MUSICA › JUAN CARLOS GODOY FALLECIO AYER A LOS 93 AÑOS, TRAS SUFRIR COMPLICACIONES RENALES
Se declaraba cultor del escolazo, del hipódromo y de la barra, pero sobre todo del tango, que lo tuvo como uno de los cantores de sus épocas de oro. Fue parte de varias orquestas, el debut como solista le llegó después de cumplir los 80, y siguió en actividad hasta hace poco.
› Por Karina Micheletto
Fue uno de los cantores de las épocas de oro del tango; su voz sonó en el histórico Glostora Tango Club. Su trabajo, sin embargo, no permaneció solo en el recuerdo de aquellos tiempos: en los últimos años tuvo una intensa actividad, con giras internacionales y la demorada grabación de sus dos discos solistas. Siguió cantando hasta sus últimos días. Ayer, a los 93 años, murió el cantante de tangos Juan Carlos Godoy, tras sufrir complicaciones renales. Sus restos fueron despedidos por familiares, amigos y colegas de los dos ambientes que frecuentó con pasión persistente: el tango y el turf.
Aníbal Domingo Llanos había nacido en Campana el 21 de agosto de 1922, y en la adolescencia había sido “adoptado” por el barrio de La Boca, donde se mudó con su familia. Usaba poco aquel nombre, excepto en documentos importantes como el de identidad, y aquel otro que en una nota le mostró, para ahorrar explicaciones, a esta cronista: el acceso vip a la tribuna oficial del Hipódromo de Palermo, que exhibía su foto estampada sobre la fachada del templo turfístico, en una tarjeta de plástico duro que llevaba siempre en el bolsillo.
El nombre que más usó, sin embargo, fue aquel por el que se hizo conocido en la Argentina y muy especialmente en Colombia (país tanguero si los hay, donde vivió durante una década, en los 80). Se lo puso Ricardo Tanturi, cuando lo eligió para cantar en su orquesta. “‘Porque Llanos no tiene acentuación’, me dijo. A mí el nombre no me gustó, pero si me decía que tenía que llamarme Juan Pérez, agarraba lo mismo”, recordaba el cantor. Así nació Juan Carlos Godoy.
Además de acompañar a Tanturi, Godoy formó en las orquestas de Mario Luzzi –en esa formación debutó en 1950–, Manuel Buzón, Félix Guillán y, en el año 1957, en la popularísima orquesta del pianista Alfredo De Angelis. En la radio alcanzó popularidad en el gran éxito musical de aquellos tiempos radiales, también de oro, el Glostora Tango Club.
Tenía una voz finita, entre dulce y arrabalera, que marcó su estilo en los 50 y que, ya como cantor maduro, también le ofreció posibilidades interpretativas diferentes para el tango. Contaba que la cuidaba vocalizando todos los días. “Eso me lo enseñó mi profesor, que era soprano del Colón. Y a él, a su vez, me lo recomendó Edmundo Rivero”, recordaba, y así venía, como una anécdota más entre tantas que aparecían con encantadora naturalidad y porteñísimo modo, su temprano encuentro con Rivero: “Me le acerqué al Feo en una fiesta, cuando él ya estaba con Troilo, y le dije: ‘Mire, yo creo que tengo condiciones, pero por ahí me estoy engañando. Uno tiene el berretín, ¿vio? Quisiera que me escuche cantar, y me diga con sinceridad, qué le parece. Usted no me va a engrupir’. Me escuchó y me dio su parecer: ‘Sí, pibe, tenés un lindo timbre de voz. Pero tenés que educarlo. No te tires a loco, andá a este maestro de canto’. Y así di con Ricardo Domínguez, empecé a estudiar con él, me hacía vocalizar. Es algo que sigo haciendo hasta el día de hoy”.
Mientras en la Argentina el tango entraba en una etapa crítica, en los años 80 Godoy se estableció en Colombia, donde ganó gran popularidad y adonde siguió viajando para presentarse con gran éxito: su vigencia se mantenía en 2011, cuando hizo una gira por Cali, Manizales y Medellín, o al año siguiente, cuando fue convocado para cerrar el importante Festival Iberoamericano del Teatro de Bogotá, ante 50 mil personas.
En 2004, Godoy “reapareció” y volvió a los estudios de grabación como parte del proyecto Café de los Maestros, dirigido por Gustavo Santaolalla y Gustavo Mozzi. Aquel disco y aquellas presentaciones –la más recordada fue en el teatro Colón, de la que surgió un registro audiovisual–, lo reunieron con los grandes maestros de las “décadas de oro” del tango, los años 40 y 50: Horacio Salgán, Leopoldo Federico, Mariano Mores, Osvaldo Berlingieri, Alberto Podestá, Atilio Stampone, entre muchos otros.
A partir de entonces, la actividad fue intensa: integró el espectáculo Cantores de Típica, junto a Alberto Podestá, Rubén Cané, Osvaldo Ribó y Lalo Martes, con quienes, cuarenta años después, recreó los famosos dúos de tango. Con esta compañía viajaba seguido en esos años, presentándose en distintos festivales de tango, pero nunca dejó de hacer paralelamente lo que decía que era parte de la esencia de oficio, lo que más disfrutaba: cantar en los boliches.
El primer disco que grabó como solista le llegó en la madurez: lo registró en 2010, cuando ya había pasado hacía rato los 80, convocado por Cecilia Orrillo y Gabriel Soria, dos generadores del tango. Llevaba un nombre de un tango que formaba parte del repertorio, y que le calzaba justo, justo: Canchero. En ese disco, acompañado por las guitarras de Carlos Juárez –el mismo que dirigiera por muchos años las de Nelly Omar–, mostraba una selección de tangos que grabó Gardel entre 1925 y 1930. Le calzaban también justo: “Uno y uno”, “Traicionera”, “Barajando”, “Se acabaron los otarios”, “Paquetín paquetón”, acentuaban en su interpretación frescos de un mundo de otarios y rufianes, bacanes y mistongos, farabutes y berretines.
Hubo otro disco solista: Obsesión –el nombre de uno de los tangos que lo hicieron conocido–, que grabó en 2013, también con la producción de Cecilia Orrillo. Con ese disco festejó sus 90 años, presentándolo en el Festival de Tango de Buenos Aires. Siguió cantando, hasta sus últimos días, en festivales y también en boliches tangueros, donde decía que se sentía cómodo, en su ambiente. Decía también que los tangos que más le gustaban eran los “atorrantes”, del estilo de los que grabó en sus discos solistas. Que se emocionaba escuchándolos, “porque son de mi infancia, hablan de cosas que eran mías”. Parte de ese mundo quedó registrado en sus discos. Otra parte se va con la muerte de este cantor que se declaraba cultor del escolazo, del hipódromo, de la barra. Y del tango.
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