Sáb 03.09.2016
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MUSICA › MARIANA LUCIA Y SU DISCO CORAZON DE BOMBON

Canciones de frontera uruguayo-brasileña

› Por Sergio Sánchez

La cantautora Mariana Lucia es reflejo de los rumbos inesperados de la vida. Es hija de uruguayos, pero nació en San Pablo y pasó su infancia en Río de Janeiro. Cuando tenía 11 años volvió junto a su familia a Montevideo, donde vive ahora. Eso hizo que su canción absorbiera la influencia de la música anglosajona de las radios brasileras (como el pop americano), la MPB de Gilberto Gil, Gal Costa, Milton Nascimiento y Caetano Veloso, la música uruguaya de su adolescencia (que terminó de moldearla) y un viaje de estudios a Portugal, donde se apasionó con el fado. “Soy una cosa sincrética medio ‘requechada’, una mescolanza de recortes”, dice medio en broma. “Mis viejos se exiliaron en Brasil después del golpe y se enamoraron de su cultura. No eran ‘tupa’, pero eran de izquierda y sintieron que tenían que irse. No había una comunidad uruguaya allí, entonces se mezclaron mucho. Cuando era niña, en la cuadra donde vivía, los fines de semana se abrían las puertas, vivíamos al lado de una favela, y era MPB todo el día”. Lo suyo no fue la música gaúcha, que sí marcó el sonido de los hermanos Drexler, Ana Prada y tantos más. “Yo soy mucho más tropicalista, más colorida”, se ríe, pero no deja de sintonizar con la obra de músicos de su generación, como Diego Drexler (productor del disco) y Martín Buscaglia. El disco en cuestión es el cuarto y se llama Mi corazón bombón (2016, Los Años Luz). Lo presentará hoy a las 21.30 en Plataforma Lavardén (Mendoza 1085), Rosario.

“La intención de este disco fue capturar un sonido más orgánico y la impronta del toque en vivo, sin pretender que todo esté a tempo o recontra afinado o preciso. Tiene que ver con la tradición musical de acá: una canción más espontánea”, cuenta. Por eso fue fundamental el trabajo de la banda: Drexler en bajo, Buscaglia en guitarra eléctrica, Nicolás Constantini en batería y Ariel Miglioreli en teclados. Las canciones con impronta pop se acompañan por letras con una sensibilidad especial sobre la mujer, el amor y el sexo. “Antes quizás las letras eran más abstractas o místicas, pero acá encontré cierta madurez. El nombre del disco es una ironía: me gustaba burlarme de mi propio romanticismo. En la tapa del disco, que ideó un amigo, hay elementos románticos (una caja de bombones, un osito) que me atacan, es como una pesadilla”. Entre las canciones, se destacan “L14” (narra una incómoda situación que el ocurrió en un colectivo), “Travelín” (compuesta con Buscaglia), la tropicalista “Mamífero animal” y la potente “Silencio”, en donde luce su portugués.

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