Domingo, 10 de diciembre de 2006 | Hoy
MUSICA › DE REGRESO EN LA ARGENTINA, HERBERT VIANNA REPASA LA VIDA DESPUES DEL ACCIDENTE
Esta noche y mañana, los brasileños más argentinos se reencontrarán con el público local en La Trastienda: razón suficiente para una charla con el músico al que mejor le cabe la palabra “milagro”.
Por Roque Casciero
“Aleluya, mi dulce Señor.” A través del teléfono, la voz de Herbert Vianna suena dulce y conmovida mientras canta “My sweet Lord”, la canción–alabanza compuesta por George Harrison. El líder de Paralamas, que esta noche y mañana vuelve a tocar en Buenos Aires (en La Trastienda) logra poner la piel de gallina cuando recuerda, con los ojos empañados, que esas estrofas fueron lo primero que expresó cuando volvió a vivir. Porque Vianna nació de nuevo tras el accidente del 4 de febrero de 2001, cuando piloteaba una avioneta para volver a Río después de una fiesta. La nave cayó al mar: Lucy Needham, su esposa, murió ahogada, y el cantante entró en coma. “Mi hermano y mi madre estaban en la habitación del hospital cuando desperté de un coma tan largo y profundo...”, dice. “Empecé a intentar decir algo y lo primero que conseguí fue pedir si me podían traer una guitarra. Ellos habían llevado una guitarra acústica, así que me la dieron. Y empecé a tocar algo muy sintomático, que voy a tocar ahora como un buen ejemplo. Sigo tocándola muchas veces cada día porque me llega al corazón. Y quiero tocártela porque vas a comprenderme.” Aleluya. Vaya si se comprende.
A ese despertar le siguió una recuperación que tuvo mucho de milagro, porque los partes iniciales no daban para aferrarse a ninguna ilusión: 10 por ciento de posibilidades de vida. Debió ser sometido a varias operaciones en la clínica Copa D’Or. Su madre lo escuchaba hablar en sueños con Lucy: le decía que quería irse con ella, pero el espíritu de su mujer –Vianna es espiritista desde antes del accidente– le decía que tenía que quedarse a cuidar de sus tres hijos. Ahora, a los 45 años y con dos discos publicados tras su renacimiento, se maneja en silla de ruedas y tiene problemas con su memoria reciente. “En varios aspectos siento que volví a nacer”, confiesa. “Pero todavía tengo intocada la memoria musical y emocional. Entonces tengo la referencia de mis amigos, de sabores musicales, o el castellano y el inglés que tengo en mi cabeza por cuestiones musicales. Todo eso está como si no hubiera tenido ningún accidente ni nada.” Hoje, el disco de Paralamas publicado el año pasado, está repleto de referencias a su nueva vida, con el recuerdo permanente para Lucy (“Mi destino no me deja en paz/ de corazón, no sé si puedo amar”, escribió en “2A”). “Es el sentimiento natural de un grupo que siempre cantó cosas verdaderas y personales, como ‘Oculos’, o letras con nuestras convicciones políticas”, explica Vianna.
Ahora el músico toca otra vez para Página/12. Es una versión en portugués de “El amor después del amor”, de Fito Páez, uno de los tantos amigos argentinos de Vianna. “La toqué mucho en esa fase inicial del despertar y decidí hacer una adaptación de los versos”, asegura. “Es algo muy fuerte y con un significado emocional tan grande para mí. Es tan intensamente referente a la pérdida de Lucy... Como en Brasil hay muchas convicciones en términos espirituales, es como si pudiera cantar para su espíritu. Básicamente digo: ‘El amor, después de amarte a ti/ tal vez sea como un rayo del sol/ que me ayuda a ver por dónde pasar/ trae sentido al camino en que estoy’. Es el comienzo de esta versión en portugués, que tiene una gran carga emocional para mí y que está en el próximo proyecto de Paralamas.”
–No es sólo una versión en portugués, sino también una versión de su vida actual.
–Totalmente. Y es como un punto más de afirmación de nuestro entusiasmo por la música y la energía argentina, nuestra ligazón con tanta gente de una forma muy intensa. No es como esas versiones que se hacen en portugués de clásicos en castellano.
–La canción de Fito Páez habla sobre volver a enamorarse luego de haber estado enamorado, pero su versión se parece más a lo que le sucede luego de haber amado a Lucy.
–Sí, sí. Lucy producía un programa de televisión para la BBC, The Rough Guide, en varias partes del mundo. Cuando estuvo en Brasil nos conocimos, nos enamoramos, y siempre que era posible la convencía de volver o me iba a verla. Nos casamos en una iglesia en el condado donde todavía viven sus padres, una iglesia de 1493, siete años más vieja que el descubrimiento del Brasil.
–¿Cree que habrá amor después del amor para usted?
–Creo que sí. Ahora empiezo a tener algunos flashes, no de emociones pero sí de posibilidades de caminos, aunque con nadie a quien conozca todavía. Porque el dolor que tengo 24 horas por día, con mitad del cuerpo bajo una presión gigante... De la cintura para abajo mi cuerpo está inutilizado e insensible, pero con una presión que siento constantemente. No tengo sensibilidad ni sensaciones que lleven a acordarme de cualquier cosa de sensualidad, pero recientemente hice una conquista que me conmueve. Hago nueve horas de fisioterapia y hace unos días llamé a mi mamá para que viera algo, porque conseguí cruzar la piscina por debajo del agua sin movimiento de manos, sólo con nado de piernas como en el estilo pecho. Con eso crucé la piscina entera, de veinte metros, y cuando llegué del otro lado mi mamá estaba con convulsiones de llanto. O sea que hay algún progreso, porque puedo hacer esos movimientos en el agua. Hay esperanza.
–¿Qué significa la esperanza para usted?
–(Duda.) No sabría decirle exactamente. Pero la búsqueda que tengo actualmente es la de empezar a vivir de nuevo, como si no fuera la persona que recuerdo haber sido. Todavía tengo recuerdos de detalles musicales en varias lenguas y toco la guitarra casi todo el tiempo, pero intento alejarme de cualquier visión que tenga la presunción de imaginarme ganador, famoso o lo que sea. Siento que tengo que conquistar todo desde cero de nuevo. Intento mentalizarme y buscarlo a través de oraciones, porque tengo convicciones espirituales y contactos con gente de círculos espiritistas que me apoya mucho. Ellos me llevan a calmarme, y a intentar comprender este ciclo kármico que es tan doloroso y difícil.
–¿Siente que el accidente mejoró partes de su personalidad? Porque transmite una gran vitalidad...
–He tenido contacto con espíritus más sabios que no están encarnados en este momento, pero que tuvieron varias encarnaciones, en los que encuentro razones para proseguir con la vida. Con mis convicciones espirituales, me veo pasando por una prueba muy difícil, casi imposible de trasponer. Pero también experimento campos de vibración energética más elevada, así que puede ser que consiga pasar la prueba.
–¿Esa vibración energética más elevada tiene algo que ver con la música?
–También tiene que ver. Pero cuando uno siente cosas que ponen la piel de gallina, que provocan emociones más intensas que lo que se vive día a día, son más difíciles de describir en términos emocionales. Tengo una condición tan peculiar que ahora puedo ver algo que antes no podía, porque saltaba y me envolvía en sudor y energía que se quemaba. Pero ahora puedo observar en detalle la expresión de la gente que viene a vernos, y lo que les causan las cosas que viví y sobre las que escribí. Muchas veces se conmueven o manifiestan alegría, sintonía con los puntos de vista que intenté afirmar en las canciones... Y ese canal de sintonía es totalmente indescriptible.
–¿Cambió la relación con sus compañeros de Paralamas después del accidente?
–En mi percepción se abrió un canal de comunicación y de sensibilidad por la mirada, a través de los ojos, sin palabras. Y con ellos, cuando estamos tocando en cualquier circunstancia, la comunicación sin palabras es indescriptible. Y la celebración que tenemos como amigos, de salir juntos, reír, probar vinos, todo eso es muy fuerte.
–¿Cómo es su vida diaria?
–Ahora tengo un coche totalmente adaptado para comando manual, con cambio automático, acelerador y freno manual. Tengo un vehículo en el cual soy totalmente independiente y eso me hace muy, muy bien. Con eso llevo y traigo a mis hijos de las escuelas, y hago muchas giras por la ciudad: las playas, algo de las favelas, todos los barrios de Río, las montañas, voy varias veces al Cristo a hacer oraciones. Entonces, fisioterapia, mucha música y adaptación a la vida práctica con los beneficios que puedo darles a mis hijos.
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