A poco más de un año del memorable show que brindó en Buenos Aires, en el que mechó sus clásicos con los temas de su último álbum de estudio, Resituación (2014), Nacho Vega asalta nuevamente esta orilla del Río de la Plata apoyado por el EP Canciones populistas. “A mí siempre me gusta sacar EPs posteriores a los álbumes. Se trata de un formato que permite que los discos sean más heterogéneos”, asegura al otro lado del teléfono el cantautor español, quien tocará esta noche, a las 20, en la Ciudad Cultural Konex (Sarmiento 3131). Aunque a diferencia de su recital en Niceto Club, donde se presentó junto a toda su banda, esta vez actuará en formato de trío. “Todas las canciones que están ahí hablan del momento que estamos viviendo, pero con el humor a manera de arma. En España, el populismo, pese a que la gente olvida que puede ser tanto de izquierda como de derecha, y que quien más lo usó fue esta última, es una especie de demonio. A mí me gusta ese término porque en su esencia es algo que le habla al pueblo”.

–¿Cómo se escribe una canción populista?

–La canción populista es una alternativa a cualquier planteamiento neoliberal. Me apetecía reivindicar el término porque la música popular tomó un camino muy preocupante en los últimos años. Utilizo el populismo como contrapropuesta al elitismo. La música populista es aquella que implica un gesto, una voluntad transformadora. Y con esto no me refiero al contenido de las canciones, sino a la manera en que conduces tu música, hacia dónde la llevas y el compromiso que adquieres con tu oficio.

–Considerando que este EP salió en diciembre de 2015, ¿cuánta influencia tuvieron sus visitas a Latinoamérica en su contenido?

–Hay canciones que pertenecen a la época en la que hicimos Resituación, y otras que son nuevas. Básicamente las grabé todas en el mismo lugar, aunque algunas se hicieron en el DF mexicano. Y en el medio hubo un recorrido por varias ciudades. Por lo que están permeadas por la cultura de las distintas urbes a las que fui. No sé cuánta influencia tendrán más allá de los matices. Pero algo debe haber.

–Más que por la travesía en sí, la pregunta tiene que ver con su percepción de las crisis latinoamericanas y su paralelismo con la de España.

–Es una pena que hayan ido cayendo los populismos que triunfaron en la década pasada, porque había cosas interesantes. El hecho de que Evo Morales ganara en Bolivia y les prestara atención a los indígenas fue algo fantástico, sobre todo luego de que América latina estuviera azotada por las dictaduras que apoyó Estados Unidos. Parece que ahora, al igual que sucede en Europa, hay un proceso de derechización. Ese tsunami neoliberal, que en Argentina está representado por Macri, me preocupa. Aunque se vislumbra un horizonte de cambio, por más difícil que resulte combatir a la prensa y los poderes económicos. En medio de ese bipartidismo que enfrenta a los kirchneristas con la derecha neoliberal, estaría bueno que hubiera una revuelta social que pidiera un cambio de sistema.

–Podemos parecía representar en España la alternativa, pero se diluyó en las últimas elecciones presidenciales. Ante la acefalía de poder que padece su país, ¿cuál es la opción entonces?

–Este escenario de ingobernabilidad que vivimos ahora puede traer algo positivo. Lo que no funcionaba era el bipartidismo, que generó mucho sufrimiento. Entonces surgió una tercera vía a la que se sumó un montón de gente de izquierda que intentaba superar ese eje, y que se encontraba influenciada por las teorías populistas. Y pensamos que era interesante porque hay voluntad de cambio. Lo que pasa es que funcionamos muy rápido y pensamos que íbamos a acabar en cinco años con lo que llamamos “El régimen del 78”, donde pasamos de una dictadura fascista como la de Franco a esas cosa que denominan democracia, y que no es más que un régimen de libertades. Si bien nos va a llevar más tiempo, y quizá sea doloroso, por lo menos se vislumbra un horizonte.

–En su paso reciente por la Argentina, Felipe González criticó a Maduro, pero pidió comprensión para Macri. Considerando que es un símbolo del socialismo español, ¿no le parece una paradoja?

–Con todas sus políticas económicas, Felipe González demostró que estaba muy lejos del socialismo. Pero es cierto que cuando llegó al poder los votantes estaban muy ilusionados. Aunque no tardó mucho en reprimir luchas obreras. Así que últimamente se está quitando la careta, y está demostrando el fascista que realmente es. Todo el mundo sabe en España que fue el jefe de los Grupos Antiterroristas de Liberación (GAL), que era puro terrorismo de Estado. Felipe González es un criminal, y eso está en su ADN.

–Coincide entonces con la opinión de Pablo Iglesias.

–Sí. Pero por corrección política tuvo que retirarlo. Sin embargo, yo, que por suerte no soy político, no tengo ningún problema en decirlo.

–Se tomó muy en serio el rol de cantautor rebelde, militante y con conciencia social en el que ahondó tras la salida de Resituación. ¿Sufrió represalias y amenazas por eso?

–No me pasó a mí, pero lo veo en otros compañeros. Hace poco juzgaron a César Strawberry, cantante de Def Con Dos, por unos tuits. En las Fiestas de Madrid, un grupo de titiriteros estuvo en el calabozo por una obra un poco sarcástica en la que se mencionaba la palabra ETA. La Audiencia Nacional, que es un tribunal que no debería existir, está aplicando una censura contra los artistas. Eso en realidad tiene que ver con una hegemonía cultural que impuso el neoliberalismo. Y nosotros tenemos que buscar una salida que se le oponga.