenos Aires. Estoy muy feliz de estar aquí”, manifestó Sting en perfecto español, idioma que mantuvo a lo largo del show para comunicarse con la audiencia. Acto seguido presentó a la agrupación que lo respaldó en esta gira: hizo hincapié en Dominic Miller, guitarrista de origen argentino que lo acompañó en casi toda su carrera solista. “Nació aquí”, reafirmó el músico inglés, quien inmediatamente interpretó su primer gran éxito post The Police: “Englishman in New York”, inspirado en el icono gay Quentin Crisp, e incluido en su disco Nothing Like the Sun (1987). Luego fue el momento de “So Lonely”.
A esta altura del recital, y con el DirecTV Arena ya no sólo colmado (su capacidad es para 15 mil personas), sino prendido fuego, la propuesta de la performance de Sting era más que evidente: alternar los singles característicos de su obra solista con los himnos de The Police. Por lo que la receta continuó con otro temón de la terna: “When the World Is Running Down”, “You Make The Best of What’s Still Around”, al que le sucedió “Seven Days”, en el que demostró que su temple jazzero se mantiene despierto. La canción forma parte de Ten Summoner’s Tales (1993), álbum en el que participaron los músicos que lo acompañaron en esta gira. Además de Miller, el artista, que volvió a Broadway el año pasado con el musical The Last Ship, actuó en Tortuguitas junto a nada menos que el ilustre baterista Vinnie Colaiuta (a manera de broma, lo llamaba “Vincenzo”) y el tecladista David Sancious (ex E Street Band). A ellos se sumó la corista australiana Jo Lawry (Sting la reclutó para el disco Symphonicities, de 2010), quien fue opacada ante tanto virtuosismo reunido.
Al dejar atrás “Fields of Gold” y “Driven to Tears”, el cantautor británico le pidió al público: “Cuando yo diga ‘Heavy Cloud’, ustedes responden ‘No Rain’”, y esto dio pie a su tema “Heavy Could No Rain”, que quedó en un segundo plano luego de que el quinteto enseñó los acordes iniciales de “Message in a Bottle”. Si bien el público no quería sentarse más, el cantante y bajista de 64 años, quien lució una frondosa barba hispter y un estado físico impecable, aletargó el clímax con “Shape of My Heart”, “The Hounds of Winter” y “Wrapped Around Your Finger”. Aunque inmediatamente, y haciendo alarde de su cualidad para dominar las emociones, Sting disparó de sus asientos a sus incondicionales seguidores (una muchedumbre que ondulaba entre los treinta y los cuarenta), con el vertiginoso binomio “De Do Do Do, De Da Da Da” y “Roxanne”. Pero la canción de la prostituta más famosa del rock comenzó a tomar diferentes matices, hasta que mutó en una versión jazzera de “Ain’t No Sunshine”, el clásico soul de Bill Withers.
Una vez que acabó “Roxanne”, Sting y su banda salieron de escena, pero volvieron rápidamente para interpretar “Desert Rose”, “King of Pain” y el infaltable “Every Breath You Take”. Seguidamente, antes de despedirse con “Fragile”, apareció la rareza del set: el fabuloso punk rock “Next to You”, tema que abre el disco debut de The Police, Outlandos d’Amour (1978), y que fue una suerte de souvenir para los fans más acérrimos del trío. Pese a que el ídolo británico ofreció un show en el que se dedicó a tocar más que a hablar, y donde atravesó todos los discos de la banda que compartió con Andy Summers y Stewart Copeland (aparte de rescatar algunas de las canciones emblemáticas de su obra solista), fue tan políticamente correcto y obvio que la mística se bajó del escenario para convertirse en una espectadora más. Lo que fue una pena, pues podría haberla aprovechado para celebrar los 30 años de su primer álbum de estudio en solitario, The Dream of the Blue Turtles (sobre el que no hizo alusión) o para recrear esas perlitas que lo consagraron como el aguijón más ponzoñoso de la cultura pop.
Músicos: Sting (voz y bajo), Dominc Miller (guitarra y coros), Vinnie Colaiuta (batería), David Sancious (teclados) y Jo Lawry (coros).
Duración: 90 minutos.
Público: 15 mil personas.
DirecTV Arena, sábado 31 de octubre
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