Domingo, 2 de octubre de 2016 | Hoy
MUSICA › RICHARD GALLIANO ACTUA HOY EN EL CENTRO CULTURAL KIRCHNER
Con más de 50 años de carrera, el acordeonista francés atravesó diferentes estilos, populares y clásicos. “Lo que hice fue poner al acordeón en diálogo con otras músicas”, subraya.
Por Santiago Giordano
Por sobre las posibles especulaciones sobre si su música podría entrar en los rótulos del jazz, o si quizás está más cerca de la tradición clásica, o incluso encuentra afinidades dentro del tango contemporáneo, Richard Galliano responde sencillamente que él es un músico francés. Un acordeonista francés, para más datos. Y si en las distintas etapas de un artista que lleva más de 50 años de carrera su música atravesó por diferentes estilos y dialogó con distintas tradiciones, lo hizo desde ese lugar. “Si usted me pregunta qué hice de importante en mi vida, le diría que no hice más que cumplir un sueño que traía desde mi infancia, que era el de cambiar el acordeón de lugar. Es decir, cambiar su imagen, que estaba estrechamente relacionada con el ámbito de la música para baile, donde había sido confinado, con la correspondiente condena a ser un instrumento menor. Lo que hice fue ponerlo en diálogo con otras músicas”, explica Galliano a Página/12. “Con esto no digo que soy el mejor del mundo ni mucho menos, pero sí que logré que el instrumento se libere de su mala fama, para que otras músicas, como el jazz o la llamada música clásica, le abran sus puertas. Pero lo que más me complace, es que ese camino fue seguido por muchos acordeonistas hasta hoy”, asegura.
Hoy a las 19 Galliano actuará en el Centro Cultural Kirchner, junto a un grupo de músicos que por su variedad estilística bien pueden reflejar aquel sueño de la niñez. Junto al acordeonista estarán los integrantes de Escalandrum, Daniel “Pipi” Piazzolla en batería y Nicolás Guerschberg en piano, y el contrabajista Juan Pablo Navarro, además del violinista francés Bertrand Cervera, prestigioso solista y concertino de la Orquesta Nacional de Francia. El programa del concierto incluirá piezas de Galliano, como La Valse a Margaux, Spleen y Tango pour Claude, además de obras de Astor Piazzolla, como Otoño porteño, Primavera porteña y Oblivion. Y se completará con otras piezas, de Johann Sebastian Bach.
“Encontrarme con estos muchachos será maravilloso, y descuento que se producirán lindas cosas entre nosotros”, asegura Galliano de cara a esta próxima presentación. “Bertrand (Cervera) será un poco el factor de unión del grupo, él es un músico de gran escuela y muy versátil. Además me encontraré con Pipi, el nieto de mi gran amigo y maestro Astor Piazzolla. Me gusta mucho lo que hacen con Escalandrum, esa manera de fusionar jazz, rock y tango”, halaga.
–¿Qué recuerdo tiene de Astor?
–Astor me dio un consejo que nunca olvidaré: no te alejes de tus raíces. Eso fue fundamental para mí en un momento en el que yo tocaba mucho jazz. Todavía siento la inmensa energía que Astor reflejaba como músico y como persona. Hoy tenemos la inmensa alegría de ver el modo en que su música es reconocida, aunque es una pena que esto se diera después de su muerte.
De aquel consejo de Piazzolla salió New Musette, un disco que Galliano grabó en 1991 en el que, al frente de un cuarteto, aborda al clásico vals-musette francés desde otro lugar. Una nueva forma en la que el calor del jazz –además del empleo amplio de la improvisación– y cierto modo de administrar la energía expresiva que estaba en Piazzolla, renuevan un género popular emblemático de Francia. “Del mismo modo que es posible escuchar una evolución del tango paralela a la del bandoneón en Argentina, en Francia el vals-musette se desarrolla junto al acordeón. Es la necesidad de cada generación de poner estas músicas al gusto de los tiempos actuales”, asegura Galliano.
–¿Sintió el rechazo por parte de los conservadores cuando renovó la musette?
–No. Si lo hubo no me di cuenta. Fui muy respetuoso de las raíces y eso se notó. Además, se sabe que el rol de cada generación es ir más allá. Siempre.
–¿Cómo inició su camino en el jazz internacional?
–Chet Baker y Ron Carter fueron los primeros nombres importantes del jazz con los que colaboré. Antes había trabajado con estrellas de la canción francesa como Juliette Greco y Charles Aznavour, pero aquellos encuentros con músicos de jazz me abrieron horizontes importantes.
–Un camino ilimitado...
–No crea. En Estados Unidos todavía existen muchos prejuicios para integrar un instrumento como el acordeón al universo de la música afroamericana.
–¿Y usted se siente un músico de jazz?
–Antes que nada me considero músico y compositor. ¿O usted no cree que grandes nombres del jazz como Miles Davis, John Coltrane y Bill Evans, por nombrar algunos, no son músicos, antes de ser trompetista, saxofonista y pianista?
Entre los discos de Galliano hay reflejos precisos de ese estado de alerta ante la variedad. Bach (2010), Vivaldi (2013) y el reciente Mozart (2016), un disco en el que junto a un quinteto de cuerdas transcribe con precisión y cierta propiedad estilística un contrapunto de El arte de la fuga, los movimientos del Concierto para clave, el Concierto para oboe y violín, o algunas danzas de las Suites para violonchelo, entre otras cosas. En From Billy Holliday to Edith Piaf (2009), que Galliano comparte con el quinteto de Wynton Marsalis, tiende puentes entre dos civilizaciones afines pero con características propias bien definidas: la canción americana y la francesa. En Paris Concert (2009) aparece el solista omnívoro, capaz de saltar con idéntica soltura y frescura de Piazzolla a las Gnossiennes de Eric Satie, de la canción italiana a los acordeonistas brasileños, de Thelonious Monk a sus propias composiciones. Ni hablar de los dos maravillosos Mare Nostrum (2008 y 2016), junto al trompetista italiano Paolo Fresu y el pianista sueco Jan Lundgren.
–¿Además de acordeón, usted toca bandoneón. ¿Lo trajo a Buenos Aires?
–¿Usted llevaría salchichas a Frankfurt?
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