MUSICA › LAS TARADAS PRESENTAN SU SEGUNDO DISCO, SIRENAS DE LA JUNGLA
El impacto que produjo su primer disco, Son y se hacen, se tradujo en un crecimiento sostenido, que terminó influyendo en el sonido de la “orquestina de señoritas”. “El desafío fue llevar ese sonido y ese espíritu del vivo al disco”, dicen.
› Por Karina Micheletto
“Canciones repletas de... Misterio! Drama! Sensualidad!” Muy en su estilo, Las Taradas anuncian su último, flamante disco, Sirenas de la jungla. Y el anuncio es estrictamente cierto, porque un poco de todo eso hay en las nuevas canciones de esta “orquestina de señoritas”, según el modo en que ellas mismas se presentan, que tanto ha crecido en el último tiempo. Esta vez, las versiones de canciones de los años 30, 40 y 50 se amplían para incursionar, por ejemplo, en un cuarteto como el de La Leo, “En bancarrota”; en una milonga como “Oro y plata”, de Charlo y Manzi; en un antiguo vallenato colombiano, “Pájaro que deja el río”, o en la “Canción del jangadero”. Y además, suman por primera vez canciones propias. Con nueva estética y nuevo sonido, estas Sirenas de la jungla se presentan hoy a las 20 en el teatro Vorterix (Av. Lacroze 4455).
Bolero, swing, cha cha cha, canzonetta napolitana, cumbia colombiana, rancheras mexicanas y ahora también milonga y cuarteto suenan en este disco y en el anterior trabajo de Las Taradas (Son y se hacen, que fue el punto de partida de la banda). Suenan también –vuelven a sonar, en versiones personalísimas, que vuelven a veces irreconocibles a las originales– Django Reinhardt, Johnny Cash, Mina Mazzini, Agustín Lara, Elvis Presley, Carmen Miranda y otros menos conocidos pero muy populares décadas atrás como Los Machucambos. Otros elementos importantes de Las Taradas es un humor que es marca propia, y que funciona como una base de desparpajo para todo lo que hacen, y un despliegue escénico que le da a cada concierto una marca muy teatral.
Así, cada una de las seis integrantes de Las Taradas encarna un personaje con nombre y actitud propios: Natalia Gavazzo es La tía Nidia López do Pandeiro (percusión y voz), Paula Maffía es Doña Luisa Malatesta (voz, ukelele, cuatro venezolano y acordeón), Lu Martínez es Encarnación de los Males (contrabajo, bajo y voz); Lucy Patané, Lucía de Paco (guitarra y voz); Rosario Baeza, Exaltación de la Cruz (violín y voz) y Marcela Galván Alberti es Kelly G (clarinete, saxo soprano y voz).
En el camino recorrido en estos años, hay varios hitos que la banda reconoce como logros: tocar en teatros a los que antes asistían como público a ver a sus bandas favoritas forma parte de esas satisfacciones, y el escenario que hoy ocuparán en Vorterix, dicen, es uno de esos anhelados. Pero tal vez el más pintoresco, acotan, fue el del Carnaval de Ouro Preto, en Brasil. “Las Taradas llegaron al Carnaval de Brasil, ¿qué tal? Y en el momento en que estábamos ahí arriba tocando frente a un mar de gente, fue como decir: ‘Che, ¿qué hacemos acá? Algo está pasando...’”, recuerdan ellas.
En Sirenas de la jungla, cuentan, volvieron a la idea de grabar “como en vivo” en el estudio, todas juntas. “Al igual que en el primer disco, quisimos que se escuchara esa frescura, y creemos que eso está logrado, que ese sonido está”, explican. “La diferencia tal vez es que este disco tiene un sonido un poco más power, más contundente, incluso hay instrumentos eléctricos”, describen. “Esto tiene que ver tambien con haber empezado a tocar en lugares más grandes, que necesitan amplificarse. Así fuimos incorporando la batería, el bajo eléctrico y la guitarra eléctrica.”
–¿Cómo eligieron estas nuevas canciones para reversionar, y cómo trabajaron las canciones propias?
Lucy Patané: –La selección por lo general es bastante espontánea, cada una va trayendo algo que escuchó, que le llamó la atención, que imagina para nosotras. Lo que siempre tratamos es de variar, nos gusta que haya muchos ritmos y estilos, poder hacer ese recorrido. El primer disco fue en 2012 y se dio al revés que éste: aquellas eran canciones que ya veníamos tocando mucho, y que después llevamos al estudio. Ahora preparamos las canciones para entrar al estudio, y cuando empezó a girar en nuestras cabezas la idea de meter composiciones propias, hubo una cierta incertidumbre. Es que nosotras no hacemos un estilo definido; nuestro estilo es hacer varios estilos, como hacían las viejas orquestas típicas, Feliciano Brunelli u Oscar Aleman. Al final, el proceso de composición fue bastante colectivo, una traía una idea, una semilla, y después las demás, como banda, terminábamos de hacer el proceso para sumarla.
–¿En qué aspectos creen que hubo un crecimiento en el sonido de la banda?
–Este disco tiene un sonido más contundente, hay más arreglos con los vientos, más producción de cuerdas. No se hizo ninguna sobregrabación, lo que se escucha es lo que pasó adentro del estudio, quisimos plasmar lo más posible nuestro sonido en vivo. Ese fue el desafío: llevar ese sonido y ese espíritu al disco.
–Pero gran parte del encanto de la banda está, justamente, en el vivo, son muy teatrales. ¿Cómo trabajaron ese aspecto?
–¡Ah, va a haber muchas sorpresas! Estamos trabajando una escenografía especial, la imagen, la iluminación. A medida que van pasando los shows, también vamos aprendiendo a hacer un relato de la escena. Sin la necesidad de hacer un guión, porque nunca seguimos un guión: todo lo que sucede arriba del escenario es completamente espontáneo. Es casi lo mismo que sucede en la sala de ensayo, sólo que adelante de muchas personas. Por eso a veces parecemos taradas, y por eso nos queda tan bien el nombre.
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