Vie 12.02.2016
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MUSICA › OPINION

La mafia mediática contra Tito Cossa

› Por Paula Sabatés

La repercusión que pueda (o no) tener una nota es proporcional a la grandeza (o no) de sus protagonistas. Sólo así se explica lo que ocurrió con la entrevista a Tito Cossa publicada el miércoles en este diario. Nunca antes el dramaturgo había sido trending topic en Twitter ni tampoco objeto de interés para cientos que ignoraban (todavía lo hacen, claro) quién es y qué hace el gran dramaturgo argentino.

Aclarar que Tito Cossa no es golpista y que en la nota no pretendió llamar a un golpe de Estado es algo tan absurdo que podría perfectamente ser un paso de comedia que forme parte de su última pieza, Final del juicio, en la que el teatrista despliega con un humor una feroz crítica al statu quo de la Iglesia Católica. Quien lo tilde de semejante cosa no sólo no sabe que el hombre ha sido uno de los más grandes defensores de la democracia y los derechos humanos, sino que tampoco ha leído la nota, donde el dramaturgo no hace más que quejarse, justamente, de un Estado represivo. Sin embargo ése fue el espíritu del noventa por ciento de los que el miércoles y jueves tuitearon y hablaron en medios gráficos y radiales del dramaturgo como un “facho”, “gorila” y “autoritario”.

Tito Cossa dice en la nota que la forma en la que lleva las cosas el gobierno de Macri le parece “una pesadilla” y que lo vive con preocupación porque no está “tan seguro de que se acabe rápido”. Es claro: no querría un segundo mandato de Cambiemos, no querría que se instale el neoliberalismo. Contra eso luchó toda la vida. Pero la mafia mediática “interpretó” otra cosa: que Cossa quiere que el gobierno se termine ya, ahora, en cuanto sea posible, y que le preocupa que eso no esté sucediendo.

Para Infobae –que publicó una nota sobre la nota original, sin firma, con una mala intención pocas veces vista, y que se hizo masiva–, Cossa quiere un golpe de Estado. Y como es más fácil leer 140 caracteres que una nota de 12 mil (y como es más fácil la miseria que ir a las fuentes), para una cantidad de usuarios de las redes sociales –“lectores” les queda grande– Cossa quiere un golpe de Estado. Lo mismo para el periodista del grupo Clarín que entrecomilló una supuesta frase que el dramaturgo jamás dijo, en la que le atribuyó haberle pedido la renuncia a Macri, a quien mencionó en el tuit.

Como siempre, se dirá que la culpa no es del chancho. Salvo porque sí lo es. Del poder mediático que no puede aguantar que un tipo de los más brillantes ponga en tela de juicio a su candidato presidencial se puede esperar cualquier cosa. Incluso, que omita significativamente su lucha histórica para descalificarlo y reducirlo. Cossa es ahora, para muchos, “un kirchnerista que se quedó sin caja”, y ese imaginario sí es culpa de los medios. Pero en estos tiempos donde la información –que al ser pública debe ser regulada– está descontrolada, es necesario que cada uno se haga cargo de lo suyo. Que el que no quiere leer no lea. Que el que no quiere ver no vea. Pero entonces sí será una “mayoría silenciosa”, como dijo Cossa. Y eso siempre es peligroso. Porque con ella el poder hace lo que quiere.

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