Jue 02.06.2016
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MUSICA › MARCELO EZQUIAGA PRESENTA EN LA TRASTIENDA SU DISCO DE VERSIONES DE CARLOS GARDEL

Otro encuentro con la voz del Morocho

A un año de Caleidoscopio, Marcelo Ezquiaga volvió a demostrar que le sienta el adjetivo ricotero de “gran bestia pop” al poner en 4X4 los clásicos de Carlos Gardel. La osadía se llama Morocho, y la estrenará hoy a las 20.30, en La Trastienda (Balcarce 460). “Este disco no corta la racha, es una continuación del sonido de Caleidoscopio”, explica. “Si bien no son canciones mías, siento que me las apropié. Empecé a tocarlas en casa porque me gustan desde siempre, y estaba bueno... de a poco, y por el disfrute de hacerlo, grabé varios demos. La decisión del álbum vino de a poco. Sentí que podía aportar algo propio y actual. El repertorio tiene cero de tango tradicional”.

Aunque Gardel fue revisitado por Los Pericos, Los Piojos o Calamaro, Ezquiaga asegura que lo que diferencia radica en su punto de vista. “No escuché tantas versiones”, apunta el músico. “Me conecté con esas canciones desde un lugar muy mío. Morocho es una relectura. Haber invitado a otros artistas le da un color muy particular”. Kevin Johansen, Miranda!, Onda Vaga, Miss Bolivia, Chano Moreno Charpentier, Leo García y Joaquín Vitola son algunos de los invitados en los 13 dúos del álbum. “A medida que iba grabando demos se me iban ocurriendo. La idea era no invitar a cantantes ligados al tango, sino que aportaran a las canciones desde otro lugar, como lo hice yo”.

Las intervenciones de los mexicanos Julieta Venegas y Rubén Albarrán, al igual que la del brasileño Moreno Veloso, se tornaron en las colaboraciones más viscerales de Morocho a causa de la distancia cultural. “Julieta y Rubén tenían mucho que aportar en este género que excede un poco a lo rioplatense”, expedita el cantautor. “Tal vez se podría haber complicado si nos hubiéramos apegado a los temas originales, pero entendían el lenguaje que fuimos construyendo durante la grabación y que está emparentado con la canción de hoy”. Mientras que la incursión del hijo de Caetano, antes que convertirse en un guiño a Alfredo Le Pera, brasileño y coequiper del Zorzal Criollo en el proceso compositivo, fue por una cuestión de contrastes. “Soy muy fan suyo. Me gusta su música y es un cantante sublime. Me encantó que pudiera haber un invitado de Brasil que rompa con el castellano”.

La selección de Morocho fue concienzuda. “Elegí temas que me gustan, pero también los que coinciden con su época de exiliado. Tienen poco de lunfardo y son más universales quizá porque Gardel al componerlos se encontraba en el exterior y quería que su música fuera comprensible en otros países”, reflexiona Ezquiaga, quien a su vez confiesa que “Volver” fue el más complejo. “Son canciones con un oficio muy grande, hechas por un artista ya maduro”. Si bien a lo largo de la grabación fue cambiando la bitácora pop que inicialmente fijó para el disco, se aferró al recorrido. “Más allá de que crecí con guitarras eléctricas, sintetizadores y samplers, mucha gente me sugería un bandoneón o cantantes más tangueros, y dije que no. El resultado fue esa mezcolanza que tiene mi música, bien ecléctica”. Reconoce que su producción es mirada con reojo entre los fundamentalistas, pero Ezquiaga pretende reivindicar a Gardel como la primera gran figura pop de la Argentina. “Ésa fue mi conexión inicial. Si Gardel fue cambiante desde lo estético hasta lo sonoro, ¿por qué cerrarse? Se transforma todo el tiempo. Como dice el refranero: ‘Cada día canta mejor’.”

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