Amores Tangos cultiva el lado festivo del tango, como algunas orquestas del pasado.
Imagen: Arnaldo Pampillon.

Eran las 3 de la mañana. Nicolás Perrone, bandoneonista de Amores Tangos, estaba en el bar de un amigo zapando sambas brasileñas y justo cae un seguridad de Mick Jagger. “Alguien dice ‘che, voy a buscar el bandoneón a casa y tocamos unos tangos, ¿si?’, y bueno, pasó... tocamos dos, tres temas, se acerca el de seguridad y nos propone ¡tocar para Jagger! al otro día. Empecé a llamar a los muchachos y no lo podían creer. José (Teixido, guitarrista y director del quinteto) me llamó cuatro veces para saber si era verdad”, se ríe Perrone. Todo el mundo canceló sus cosas, obvio, y a las 21.30 del viernes 12 de febrero estaban los Amores Tangos a punto de tocarse unos tanguitos para uno de las máximas estrellas de rock de la historia. Era un restaurante de Palermo, habían puesto unas sillas, y empezaron por “Canaro en París”, siguieron por “Los cosos de al lao”, Chuck Leavell, el tecladista de los Stones que también estaba en la velada, les preguntó de qué se trataba la letra, y empezó un ida y vuelta que superó largamente el tiempo de toque previsto.

“Les explicamos cómo era y cómo se tocaba el bandoneón, Jagger se interesó por el instrumento. El repertorio siguió con ‘Volver’, ‘La cumparsita’, ‘Por una cabeza’, ‘Adiós Nonino’, y temas nuestros como ‘Deshojando margaritas’, ‘Parararaira’ o ‘Sanata’, al que Jagger filmó con su teléfono, y después nos invitó un vino. Ah, y la corista (Sasha Allen) estaba prendida fuego”, sigue relatando Nico. “El hecho de hablar y contarles de qué se trataban los tangos hizo que todo el mundo se relajara... Parecía un asado, más que una cena. Creo que lo más importante de todo fue la paridad, porque llega un momento en que los músicos preguntan por la música, y creo que nadie es un Rolling Stone siendo un paparulo... Se es un Rolling Stone en todos los sentidos: con la música, con la forma de vida, con el conocimiento. Por eso Jagger preguntaba por las escalas del bandoneón, las marcaciones del tango, y tarareaba en algún coro... Lo mismo que nos pasaría a nosotros si vamos a otro lugar y escuchamos una música autóctona, ¿no?”, pregunta Limón García, el cantor que tuvo semejante honor.

Y todos dicen sí. Tanto como sobre el empeño que le piensan poner a su fiesta de carnaval, esta noche a las 20, en su debut en Niceto Club, con el Negro Falótico, Osvaldo Peredo y Cucuza Castiello como cantores invitados. “¡Osvaldo Peredo en Niceto!, dijo José, y éste el resumen de lo que queremos hacer. Es parte del camino de integración que buscamos”, sostiene Juan Tarsia, pianista, en referencia a la vieja gloria del tango que inmiscuirá su curtida voz entre el glamour ecléctico del boliche de Niceto Vega al 5500. “Sí, y también nos gusta la idea de que la gente pueda escuchar el show de pie, porque muchos nos dicen `che, qué ganas de bailar`. Me parece que esta cosa de festejar el carnaval abre el juego para ese lado, para el lado del movimiento”, se pliega Teixido. Y tercia Limón, el ex Bersuit: “Tocar en lugares de tango está bien, sí, pero tratar de acceder a lugares del rock también es importante, sobre todo para llegar a los jóvenes”.

–Es el espíritu de la época...

Limón García: –Sí, se habla mucho de eso, pero creo que recién ahora está empezando a despertar esto. Ocurre más en el interior, en las peñas. Lo que pasa es que el rock siempre habilitó a los otros géneros, y la idea no es ésa. La idea es llegar, instalarse y compartir. ¿Por qué no puede haber una orquesta de tango en un festival de rock?

–Los uruguayos tienen mucho de eso. Lo han hecho en festivales como el de la X, por ejemplo

Nico Perrone: –Sí, porque lo más importante es integrar y lo que a nosotros nos pasa musicalmente. Nos gusta integrar distintos estilos como músicas balcánicas, tangos, milongas, cumbias... Queremos que esto se vea reflejado en todo: en la ropa, en la gente que viene, en los lugares que toquemos. Y también está bueno ir a ganar a todas las canchas (risas)... A veces sale bien, a veces no se arma, pero la cosa es estar.

Juan Tarsia: –Ir a jugar y ver qué pasa, ésa es la cuestión.

Amores Tangos lleva publicados dos discos a la fecha: Orquesta de carnaval (2011) y Altamar (2013). Surgidos en 2008, como un ensamble de músicos y amigos, cultivan el lado festivo del tango, su arista carnavalera y hedonista, como el de ciertas orquestas del pasado. Bajo esa impronta, se han presentado en distintas ciudades de España, Brasil, Colombia e Italia. Ahora, luego de haber tocado 45 veces en 2015, van por la preproducción del tercer disco. “Va a ser muy sudamericano, muy vinculado con el carnaval y con altísimas influencias de Brasil, Uruguay y la Argentina”, adelanta Tarsia.

–¿Y cómo se vincula esta “triple frontera musical” con la segunda palabra del grupo?

José Teixido: –Que el grupo se llame Amores Tangos, bueno...

–Es fuerte...

J. T.: –Es fuerte, sí, pero no sé... A mí me gusta que tenga la palabra “tangos” y no “tango”. A ver: nosotros seguimos tocando tangos tradicionales. En todos los shows alguno hay, siempre vamos a tocar a milongas y hay una movida que sigue estando. La idea es que siga pasando eso, porque tengo amigos que nunca en su vida habían escuchado un tango y de repente salían del show diciendo “¡qué bueno ‘Canaro en París’!”.

L. G.: –Se trata de desarticular ciertas cosas, también, porque la palabra tango no es solamente el dos por cuatro tradicional. Nosotros escuchamos otras músicas, y a la hora de interpretar o componer se te filtran. Tiene que existir esta transformación, porque sino el género se muere. El espectro del tango es amplísimo.