Dom 09.10.2016
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MUSICA › CHANO DOMINGUEZ SE PRESENTARA MAÑANA EN LA USINA

“El trío permite libertad y diálogo”

El pianista andaluz, precursor de jazz flamenco, tocará junto a Horacio Fumero en contrabajo y David Xirgu en batería. Con cada músico que me encuentro tengo que tocar de una manera diferente. Eso es lo enriquecedor”, afirma.

› Por Santiago Giordano

“Si uno se estanca en lo mismo, tarde o temprano se cansa, por eso me gusta variar. Es más, lo siento casi como una obligación”. Chano Domínguez dice esto al teléfono, antes de regresar a Buenos Aires, ciudad de la que, asegura, guarda hermosos recuerdos. “La primera vez que fui, fue en los ‘90 –rememora–. La última, el año pasado, en dúo con Niño Josele. Y siempre resultó maravilloso”. Mañana a las 21, en la Usina del Arte (Caffarena 1), con entrada gratuita, el pianista gaditano, precursor de jazz flamenco y uno de los músicos españoles con mayor proyección internacional, se presentará en trío. Con él estarán Horacio Fumero en contrabajo y David Xirgu en batería. “Tocar en trío es siempre saludable para un jazzista –asegura Domínguez–. Si bien me gusta mucho destacar otras formaciones que llevo adelante, como el cuarteto flamenco, los dúos o los encuentros con orquesta, me entusiasma reencontrarme con el sonido del trío, con esa dinámica que te permite libertad y diálogo. De alguna manera el trío es una parte importante de mi historia y del trabajo que desarrollo, aunque en esta oportunidad llevo una sorpresa: mi hijo Pablo Domínguez tocará la percusión flamenca en algunos temas”, adelanta.

Desde sus comienzos en los ámbitos de lo que ya en los ‘70 se señalaba como rock flamenco, con el grupo Cai, Domínguez no deja de reflejar la inquietud de trazar puentes que le permitan cruzar por las distintas tradiciones. “Tuve la suerte de nacer en Cádiz –explica–. Eso me dio la posibilidad de hacer lo que hice con total naturalidad. Me crié con el flamenco, a través de mi padre y mi madre y todo lo que tenía alrededor, junto con otras influencias como el rock y la música improvisada, que me acercó al lenguaje del jazz, que en definitiva es lo que más estudié”.

En 1992, Domínguez editó su primer disco solista, Chano, un trabajo en que temas como “Naima”, de John Coltrane, o “Well You Needn’t”, de Thelonious Monk, dialogan con versiones de “La tarara” o composiciones propias, todo interpretado en clave de flamenco con desarrollos de improvisación. “Cuando salió ese disco, donde se hace por primera vez bulerías y otros palos del flamenco en el piano con un trío de jazz, pensé que me crucificarían de los dos lados: los del jazz y los del flamenco. Fue todo lo contrario. Recibí buenas apreciaciones y el aliento para seguir. Y seguí”, reflexiona el músico.

–¿Cómo siente que está hoy el jazz flamenco, tras décadas de rodajes y con un público internacional?

–Hoy se hace música flamenca en todo el mundo y es natural. Cuando nosotros comenzamos en los ‘70 en el rock andaluz, éramos los únicos que fusionábamos los ritmos flamencos. También lo hacían en Cataluña los del grupo Música Urbana, que en esas mezclas de músicas mediterráneas incluían algo de flamenco. Desde entonces, el panorama ha cambiado mucho, y hoy es habitual escuchar guitarristas y pianistas flamencos en Francia, Alemania, Inglaterra... Músicos jóvenes que se han pegado a esta tendencia de mezclar lo que es la cultura flamenca.

–¿El sonido del jazz flamenco pasa por los instrumentos, por los rasgos melódicos, por los armónicos?

–El que es flamenco, toca flamenco con lo que tenga, sea una tuba, un saxo o un palo de escoba. Es cierto que hay instrumentos que son más cercanos a ese sonido que otros, pero es el músico más que el instrumento el que hace que algo suene a flamenco. Ahí está el lenguaje.

–¿Y cómo se combina ese lenguaje con otros?

–En mi caso, nací ya fusionado. Me gustó usar los ritmos del flamenco para tocar un estándar de jazz, un blues o una canción latinoamericana llevada al jazz. Hay que conocer bien los dos lenguajes, y pensar que entre ellos debe haber un ida y vuelta constante. La armonía del flamenco originalmente es más limitada, por su carácter modal, pero el jazz le abrió nuevos campos, la enriqueció notablemente. Hoy puedes ver que cualquier guitarrista flamenco usa acordes que hace treinta años pocos podían imaginarse en esa música. Y suena flamenco, están incorporados a ese lenguaje. Al mismo tiempo, el jazz se ha enriquecido rítmicamente con los palos del flamenco.

–¿Y cómo han sido las experiencias de combinar el trío de jazz con la orquesta sinfónica?

–Hace tiempo que estoy escribiendo música para orquesta sinfónica y es muy estimulante disponer de una maquinaria sonora como esa para trabajar los palos del flamenco. Ocurre también que, en general, las orquestas no tienen incorporado en su lenguaje corriente las cosas del flamenco, como es natural que sea. Ese es el gran desafío en este sentido. De todas maneras, mis experiencias, últimamente con la Orquesta Nacional de Costa Rica, y antes con la Orquesta Nacional Española o la Orquestra Camera Musicae de Barcelona, fueron muy gratificantes.

–Así como impulsó el piano flamenco, también impulsará la orquesta flamenca...

–Hombre, eso ya lo hicieron Manuel De Falla, Isaac Albéniz, Enrique Granados. Yo, con mucho respeto, hago la música que me nace, que por supuesto tiene mucha influencia de ellos.

–¿Tiene pensado seguir escribiendo para orquesta?

–La música me ha ido llevando a tantos estados diferentes, a tantas formaciones, tocando músicas de las más variadas, que cada vez que encuentro el momento me apetece escribir para orquesta. En un horizonte espero no muy lejano tengo la idea de escribir un concierto para piano y orquesta, mientras tanto estoy terminando una obra para quinteto de bronces con piano, que estrenaremos el año que viene con los Spanish Brass.

Entre otras cosas, en el corto plazo de Domínguez hay otro encuentro con Paquito D’Rivera para tocar en el Birland de Nueva York, con la idea de grabar en vivo, y varias presentaciones en dúo de pianos con el italiano Stefano Bollani. “Como le decía al comienzo, me gusta variar. Con cada músico que me encuentro tengo que tocar de una manera diferente. Eso es lo enriquecedor”, concluye el andaluz.

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