Miércoles, 17 de febrero de 2016 | Hoy
MUSICA › TAYLOR SWIFT, KENDRICK LAMAR Y ALABAMA SHAKES SE LLEVARON VARIOS GRAMMY
La ceremonia de entrega de los gramófonos dorados es cada vez más un show televisado de los artistas que mejor rinden en las bateas. En esta ocasión hubo varios homenajes, entre los que sobresalió –por lo controvertido– el de Lady Gaga a David Bowie.
Por Juan Ignacio Provéndola
Los Grammy son como los managers: aunque todos los cuestionen, finalmente terminan sucumbiendo ante ellos. Así sucede desde 1959, cuando la Academia Nacional de Artes y Ciencias de la Grabación de Estados Unidos decidió entregar estos premios en forma de gramófono a la industria de la música, y sobre todo a partir de la primera ceremonia transmitida en vivo por televisión, en 1971. Desde entones, los Grammy se impusieron como el reconocimiento más importante del rubro y nadie pone en duda esto.
A pesar de que las menciones son notablemente influidas por los lobbies de las distintas compañías discográficas (en desmedro siempre del mérito genuino que puedan tener los artistas barnizados de bronce), cada año el mundo de la música se enfoca en estos galardones para esbozar lecturas e intentar comprender nuevos hábitos de consumo. En ese sentido, la última entrega dejó dos impresiones bien claras: la imposición del pop como música de masas, copando casi todos los premios más relevantes, y la ascendencia del rap en las categorías generales, rompiendo las barreras de las ternas propias del estilo a través de las 11 nominaciones de Kendrick Lamar.
Pero no es esto lo que observa la audiencia del planeta que se apoltrona frente a la pantalla para seguir en vivo y en directo la gala de premiación. Es por ello que los organizadores deciden quitarle cada vez más espacio a la entrega de gramófonos, para darles aire a presentaciones y espectáculos. Los debates internos de la industria nada tienen que ver con las expectativas de un público pochoclero que no está tan interesado en dedicatorias emocionadas y largos soliloquios, sino más bien en apreciar a sus artistas favoritos en acción. La entrega de los Grammy, en suma, se convierte en el circo del circo. La lista detallada con los ganadores de las 105 categorías será algo a lo que se dediquen los medios al día siguiente. A nadie parece preocuparle demasiado el detalle estadístico.
En el Staples Center de Los Angeles, donde el lunes a la noche se realizó la entrega número 58 de los Grammy, todo comenzó y acabó en Taylor Swift, una de las figuras más rendidoras de la industria mundial de la música durante octubre de 2014 y septiembre de 2015, período premiado por la Academia de Grabación yanqui. Poco y nada queda de aquella encantadora rubiecita que susurraba canciones country. Ni siquiera su guitarra. Sus asesores decidieron arroparla con un enterizo negro estampado en glitter para la apertura de la ceremonia, a su cargo con “Out of Woods”. La canción es el más reciente single de 1989, la taquillera obra consagrada como “Mejor Album” en la terna más esperada de la noche, casi al final. Eso la convirtió en la primer mujer de la historia que gana dos veces en el codiciado rubro.
Antes de la gala, en la llamada “Première de los Grammys”, se entregaron los premios menos relevantes, motivo por el que no fueron televisados. Varios de ellos a artistas latinos, tales los casos de Ricky Martin (“Mejor álbum pop”) y Natalia Lafourcade (“Mejor álbum alternativo”). Lo más cerca que estuvo la Argentina de una estatuilla fue la consagración como “Mejor banda sonora” de “Birdman”, la película guionada por Armando Bo hijo y Nicolás Giacobone.
“La gente que está aquí canta de verdad”, enfatizó el rapero LL Cool J, habitual presentador de estas galas, para dar paso a un video con lo que, se supone, fueron algunas de las más memorables performances de ceremonias anteriores. Allí aparecieron Adele haciendo “Rolling in the deep” o Lady Gaga compartiendo escenario a dos pianos con Elton John. La consigna impuesta por LL provocó el efecto inverso en los memoriosos que recordaron el papelón de Mili Vainili, aquel dúo de morochones que en 1990 fue despojado de su premio tras comprobarse que nunca jamás habían grabado una sola voz en el disco que se les atribuía.
Más adelante, Selena Gómez dio paso a una extraña Rihana notablemente excedida de peso y vestida con una especie de bata forrada en piel blanca que la mandaba de cabeza al ranking de las peor vestidas, rubro que la cantante acostumbra liderar. Pero no: todo se trató de un furcio de los videographistas de la transmisión, quienes confundieron a la muchacha de Barbados con Andra Day, artista similar... pero distinta. “¡Somos Trending Topic en todo Latinoamérica!”, dijo el exultante conductor hispanoparlante, aunque sin revelar el verdadero motivo de la difusión.
Otro momento bizarro fue la aparición de Gary Sinise, que no es otro que aquel que representó al Teniente Dan en la película Forrest Gump. Como si todavía estuviera escapando de las bombas que le mutilaron las piernas en Vietnam, Sinise aprovechó sus segundos de micrófono para agradecer “a las tropas militares estadounidenses que están sirviendo al país en muchos lugares del el mundo”, antes de, sí, ir a lo suyo: entregar el premio al Mejor Disco Country. Fue para “Traveller”, de Chris Stapleton, quien luego encabezó un tributo a BB King con “The thrill is gone”.
El primer gran homenaje de la noche había sido para Lionel Richie, elegido “Personaje del Año” e invitado a coronar su autotributo con “All night long” tras el paso de John Legend (“Easy”), Demi Lovato (“Hello”), Luke Bryan (“Penny Lover”), Meghan Trianor (“You are”) y Tyrese Gibson (“Brick house”). Dave Grohl, copa en mano, movía la cabeza enardecido desde su butaca. Minutos después se le perdería todo rastro de sonrisa al perder con Foo Fighters en la categoría Rock a manos de Alabama Shakes, aparición indie que sumó tres estatuillas en total.
Los últimos tiempos ofrecieron numerosas necrológicas en el mundo de la música y eso pudo palparse en estos Grammy, atiborrados de performances In Memorian. Glenn Frey fue recordado por todos sus excompañeros de The Eagles con el clásico “Take it easy” y más adelante hicieron lo propio The Hollywood Vampires, un dream team rockero, al recuerdo de Lemmy Kilmister. Por primera vez en televisión, los ¿ex? Guns & Roses Duff McKagan y Matt Sorum, Joe Perry de Aerosmith, Alice Cooper en voces y hasta Johnny Depp en guitarra hicieron dos clásicos de Motörhead: “As bad as I am” y “Ace of spades”.
Después de homenajear a Maurice White de Earth Wind and Fire junto a Pentatonix, el inoxidable Steve Wonder abrió el sobre que revelaba el ganador a la Mejor Canción y le metió suspenso con un chiste negro: “Les voy a mostrar lo que dice este papel... total, ¡nadie puede leer en braille!”. El premio era para “Thinking out loud”, baladita del británico Ed Sheeran. Los otros dos Grammy esperados fueron para “Uptown funk” y Meghan Trainor. La canción compuesta por Mark Ronson y cantada por Bruno Mars (que sonó a rabiar en todo el planeta) fue elegida “Grabación del año”, mientras que la joven rubia se convirtió en el “Mejor artista nuevo” y pidió perdón por “ser un desastre” luego de estallar en llanto.
El propio Bruno Mars presentó a una Adele nerviosa y desafinada. “El micrófono del piano se cayó sobre las cuerdas, de ahí que la guitarra sonara así. Sonaba desafinada. Esas cagadas pasan. Por eso, ahora me estoy mimando en una hamburguesería”, tuiteó después la cantante, que este año no estuvo nominada. El que sí se alzó con un Grammy fue Justin Bieber, el primero de su carrera. Lo hizo gracias a la canción “Where are U now” que grabó junto a Jack Ü y que tocó en la gala.
Lo más esperado de toda la velada fue, sin dudas, la presentación de Lady Gaga, a cargo del homenaje a David Bowie. Con Nile Rodgers de Chic en guitarra y un look en la línea de la portada Aladdin Sane, Gaga compuso la carta de un camaleón a otro con un medley que enhebró diez canciones de las más representativas del Duque Blanco: “Space oddity”, “Changes”, “Ziggy Stardust”, “Suffragette City”, “Rebel rebel”, “Fashion”, “Fame”, “Under pressure”, “Let’s Dance” y “Heroes”. La actuación generó opiniones encontradas entre quienes se fascinaron por la audacia y quienes se horrorizaron por... lo mismo. De todos modos, su paso por estos Grammy fue mucho más normal que aquella inolvidable entrada en la carpeta roja dentro de un huevo acarreado por efebos en cuero. Pero eso no era lo más descabellado: “Ironías inexplicables de la vida, David Bowie sólo ganó dos Grammy”, dijo el presentador LL Cool J, generando confusos aplausos.
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