MUSICA › JOHANSEN Y MOSKA REVENTARON EL COLISEO
Su show conjunto fue una exquisitez en la que la música borró toda frontera.
› Por Eduardo Fabregat
En el campo de la música, las colaboraciones siempre tienen un especial punto de interés: resulta atractivo presenciar el modo en que dos artistas trabajan puntos de confluencia y matices de diferencia que enriquecen el resultado, la magia de un encuentro por encima del choque de egos. Si ese encuentro se produce entre dos músicos provenientes de entornos culturales bien diferentes –incluyendo al idioma–, artistas que a su vez no pueden ser encasillados en lo que se tiene por “música joven” en sus respectivos contextos, las posibilidades se amplían aún más, incorporan una paleta de matices que augura buenos resultados. De eso se trata el experimento que llevan adelante el argentino Kevin Johansen y el brasileño Paulinho Moska. De eso se trató la velada del jueves en el Teatro Coliseo: un gozoso festejo del arte de la colaboración, del intercambio artístico, del placer de hacer música sin fronteras y sin más regla que el respeto por la canción de espíritu artesano.
Casi puede decirse que no podía ser de otra manera. El historial de Johansen está íntimamente ligado a la canción desgenerada, un cruce en el que confluyen infinidad de ríos musicales. Moska, músico y actor, mamó lo mejor de los sonidos de su país, se inclinó por el rock y terminó experimentando con las posibilidades de la electrónica para agregarles profundidad y color a sus melodías. Aunque no estuvo en el teatro, al combo debe sumarse a Jorge Drexler, otro inclasificable musical que sirvió de puente entre ellos dos, y a quien se homenajeó sobre el final del show con “La edad del cielo”. Pero la Reunión Subtropical tuvo todo para disfrutar el momento, y en especial para entusiasmarse con el futuro: como bien dijo Johansen, lo que se vio en el Coliseo es la punta del iceberg, el inicio de una colaboración que puede dar frutos aún mayores.
Todo quedó claro de entrada, cuando el dúo ganó el escenario con sus guitarras acústicas y arrancó con un set de media hora en el que compartieron generosamente sus canciones. De “City Zen” a “Muito pouco”, el tema que Moska le “regaló” a María Rita, el dúo disfrutó e hizo disfrutar sus versiones de “All I wanna do is you”, “No voy a ser yo” (donde Moska hizo gala de esa extraña técnica que le permite usar un pedal de wah wah con acústica, o slapear las cuerdas como si fuera un bajo), “Tudo novo de novo” y la preciosa “Lágrimas de diamantes”, ambas del último disco de Moska. Sorprendidos y extasiados ante una sala que agotó sus entradas varios días antes, el argentino y el brasileño suplieron la insuficiencia de ensayos con la evidente empatía entre ellos, que contagiaba fácilmente al auditorio. A tal punto, que Kevin tuvo que guiar a Paulinho cuando éste se perdió en la letra de su propia canción para Rita.
Tras esa introducción a dúo y en soledad, cada cual tuvo su momento. Junto a Marcos Suzano y su set de percusión electrónica, Moska demostró que sus shows anteriores en Buenos Aires formaron una buena base de público, especialmente encendido con la electrizante “O jardim do silencio”. Antes de la aparición de The Nada, otro bloque del dúo visitó a Caetano Veloso (con “Trilhos urbanos”), “I don’t know” (de City Zen) y “Cheio do vazio”, para luego dar pie a un atisbo de lo que puede venir: un tema de Logo, el nuevo disco de KJ, trabajado a medias. Así, cuando la banda de Johansen ocupó la escena para el tramo final, el público no necesitaba más argumentos para entregarse a la fiesta. “El círculo”, “Buenos Aires antisocial club”, “Go on”, “El incomprendido” (ocasión para que más de uno volviera a deslumbrarse con la exquisita técnica del Zurdo Roizner) y una monumental “We can Work it out” que puso a los Beatles en tiempo de chacarera, condujeron a un final de alta vibración, con Moska y Johansen uniendo nuevamente sus voces (de timbres y colores tan diferentes, lo que abre todo un campo de posibilidades) en “Ni idea”, preparando el finale con “Pensando em voce”, “Lágrimas de diamantes” a banda completa y la festiva despedida de “La falla de San Andrés”. Al cabo, lo visto en el Coliseo confirmó lo que se preveía en la foto de este diario, ese abrazo en el que Kevin Johansen y Paulinho Moska se fundían, no se sabía dónde comenzaba uno y terminaba el otro: juntos y sin prejuicio, los Blues Brothers de América del Sur le dieron vida a la canción siamesa.
8-REUNION SUBTROPICAL
Kevin Johansen y Paulinho Moska (guitarras y voces)
Músicos: The Nada: Enrique “Zurdo” Roizner (batería), Juan Manuel Alvarez (bajo, coros), Sebastián Massolo (guitarra), Andrés Reboratti, Nicolás Said (saxo, flauta), Lucas Espina (percusión), Maximiliano Padín (charango, guitarra).
Músico invitado: Marcos Suzano (percusión).
Duración: 125 minutos.
Público: 1700 personas.
Lugar: Jueves 7 de septiembre, Teatro Coliseo.
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