MUSICA › NOCHE PUNK EN LA SEXTA JORNADA DEL PEPSI MUSIC
› Por Cristian Vitale
Hace 358 días, Ska-P –la banda punky-ska española que se pasó diez años puteando al sistema– elegía el Pepsi para despedirse. “Nos vamos a separar y creo que elegimos el mejor sitio para hacerlo”, dijo entonces el guitarrista Joxemi. Sirvió poco el “Ska-P no se va” de 10 mil acérrimos. Ska-P se fue y lo hizo a lo grande: pidiendo perdón por el Día de la Raza –justo era 12 de octubre–, aunando fiesta y revolución y haciendo creer que el cambio aún es posible. Se desbandó. Joxemi formó No relax, Pulpul –-el líder– se llamó a silencio y Pipi, el clown punky, retuvo la impronta pasada con The Locos. Sin embargo, la obsesión nostálgica del público argentino se resiste a creerlo. Entre la bruma, la humedad y el humo del viejo y querido Obras –el techado– exigió una y otra vez un retorno que, a esta altura, es una quimera. Hubo que conformarse con retazos. Pipi –Ricardo para los amigos– armó un octeto con características más o menos similares: trío de vientos, dos guitarras, bajo y batería y una fórmula segura: ska + punk + letras politizadas. “Os gusta U.S.A.”, gritó tres veces el ahora frontman, y ante el triple y obvio “no” del retorno, empezó el recital a priori más importante de la sexta jornada del festival.
Un recital hecho de sobras. Imposible fugar hacia atrás y decir que Ska-P generó uno de los momentos cumbre de la anterior edición. Esta vez, el volumen de sudor y agite fue ostensiblemente menor. Todo pareció trascender a media máquina. Pipi, con su eterna cresta roja y bermudas camuflaje, forzó mostrar a The Locos como una continuidad de su anterior banda. Al segundo tema –“Prepotencia mundial”– ya había una estatua de la libertad inflable con una carabela de cara. Al tercero, el tipo ya había mandado un fuck-you “al hijo de puta de Bush” y al cuarto –“La última valla”– apeló al remanido gesto de ponerse una camiseta Argentina, como si hiciera falta abundar. Pero el clima de “huele a poco” operó casi toda la noche. Pogo, sí, pero a media máquina.
Suma: pocos momentos up. Tal vez, “Carne para la picadora”, el clásico de La Polla Records, que The Locos sacó de la manga para detonar el imaginario –buena versión, además–; “Resistiré”, uno de los pocos temas que los fans ya aprendieron de memoria y el postrero popurrí de Ska-P que, aunque en flash, hizo olvidar el cambio de jugadores en escena. Para colmo, en cancha mojada. Cuando The Locos pisó escena, Pipi y sus jugadores debieron saltear montañitas de moco a riesgo de quedar pegados al piso. Claro, 2 Minutos había dejado el campo en malas condiciones. Incluso, Pipi tuvo que exigir a ciertos “superpunks” que se guardaran los gargajos para los milicos: no quería ensuciar sus colorida vestimenta.
Al Mosca –líder de la agrupación de Valentín Alsina– le importan poco esos detalles de aseo. Su show fue la contracara del de The Locos. Mientras los españoles, pulcros y positivos, mostraron gran cuidado por la estética –¡tenían una máquina para lanzar papel picado a los costados!–, Mosca y su banda generaron un auténtico caos. Temas cortos, rápidos, contundentes, desprolijos y directos. Un Mosca entre belicoso y gracioso, y un público acorde –“El que no salta es un estón”–. Códigos de sótano en consonancia. “Ahora te escupo a vos y estamos a mano”, grita el Mosca a un agresor mucal, antes de “Piso 22”. Salidas lisonjeras para presentar temas, como “Mundo Tv” (“A veces pasan cosas locas en el mundo, que uno ve por televisión. Ya fue el tiempo de la cavernicolería (¡?)”. Y el pobre Sebastián Teysera, único invitado a quien Mosca presentó como ¡paraguayo!, que tuvo que cantar “Las piedras rodantes” esquivando salivazos.
Bonus I. A mitad del recital, Mosca sintió calor. Se sacó el chupín, las zapatillas, las medias y cantó en “Mosca de Bar”, “Barrio obrero”, “Aeropuerto” y varios temas más en ¡slip y descalzo! Bonus II. En una de sus corridas por la pasarela, un fan se le tiró encima desde la popular, se abrazaron y el sacado –que casi se mata– se zambulló en el campo, antes de que un urso de seguridad lo triturara. Bonus III. Mosca no paró de tocarse el miembro y expresar sus ganas de “ponerla” durante toda la noche. Antológico y escatológico. Si el punk-rock es esto, entonces WDK, Cadena Perpetua, los paraguayos de Eseka’a, incluso The Locos, son apenas bebés de pecho. Y el Pepsi no es su lugar.
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