Vie 02.09.2016
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MUSICA › LA CHICANA PRESENTA LA PAMPA GRANDE TODOS LOS VIERNES Y SABADOS DE SEPTIEMBRE EN EL TORQUATO TASSO

“Cada vez estamos un poco más folklóricos”

En su séptimo disco, la dupla de Acho Estol y Dolores Solá hace más explícita la mezcla de géneros: varias composiciones son de autores del sur de Brasil. “Encontramos a músicos que hacían las cosas que nos planteábamos hacer, con una libertad absoluta”, explican.

› Por Andrés Valenzuela

“Nuestros perros son una metáfora de nuestra música: mestizos”, comparan Acho Estol y Dolores Solá sobre García, China y Negro, mientras los dos primeros se acomodan para la foto que La Chicana se va a tomar en “su” sillón. El mestizaje musical es una marca del sonido de la dupla y las composiciones de Estol. Otro tanto puede decirse de su séptimo disco, La Pampa grande, que presentarán –desde hoy– viernes y sábados de septiembre a las 21.30 en el Torquato Tasso (Defensa 1525). Y aunque la placa flamante ahonda su vuelco a lo criollo y lo folklórico, no deja de lado su mezcla de géneros. Si ello fuese posible, la mixtura se vuelve más explícita, pues La Pampa grande surge por su interés en los ritmos brasileños y la estrecha relación con sus colegas gaúchos.

Una invitación de la Secretaría de Cultura de Canoas, Brasil, terminó de impulsar la concreción del disco, que sin embargo puede leerse como un díptico de su trabajo anterior, Antihéroes y tumbas. Según confiesan los argentinos, ambos discos fueron producidos casi al unísono y abordan geografías similares. “Ibamos equilibrando lo que tomaba forma como el gótico surero de Antihéroes y nos sacábamos el gusto con lo más alegre con esta influencia brasilera, pero todo tiene que ver con un mismo tipo de música y un mismo modo de verla y encararla”, plantea Estol.

Esta nueva entrega reparte casi por igual los temas propios y los de sus colegas. Clásicos del 2x4, apenas uno: el campero “El aguacero”. De los brasileños llegan versiones en castellano de “La guitarra en la grupa” (Mauro Moraes), “Noche de San Juan” (Vitor Ramil y Fernando Pessoa), “Dos mil uno” (Tom Zé y Rita Lee), “Romería” (Renato Teixeira) y “Valsa para uma meninha” (Vinicius de Moraes y Toquin- ho). Estol, en tanto, aporta “Efemeróptero”, “Los lirios del campo”, “Comodín”, la chamarrita “La reina del sur”, “Cactus”, “Qué pasó” y “Algo más”. También “El ratón Gastón”, compuesta a cuatro manos con Arthur De Faría.

“A La Chicana le tocaba hacer un disco porque llevábamos cuatro años desde Revolución o picnic”, cuenta Solá. “Teníamos esta invitación del Festival de Jazz de Canoas para hacer un disco con músicos gaúchos amigos y no estábamos seguros de si todo tenía que ser un solo disco, teníamos miedo de que tuviera un acento demasiado brasileño”, ahonda sobre los orígenes de la placa que, finalmente, tiene un sonido plenamente ‘chicanesco’ y a la vez abreva en distintas vertientes de la rica tradición musical de Brasil. La poética de Estol, propia y traduciendo a sus colegas, y la voz de Solá hacen el resto para dar cohesión musical al disco.

Según Estol, la influencia musical brasileña está ya en los albores del grupo y eso ayudó a la incorporación natural de La Pampa grande en la discografía de la banda. “Tiene más que ver con una ideología, no tanto con tocar música brasilera”, señala. “Cuando empezamos, queríamos hacer tango porque lo vimos fértil para lo que hacía el flamenco joven en España, que conjugaba un estudio de la tradición como trampolín a la originalidad de algo totalmente nuevo, mezclado, fusionado, libre, psicodélico”, recuerda. Eso mismo se encontraron en Porto Alegre, cuando fueron a presentar su primer disco, hace dos décadas. “Nosotros luchábamos por deformar un poco la milonga, de hacer una milonga africana, con miedo a qué decía la academia del tango y había músicos en Porto Alegre que hacía milongas con cítaras, que hablaban de indios pampas con secuencias sampleadas, delays, ecos, y no había ninguna academia que dijera nada.”

Solá destaca que los temas de sus colegas fueron elegidos por su sintonía con la estética de La Chicana y por su adaptabilidad al castellano. “Varios temas tienen la estética de vida al sur”, señala a “La guitarra en la grupa” y “Noche de San Juan”, y advierte a que “los únicos temas que suenan más ‘a brasilero’ según esa idea de que lo brasilero es lo del norte, son ‘Jatobá’ y ‘Dos mil uno’, que es como un himno”. Justamente “Dos mil uno” es uno de los temas más enérgicos del disco y uno de los que más le interesa a la dupla. Cuenta Estol que, hablando con su compositor, éste le contaba que era fruto de su interpretación de la película 2001: Odisea del Espacio (Stanley Kubrick y Arthur C. Clarke). “El había visto ahí la conjunción del folklore en el espacio, con la ciencia, porque el vals de Strauss representaba la danza del pueblo y la ciencia ficción era las leyendas actuales”, explica el compositor. “A mí me parecía genial la idea de entender la música como una especulación del futuro, que acá no tenemos, que hubo un poco en los comienzos de Santaolalla, algo en Gieco, pero sin una psicodelia que se metiera con el folklore como hicieron Los Jaivas en Chile o Los Saicos en Perú”, reflexiona. En el camino recorrido junto a los brasileños, define Solá, se encontraron “a músicos que hacían las cosas que nosotros nos planteábamos hacer, con una libertad absoluta”.

Cuando se les señala que sus discos se están acercando progresivamente al campo, Acho y Dolores reaccionan con cierta sorpresa. Primero, ella empieza a listar algunos temas, desde los primeros discos, eminentemente urbanos, y finalmente acepta: “es verdad que cada vez estamos un poco más folklóricos”. Tiene que ver, comenta, con la evolución del proyecto musical y su confianza. “Al principio, hacer folklore era sacar los pies del plato, ahora es tan fuerte la composición de Acho que en realidad mientras sea suya puede ser cualquier cosa, una chamarrita o lo que sea”, elabora la cantante. Y él acota: “Hoy pensaba cómo el tango remite visualmente a algo gris, urbano, y decís folklore y parece todo colores y cielo abierto... Un tango como ‘El aguacero’ es tan naturaleza, verde y lluvia, y es una parte fundamental. Por algo Salgán escribió aquellos tangos camperos y los valoraba tanto. Es una parte muy genuina, que no sé si vale más que las partes inmigratorias, pero es troncal, junto con la africana”. De esa tradición se nutre ahora La Chicana para andar su camino. Una ruta que, parafraseando a Castillo, dan ganas de cantar.

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