La primera fecha del Personal Fest 2016 podría subtitularse “Calamaro meets…”, al igual que esos álbumes que reúnen a artistas que de otra forma no se cruzarían y que navegan en fabulosos menjunjes sonoros, debido a que el programa del evento para hoy se presta a semejante tentación. Si bien un mano a mano entre el Salmón y Richard Ashcroft aparece imposible, Jamie Cullum no se cierra a ninguna propuesta, y menos si ésta se encuadra en la Argentina. “Estoy muy contento de volver a Buenos Aires porque es un lugar maravilloso, al igual que su gente”, afirma al otro lado del teléfono el pianista y cantante inglés de pop y jazz, quien actuará en el escenario principal a las 19.25. “La última vez que estuve allá fue hace diez años. Si bien la gente no estaba tan relacionada con mi música, me brindó un gran respeto y pasión. Me hizo sentirme increíble. Desde ese entonces quise volver, pero se me dificultó conseguir un buen booking que lo lograra. Hasta que finalmente sucedió”.

–¿Cómo será su recital en esta oportunidad?

–Esta vez vuelvo mejor preparado. Debido a que pasó una década desde mi último show en Buenos Aires, tengo más canciones para mostrar. Me gusta medir al público a medida que avanza el recital, pues ese termómetro es lo que determina cómo evoluciona el repertorio.

–Considerando que su álbum Interlude apareció hace dos años, ¿aprovechará esta ocasión para presentar canciones nuevas?

–Teniendo en cuenta que voy a tocar en un festival donde el género principal no es el jazz, es seductor presentarme ante un público al que puedo llegar a sorprender, así que no voy a tocar mi material nuevo.

–Si bien ese trabajo está conformado en su totalidad por covers de otros artistas, ninguno de sus discos ostenta un repertorio entero firmado por usted. ¿Por qué no lo hizo aún?

–El disco que estoy preparando en este momento, que va a salir el año próximo, está basado en material propio. Y para mí es un paso muy importante en mi carrera, porque será el primero cuya música y producción serán llevadas adelante por mí, a diferencia de mis trabajos anteriores, que están basados en la reversión.

–¿Qué determina que salga una nueva producción suya: la inspiración o la presión del sello?

–La presión para poner un disco en la calle la tienen más Justin Bieber o algún otro artista pop. En mi caso en particular, no necesito rodearme de productores o arregladores que compongan mi música. La expectativa del público es que haga canciones en las cuales crea. De no hacerlo así, se daría cuenta rápidamente. Una vez que atravieso ese proceso, el álbum ve la luz.

–Gracias a artistas como usted, Jose James, Gregory Porter o Esperanza Spalding, el jazz abrazó a una audiencia que también consume indie y electrónica. ¿Piensa que la forma de entender el género cambió para siempre?

–Cada diez años, más o menos, aparece un artículo que habla sobre cómo el jazz cambió. Cuando lo hacen ahora, se refieren a mí. Pero en el pasado los arquetipos eran Harry Connick Jr, A Tribe Called Quest o Miles Davis, que luego empezó a rockerarla. Creo que el jazz es una forma artística muy amplia que siempre está mutando, y que en determinados momentos sale a la superficie. Y desaparece, pero eso no quiere decir que se extravió. Así que es más una cuestión de los medios que se refieren al regreso del género una vez que surge un estilo o un artista con ciertos componentes jazzísticos.

–¿No le parece curioso que aún se refieran a usted como un artista joven?

–Tengo 37 años y, a pesar de la carrera que desarrollé, me considero un artista joven. No creo que lo vaya a ser toda la vida, así que lo dejo librado al azar. Me siento feliz del lugar que ocupo ahora.

–¿Se animaría a incursionar en otros estilos musicales?

–Si bien escucho a muchos artistas que hacen dubstep, entre los que destaco a James Blake, no es particularmente un estilo en el que me haya adentrado. Pero en mis discos hay ciertos momentos que coinciden con sus características. Una de las grandes posibilidades que me permite el jazz es poder darle ciertos colores y matices a la música, aunque sin ser de ese palo. Sin embargo, no me veo en el futuro grabando un álbum exclusivamente de dubstep.

–Aunque reconoce como influencias a Ben Folds y Harry Connick Jr, buena parte de los artistas ingleses de su generación fueron atravesados por The Smiths o Joe Jackson. ¿Por qué a usted no le pasó nada con ellos?

–Parte de mi filosofía trata acerca del descubrimiento de la música o de un artista, pero mirando hacia atrás. Cuando era joven, me llamó la atención la manera en que Ben Folds la rockeaba con el piano, y eso me llevó a conocer a Ray Charles y Jerry Lee Lewis. Eso sucedió al mismo tiempo en que escuchaba a The Smiths, The Housemartins y Nirvana. No creo que él o Harry Connick Jr sean más importantes que Joe Jackson. Lo que pasó fue que me impactaron en mi adolescencia de una forma que no me sucedió con nadie más. Y me dejé llevar por esa sensación.

–Otra artista que pesó en su carrera, a pesar de su contemporaneidad, fue Amy Winehouse. ¿Cuál es el recuerdo que más atesora de ella?

–Su gran pasión era la música. No se da una idea de cómo la amaba, casi al punto de la obsesión. Su voz era todo para ella. Durante la época de su disco Frank (2003) abrió los shows de mi gira, por eso nos hicimos amigos. Además, tuvimos una estupenda afinidad musical. Recuerdo que estaba decidida a crecer artísticamente, por lo que no trasnochaba mucho. Pero cuando se hizo famosa, perdimos el contacto y sucedió lo que ya todos sabemos. Lo que es muy triste, pues llegué a pensar que sería por un momento y reaccionaría.