Vie 02.09.2016
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MUSICA › CRISTOBAL REPETTO CANTARA ESTA NOCHE EN CAFE VINILO

Expresividad desde la raíz

Aunque arrancó como cantor de tangos, pronto encontró su identidad en la raíz folklórica. Hoy volverá a mostrar las canciones de Tiempo y silencio, que grabó junto a un seleccionado de músicos, y con Gustavo Santaolalla como productor.

› Por Karina Micheletto

Tiempo y silencio: así se llama el disco que Cristóbal Repetto grabó junto a un seleccionado de músicos y con Gustavo Santaolalla como productor. Y que es una de las muestras de la vitalidad y las posibilidades de expansión que tiene la música de raíz folklórica en tiempo presente, en proyectos que ponen en juego diversas influencias, pero sin apartarse de esa raíz. El intérprete de Maipú volverá a presentar este material hoy las 21 en Café Vinilo (Gorriti 3780). Lo hará junto a otro seleccionado musical, parte del cual tuvo que ver en aquel registro: Diego Rolón, los hermanos Juan y Marcos Núñez, Catriel Ramírez, e invitados como Cuti Carabajal, Fernando Barrientos, Barbarita Palacios, Camilo Carabajal, Javier Casalla, Carolina Peleritti, la santiagueña Candela Mazza y Daniel Melingo, a quien Repetto menciona como “padrino”, ya que tuvo que ver en los comienzos de su carrera, allá por principios de siglo, cuando enfocó sus primeros pasos en el tango, aunque ya interesado en la raíz criolla de ese género.

Aquel período más tanguero de sus inicios tuvo su punto de mayor difusión cuando Santaolalla lo convocó para Bajofondo Tango Club, en la explosión del tango electrónico y también su expansión, con giras por el mundo. La aparición de Repetto estuvo marcada por el particular registro de su voz, agudo y de gran expresividad, que en aquellos comienzos tangueros lo presentaba como “un nuevo Magaldi”. Esa capacidad expresiva encontró otro cauce cuando el cantor se enfocó en una raíz más folklórica, aunque lo suficientemente amplia como para incluir a Violeta Parra, Pedro Guerra o León Gieco junto a Eduardo Falú, Jaime Dávalos o León Benarós. Allí lo ubicó Tiempo y silencio, un disco de gran belleza formal y conceptual.

Repetto está nuevamente radicado en Maipú, en la provincia de Buenos Aires (a 3 horas y media en auto desde Capital, y 6 en el colectivo lechero, describe con precisión). Allí se grabó este disco, que incorporó ciertos sonidos y elementos del lugar. Y hasta un autor: Angel Feliciano Mele, que hoy tiene 86 años y “toda su vida fue mensual, es decir, puestero en una estancia”. “El escribió ‘No tenés un pingo atao’, sobre el palenque donde ataban los caballos sus hijas para ir a la escuela”, cuenta Repetto, que transformó esos versos en una milonga campera, que terminó grabando con Mele y Santaolalla, allá en Maipú. Y llevando a escenarios como los del Lincoln Center, en Nueva York, o el Royal Festival Hall de Londres.

Desde Maipú, Repetto lleva adelante, junto con Natalia Vega, su pareja, el programa radial Sonidos del mundo, por Radio Libertad (FM 92.5, y por internet), y alguna vez produjo el Festival Música del Alma, que con entrada gratuita y por seis ediciones llevó artistas como Suma Paz, Pedro Aznar o Santiago Feliú, en una de sus últimas actuaciones. Otros proyectos los entusiasman: Voces de un canto libre, un trabajo de recopilación sobre canciones prohibidas en dictaduras, o Los músicos de mi pueblo, en el que grabaron y filmaron a los músicos legendarios del pueblo, inédito hasta el momento. “Como un Buena Vista Social Club, pero de Maipú”, se ríe el intérprete. “Cuando viaje a Europa lo voy a llevar y espero poder editarlo pronto, porque es un material que termina de ilustrar un perfil que siempre me gustó: no solamente cantar, sino también aportar desde otros roles. Algunos músicos ya no están y será también un homenaje a ellos”, cuenta en diálogo con Página/12.

–¿Qué cambió y qué permanece desde que grabó Tiempo y silencio hasta ahora?

–En este tiempo, las canciones se resignificaron, sobre todo porque me reencontré con mi raíz, con mi identidad folklórica. Fue un redescubrir en mi voz nuevas sonoridades, matices. Ya no está presente el arrabal, porque encontré un canal de comunicación que me llevó a estar en mi lugar, con mi identidad. También hubo un momento muy especial, que fue la partida de mi viejo, en abril de este año. Ahí se volvieron a resignificar todas las canciones, cada letra, cada recuerdo. En “Por el camino perdido”, por ejemplo, Gieco dice: “Cada minuto valía una vida”. Y yo siento que fue así. Mi viejo tuvo mucho que ver en este disco.

–¿Por qué?

–En su discoteca, a la que yo accedí desde muy chico, están los discos que inspiraron esta grabación: piezas clave de mi formación musical. El me mostraba artistas muy comprometidos socialmente y siempre me sentí muy reflejado en esos artistas que son los que elegimos por algo más que lo musical.

–¿Cómo incorporó los temas no estrictamente folklóricos?

–En el documental del disco, Gustavo remarca que a mí lo que me gusta al elegir una canción es imaginar un universo sónico diferente al del que fue concebida, pero que siga conservando su esencia. Me da mucho orgullo que diga eso: “Suéltate las cintas” es un tema suyo, que originalmente grabó como música clásica, cantada por una soprano. Yo la imaginé en un estilo más yupanquiano y convoqué a Carlos Martínez. A “Mariposas de noviembre”, de Luis Pastor, la imaginé en tiempo de cueca. Los dos después de escuchar las versiones me dijeron que era justo lo que hubieran querido. Por supuesto, ése es el mayor elogio.

–¿Qué le dejó como aprendizaje el trabajo con Santaolla?

–Gustavo tiene una sensibilidad muy especial, se compromete mucho con las producciones desde lo sentimental. No es un productor que se esté metiendo continuamente: él da algunas indicaciones que potencian tu trabajo. Es un artista muy inspirado que en el estudio crea un halo de energía muy especial. Tal vez está sin decir nada, a un costado, pero su presencia misma ya está flotando. Así que el aprendizaje fue total, y la admiración que siento por él, más grande todavía. Para mí, De Ushuaia a La Quiaca es el mejor disco que escuché en mi vida, y la inspiración más grande que he tenido como artista. Como idea de encuentro generacional, además, es el ejemplo que quiero seguir. Y pude grabar con artistas como Juan Carlos Godoy y Lisandro Aristimuño, de muy diferentes procedencias y edades. Es una suerte, y una riqueza.

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