MUSICA › CECILIA ZABALA Y PHILIPPE BADEN POWELL GRABARON EL CD FRONTERAS
La cantante y compositora y el pianista, hijo del guitarrista brasileño Baden Powell, trabajaron el disco a distancia, porque él vive en París. El resultado es una interesante mezcla de milongas y sambas heterodoxas, sin prejuicios ni límites para la creación.
› Por Cristian Vitale
Ella, Cecilia Zabala, canta, compone y toca guitarra. Es argentina y ha hecho del jazz, el tango y las músicas latinoamericanas sus bases de acción. Su disco sobre piezas de Violeta Parra para guitarra –con producción de León Gieco– no tiene desperdicio. El, Philippe Baden Powell, nació en Francia pero el alma –y el cuerpo– se le va seguido para Río de Janeiro. Se dice “un carioca nacido en París”. Toca piano, es hijo del notable guitarrista Baden Powell. Y ha tocado con y para Seu Jorge, Maria Bethania, Airto Moreira y Carlos Malta, entre otros. Se conocieron hace veinte años en Curitiba y luego de acercamientos graduales, paulatinos y carteados –a distancia–, confluyeron en un disco. Le pusieron Fronteras y lo presentan hoy a las 21 en Bebop Club (Moreno 364). “Cuando nos conocimos, yo no hablaba castellano y Cecilia no hablaba portugués, pero nos entendíamos igual”, se ríe Powell, sobre una limitación de origen que se evaporó con el tiempo. Ella no sólo empezó a poder “entenderse” en portugués, sino que varias de las canciones del disco directamente las canta en ese idioma. El complejo samba “As cartas”. O “Todo dia é hoje” y “Nossa infancia”, por caso, cuyas letras comparten, y cuyo equilibrio con el castellano llega luego por el lado de “Despedida”, la bella “Año nuevo” –que también tiene una versión instrumental– y la canción que da nombre al disco.
“Le pusimos Fronteras, precisamente por la milonga que compuso Philippe y luego yo le puse letra. Cuando él me pasó la música, me contó que la hizo imaginando un viaje en micro atravesando los dos países. La primera vez que la tocamos en vivo en París yo había viajado en micro desde Barcelona y él me esperaba en la terminal. Conceptualmente, es una invitación a atravesar las fronteras a través de la música, el arte y la certeza de que podemos ir más allá de lo que imaginamos”, enmarca la Zabala, sobre el ABC de un trabajo que combina músicas y letras de ambas geografías. “Yo siento que las fronteras son como los milagros: no existen pero son reales –prosigue Powell–. Este proyecto es la mezcla de dos universos musicales distintos que tienen que ver con la individualidad de cada uno y, al mismo tiempo, cada uno tuvo que entrar en el universo del otro. También hablamos idiomas que son muy próximos, pero todavía suficientemente diferentes como para tener que escoger las palabras justas para que el otro entienda. Siempre tuvimos que considerar la distancia y las diferencias como elementos comunes que separan y también unen. Las fronteras son exactamente lo que define este concepto”, define el carioca de París.
Milongas y heterodoxas sambas confluyen entonces en un todo también poblado de fugas y misterios. De instrumentales “en tensión”, como “Milton”, el sentido homenaje que Zabala le rinde al cantante, guitarrista y compositor de Río. O ensoñados, como “Año nuevo”, que conlleva la participación del notable Jaques Morelenbaum en cello. “La cosa empezó mandándonos ideas por mail, sin ninguna regla previa salvo la de compartir y hacer música juntos. Recuerdo que lo primero que recibí de Philippe era una base en guitarra donde yo debía hacer la melodía. Pero como no había nada pautado, yo tenía hasta la libertad de modificar la forma como quisiera. Así nació ‘Año nuevo’, evoca la cantora, sobre principios, desarrollos y concreciones. “Siempre imaginé una melodía cantada o tocada por Cecilia –tercia el pianista–. Su universo artístico me encanta y conozco bien sus discos. Era importante que mis ideas fuesen próximas a su manera de tocar y cantar. Yo proponía pedazos de melodía, secuencias armónicas o textos para que ella los terminara y viceversa.”
–¿Cuánto tiene usted de argentino y cuánto Cecilia de brasileña?
Philippe Baden Powell: –Bueno, el afecto que uno tiene por algo es muy difícil de medir y por supuesto nos gusta todo aquello con lo que nos identificamos. Cecilia tiene en sus composiciones algo muy cercano al universo musical brasileño. Pienso en términos melódicos y armónicos. Lo que tengo yo, y que considero cerca del sentimiento musical argentino, es el aspecto melódico, el carácter melancólico que viene del fondo del alma.
Cecilia Zabala: –Por mi parte, tengo una relación muy grande con la música popular brasileña que fue creciendo a través de la relación con Philippe y muchísima música que escuché. Y Philippe tiene de argentino las vivencias que su padre compartió cada vez que visitaba estas tierras. Creo que ambos nos animamos a cruzar las fronteras de estos dos países a través de la música, por eso lo argentino y lo brasilero se cruza y se mezcla.
–Esta sería una parte de la respuesta y la otra la pueden resolver ya: ¿de qué manera se fue produciendo el nexo para que salga un trabajo tan horizontal en su composición y ejecución?
C. Z.: –Cuando empecé a viajar a Europa cada año, Philippe me propuso quedarme unos días en su casa para compartir un poco de “amistad real” que suplió a la amistad epistolar. Allí pudimos mostrar uno al otro lo que veníamos haciendo, compartir músicas y charlas. De esa manera surgió la idea de un proyecto en conjunto y ambos disfrutamos el desafío de ir armando los temas a la distancia, como un juego. Supongo que la horizontalidad se debe a cada decisión estética que fuimos tomando a lo largo de la producción del disco, en cuanto a la elección de ritmos, el idioma de las letras, los arreglos, en fin, siempre con una intención clara de respeto al otro y de que “menos es más”.
P. B. P.: –La parte más importante de este proyecto la hicimos juntos. Grabamos guitarra y piano en mi estudio en París. Pasamos tiempo juntos buscando una manera de tocar, escribiendo los textos y decidiendo cosas a la par, de ahí la horizontalidad.
–¿Por qué, excepto la letra de “O amor nao vé desordens”, de Ivan Santos, decidieron grabar solo temas de ambos?
C. Z.: –Porque somos principalmente compositores y tenemos la convicción de que el arte es más para despertar preguntas que para tranquilizar con lo ya conocido. Además, es bien sabido que el arte es una herramienta imprescindible de la educación, que los niños que tienen la oportunidad de desarrollar algún lenguaje artístico tienen mejores chances de comunicación y relación con el otro. Es comunicación pura. Y también es juego. El arte es el lenguaje que no necesita del lenguaje. Por estas razones y muchas más, tener la oportunidad de plasmar un encuentro musical en un disco colabora con la mínima certeza de que, sí, el arte puede salvar al mundo.
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