Sáb 23.01.2016
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MUSICA › WALTER HIDALGO, ALEJANDRO SZWARCMAN Y JUAN VATTUONE SON HIDALGOS ATORRANTES

“Esto que hacemos es la vida misma”

Personajes singulares de la escena, llevarán hoy al escenario de Circe sus tangos, sus delirios y sus poesías, además de lecturas e improvisaciones histriónicas. “Somos como esponjas vivientes, especie de juglares de este tiempo”, coinciden.

› Por Cristian Vitale

Cada quien da su versión sobre el minuto cero de la juntada. Alejandro Szwarcman, poeta del tango, dice que se conoció con Juan Vattuone, poeta y cantor, en ese “territorio invisible” que conforman la noche y los espacios tangueros. “A algunos les gusta llamarlo under, pero en fin, en uno de esos espacios quizás no tan under –el extinto Bar Tuñón– hará cosa de diez años hicimos algo juntos”, evoca el vate porteño sobre el embrión de la yunta que conforma las dos terceras partes de “Hidalgos Atorrantes”, el espectáculo que, junto a la parte que falta, (Walter Hidalgo, bandoneonista, compositor y cantor) llevarán a cabo hoy a las 21.30 en Circe, la fábrica de arte ubicada en Córdoba 4335. “Y con Walter era inevitable el encuentro, por lo mismo que decía de Juan. Es cuestión de cruzarse en algunas de esas cuevas y pegar onda, por empatía, por admiración mutua o sencillamente por necesidad de compartir una bebida, o una charla”, redondea Szwarcman, y primera versión consumada. La segunda la da Hidalgo, que entreveró vibra con Vattuone en las “hermosas tertulias” de Armando Rolón, viejo difusor del tango y el jazz, y luego lo hizo partícipe de su último disco: Desnudez. “Nos conocimos hace bastante, sí, y me llamó la atención su manera tan particular de tocar el fuelle y de cantar. Es autor y, para mí, es el nuevo Rubén Juárez. Compone letras y músicas que me llegan al alma”, completa Vattuone sobre las tres versiones que –axial– difieren poco y nada entre sí. “Es un placer enorme que nos hayamos juntado”, agrega(n).

–¿Por qué hidalgos y por qué atorrantes?

Alejandro Szwarcman: –Porque la atorrantería tiene que ver con que a los tres nos atraviesa eso que llaman “porteñidad”. Compartimos un código que tiene que ver con la percepción musical, poética y hasta con el humor, diría, y las charlas más terrenales. Lo de “hidalgos” lo aporta Walter con su apellido, pero sólo para completar el oxímoron.

Walter Hidalgo: –Hidalgos y atorrantes es una buena metáfora de Alejandro. Creo que encarna muy bien el espíritu del espectáculo... la estética y el concepto. Pienso que es un rincón de un bar donde hay algo de magia. Es urbano, amistoso, alegre, bastante rebelde, y con un dejo tristeza al fondo, también.

Juan Vattuone: –Para mí, esto expresa al que elige el arte para poder sostener lo que es, que también tiene que ser un poco atorrante. Me refiero a haber vivido, soñado, amado hasta los tuétanos y seguir siendo genuino.

Hidalgos Atorrantes es también –y por sobre todo– esta triconfluencia de personajes singulares, con sus tangos, delirios y poesías, más ciertas lecturas e improvisaciones histriónicas. “Lo pensamos básicamente como un recital compartido con diálogos entre nosotros, e incluso con el público”, explica Szwarcman. “No quisiera adelantar demasiado, pero la idea es, antes de interpretar una canción o un texto, salir un poco de esa fatalidad de ser quienes en verdad somos, sólo para explorar otras posibilidades y, aunque parezca contradictorio, seguir siendo los mismos. Pensándolo bien, el mundo absurdo y contradictorio es el de ‘afuera’, y nosotros lo único que hacemos es llevarlo al escenario”, sigue el poeta del apellido difícil. “Lo basamos en la estricta realidad, porque somos como esponjas vivientes, especie de juglares de este tiempo. O al menos eso me gustaría ser a mí... contar lo que sucede y estar feliz de no estar sólo ni en el escenario ni en la vida. Representamos a muchos que no tienen ninguna voz, somos conscientes de eso y tratamos de honrarlo”, agrega Hidalgo.

–¿Vattuone suscribe?

–En realidad, la vida es absurda y contradictoria. Y totalmente pesimista, porque sabés que al final te vas a morir. Nadie que tenga un cacho de conciencia puede ser demasiado feliz, quiero decir. A pesar de esto, nuestro espectáculo tiene todo eso junto, oníricamente hablando. Y subrayado, porque esto que hacemos es la vida misma.

–¿Qué tienen para decir sobre los péndulos amor-desamor, olvido-memoria con que presentan el espectáculo a priori?

A. S.: –Que son los pares dialécticos que motorizan casi toda la lírica urbana. Con respecto a la dinámica que suscita la lucha entre el olvido y la memoria, creemos que nuestros tangos tienen cosas para decir al respecto. En relación al amor y al desamor el tango ha dicho bastante, lo dice y lo seguirá diciendo. No hay tema más predominante, no ya en la lírica del tango sino en la universal.

W. H.: –El amor es una necesidad primaria, porque está en todos nuestros actos, y el desamor también. En este momento de mi vida, creo que sé la diferencia entre una y otra cosa, sé donde quiero estar, y estoy feliz. Ahora, respecto del olvido y la memoria ya son cosas más pasionales: repudio uno y agradezco a la otra.

J. V.: –Particularmente, son temas que a nosotros nos preocupan y nos ocupan, dado que estamos inmersos en un péndulo que tiene vaivenes extraordinarios, como tener o no tener el amor. En cuanto a la memoria, creo, metafóricamente hablando, que los autores somos un ayudamemoria de nuestro pueblo, humildemente lo digo... es el boca a boca mismo, de dónde venimos, quiénes somos y hacia dónde vamos. Parece una obviedad, pero estamos viviendo vaivenes extraordinarios.

–¿Por qué eso de “tangos malditos” que también anuncian?

A. S.: –Es fundamental. El tango no es algo del pasado para nosotros, es nuestra manera de hablar, de cantar, incluso de reírnos, de llorar... y hasta de caminar. “Mundo líquido”, “Pompeya no olvida” y “El yuta Lorenzo” sin embargo, siguen siendo, después de muchos años, algo así como referentes de un tango maldito, títulos que remiten a un tango invisibilizado por los medios.

W. H.: –Yo creo que el tango está siempre en la atmósfera, pero tratamos de ser nosotros, con nuestra mirada y lo demás hay que verlo...

J. V.: –El espectáculo tiene aristas del absurdo, de la ficción, del ensueño. Pero por sobre todas las cosas, la música de fondo y su fragancia, se llama tango. A los tres nos une ese encuentro. Y creo, también, que este es un espectáculo más lleno de preguntas que de certezas.

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