Jue 07.01.2016
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MUSICA › FERNANDO CABRERA Y UN ESPECTACULO QUE INTEGRA A EDUARDO MATEO Y EDUARDO DARNAUCHANS

Uruguayismo multiplicado por tres voces

El notable cantautor regresa a la Argentina para presentar en Café Vinilo una serie de canciones que brotaron en sus encuentros con los colegas. La ocasión servirá para presentar piezas de sus primeros discos “que como no conoce nadie allí, parecerán estrenos”.

› Por Cristian Vitale

Tiene el codo sobre el hombro de un genio y se lo ve muy joven, en la tapa. Fernando Cabrera rondaba los treinta años cuando dio el primer gran zarpazo de su trayecto musical: grabar un disco con Eduardo Mateo. Se llamó Mateo & Cabrera, la publicación data del 11 de abril de 1987; la fuente, de un recital que habían dado un par de meses antes en el Teatro del Notariado, y las formas musicales parten de dos voces, dos guitarras y dos plumas repartidas en porciones iguales: seis y seis. Entre las de Mateo –que murió tres años después– figuraban gemas como “Candombe de Ana”, “Yulele”, “El tartamudo”, “La mama vieja”, “Cuatro viajes” y “Mejor me voy”, todos, o sea. Y entre las del intrépido artista de Paso Molino, algunas como “Todo el día”, “Que vuelva ella”, “Méritos y merecimientos” o “El viento en la cara”, canción que había dado nombre a su disco debut en 1984. “Yo era joven pero con experiencia y él, bueno, era Mateo”, evoca Cabrera, veintiocho años y quince discos después. “La conjugación fue buena, porque ya habíamos tocado mucho antes, pero a ambos nos pareció que no fue nuestra mejor actuación”, sigue él, y no deja de marcar un bemol.

“Recuerdo que Mateo se empecinó en cambiar, luego en el estudio, la voz de ‘Mejor me voy’ porque le parecía muy volada. Justo él que todo lo hacía mega-volado...”, se ríe. “Entonces discutimos mucho porque a mí me parecía fantástica la versión en vivo, había hecho algo increíble con la voz y el fraseo, algo de otro planeta. Pero se salió con la suya y la versión de su voz original se perdió”, se lamenta a la distancia, y el contraste es notable cuando habla de otro notable de la música uruguaya, el cantautor Eduardo Darnauchans, que hoy comparte cielos e infiernos con Mateo, desde que el corazón le jugó una mala pasada ocho años atrás. “Con él fue otra cosa, porque Ambitos (el concierto que compartieron en el Teatro Solís el 18 de septiembre de 1990, luego eternizado en disco) fue una idea de sus productores y todo estuvo muy bien organizado. Además era en el teatro Solís, algo muy especial para nosotros y no fue pensado para ser grabado... sólo quedó un registro, por suerte en casetes de buena calidad. Con ese material y con los adelantos técnicos de los veinte años que pasaron, hicimos el disco que se conoce ahora. Yo agregué unos bajos y la verdad es que quedó bastante bien”, rememora Cabrera y no es por azar.

Es porque son ambas figuras, la de Cabrera y la de Darnauchans, las que el cantautor invocó para darle una impronta específica a los conciertos que dará en el Café Vinilo (Gorriti 3780), entre hoy y el domingo, a las 21. Y, sobre todo, para nombrar su próximo disco en vivo: Cabrera canta a Mateo y Darnauchans. “La idea de grabar este disco parte de que el legendario grupo teatral El Galpón cumplió 65 años y durante todo 2015 hizo distintas actividades, y una de ellas fue un recital mío. Al recibir la invitación pensé en Darnauchans y Mateo, porque ambos tuvieron relación con este lugar, de distinto modo y en distintas épocas”, explica Cabrera, cuyo último disco a la fecha es Viva la Patria. “Pensé en ellos dos, también, porque cuando estudiaba para los exámenes del liceo pasaban por la radio el primer disco de Darnauchans. Yo tenía 16 años y se comenzaba a gestar en mí la necesidad de hacer música. El me hizo pensar que se podía hacer algo personal y jugado. Ese mismo año, casualmente, escuché el disco Mateo Solo bien se lame, otro ejemplo de lo mismo. No sé... ellos son escuelas como Osiris Rodríguez Castillos, Los Olimareños, Viglietti, Zitarrosa, Rada y muchos más.” 

–¿Qué diferencias y similitudes marcaría entre ambos, usted que los tuvo tan cerca?

–Las diferencias son infinitas, imposibles de señalar. Las similitudes forman parte de la idiosincrasia del músico uruguayo: originalidad, desconocimiento de las presiones de la industria, pasión, diversidad de influencias, en fin, todo eso.

Cabrera –guitarrista, cantor, compositor, poeta, docente, productor y arreglador nacido hace casi sesenta años– piensa resolver el repertorio para Buenos Aires durante las tres horas que le demanda el viaje en barco. “Mi repertorio es muy extenso y me gusta ir cambiando”, confiesa ante Página/12, aunque no descarta –además de las que ha compartido con los homenajeados– piezas de sus primeros discos que “como no conoce nadie allí, parecerán estrenos”, dice. Entre ellas nombra “Paso Molino”, “María Elena”, “Desbordando barrios”, “Agua”, “El loco”, “Llanto de mujer”, “Salir”, “Tablado del Colombres”, “Lejos” y “Margen”, entre otras. “Espero que las disfruten, me causa sorpresa y a la vez estoy muy satisfecho por la gente que me va a ver en Buenos Aires, donde hace veinte años no me conocía nadie. Por suerte, eso cambió y también me cambió la vida en varios aspectos: mayor autoestima, mejores condiciones profesionales, muchos músicos que tocan y graban mis canciones. Estoy muy feliz y agradecido con este vuelco”, señala Cabrera, cuyo próximo desafío es el homenaje a Alfredo Zitarrosa que se realizará a ochenta años de su nacimiento, en el Estadio Centenario de Montevideo.

“Fui convocado por los organizadores para la coordinación y dirección artística de un gran homenaje que se realizará el 10 de marzo, día en que Zitarrosa cumpliría 80 años, sí, y la intención de los organizadores, que comparto plenamente, es volver a hacer presente la obra, el notable repertorio que nos dejó. Será en el Centenario, con entradas accesibles, y esperamos que muchos argentinos se animen a venir: para ello se venderán entradas en varios puntos de Buenos Aires y el interior. Participarán más de cuarenta artistas de distintos países”, informa Cabrera, en otra de sus múltiples facetas. “En lo que a mí respecta, ya estoy haciendo trámites en un loquero para internarme el día siguiente”, se ríe, mientras va fantaseando un devenir que no les tale esas raíces a la maravilla.

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