MUSICA › CUATRO VIENTOS, EL REESTRENO DE “SUDESTADA”, LA MULTIPLICIDAD DE LENGUAJES Y LOS CODIGOS DE LA MUSICA
El espectáculo, dirigido por Gerardo Hochman y con coreografías de Teresa Duggan, propone un arco estilístico que va del folklore al rock argentino, pasando por Piazzolla, The Beatles y Mozart. Pero Cuatro Vientos es más que un grupo de virtuosos: “Uno se pone un instrumento en las manos, pero el instrumento de todo músico es su cuerpo”.
› Por Oscar Ranzani
Nacidos hace casi dos décadas bajo la idea de brindar conciertos didácticos en las escuelas, Cuatro Vientos, el cuarteto de saxofones con sabor local y despliegue internacional, logró consolidar un estilo muy particular que le permitió crecer y llegar a otras edades y geografías. La propuesta de realizar un viaje por distintas melodías se complementa –como ya es su característica– con teatralidad y toques de humor. Desde hoy, el grupo integrado por Leo Heras (saxo soprano, clarinete y clarinete bajo), Jorge Polanuer (saxo tenor y flauta), Julio Martínez (saxo barítono y clarinete) y Diego Maurizi (saxo alto y clarinete) buscará insuflar aire cargado de una gran dosis de creatividad al público que se acerque al Teatro La Comedia (Rodríguez Peña 1062): allí repondrán Sudestada, un espectáculo multidisciplinario que combina la música y la teatralidad con coreografías, acrobacias y percusión. Dirigidos por Gerardo Hochman (y con coreografías de Teresa Duggan), los Cuatro Vientos vuelven a un escenario porteño en un horario apto para todo público: viernes y sábados a las 21 y domingos a las 20.
El eclecticismo que define la identidad de Cuatro Vientos se manifiesta de manera explícita en Sudestada: desde la chacarera “Pa’ que bailen” (Leo Heras), pasando por la milonguita “Esquinita” (Polanuer) hasta la baguala “La llegada” (Polanuer). A la hora de rendir homenajes, el viaje musical hará una parada en Liverpool con la interpretación de un himno-canción de The Beatles, un clásico indiscutido de la banda británica como “Penny Lane”. Desde geografías más cercanas podrá disfrutarse del candombe “Sudestada” (Polanuer). Realizarán también un viraje en poco más de una hora del rock nacional con “Adela en el carrousel” (Charly García) al tango “Kicho”, de Astor Piazzolla. Y tampoco faltará la música clásica, representada a través de un fragmento de la Sinfonía Nº 40 de Wolfgang Mozart. Al respecto, Polanuer explica que “nos divertimos mucho” interpretando música de distintos géneros, y que este espectáculo “tiene diversos cuadros, estilos musicales, sobre todo latinoamericanos, pero también europeos y norteamericanos”. Cada cuadro musical “es potenciado por lo visual, por el juego, por la acrobacia, la danza. Para esto nos ayudan dos percusionistas y dos bailarinas y acróbatas”, agrega uno de los históricos del cuarteto.
–¿En este espectáculo es tan importante el plano musical como el visual?
Leo Heras: –En principio, la música generó el libro del espectáculo. Los diversos países y paisajes a los que pertenece la música fueron los que generaron la imagen. Entonces, es como que, de alguna forma, fue iniciando la música y la imagen potencia esa situación musical. Es como una ambientación de esa música que se eligió para hacer el espectáculo.
–¿Cómo se piensa un espectáculo que tiene tantas aristas?
Diego Maurizi: –Contamos con la dirección de Gerardo Hochman, quien aporta en la puesta la parte poética del cuerpo, del movimiento, de la acrobacia. Nuestro lenguaje siempre fue la multiplicidad de géneros y también el movimiento, la teatralidad, los toques de humor y de gracia. Esta cosa de usar todo junto en la expresión musical. Si bien la música es el eje, no nos podemos desprender nunca de nuestro lenguaje, que para el que no nos conoce se imagina y piensa: “¿cómo será un cuarteto de saxofones tocando arriba de un escenario?”. Por ahí alguien prejuzga y dice: “uy, ¿no me aburriré?”. Y después, cuando nos ve, nos descubre.
–Una de las características de Cuatro Vientos, y que también forma parte de Sudestada, es que combina distintos géneros musicales en un mismo espectáculo. ¿Qué pasa con el espectador en estos casos? ¿Cómo se piensa este eclecticismo?
Julio Martínez: –Así como hay espectadores de diferentes géneros de música, también hay espectadores eclécticos. Hay gente que disfruta de la música. Sin ir más lejos, hace dos días estuvimos tocando en Parque Avellaneda al aire libre, haciendo muchos temas de Sudestada, y de golpe tenías a Doña Rosa con otra persona que veías que está acostumbrada a ir al teatro: los dos disfrutaban de la misma música. Hace poco estuvimos en México tocando al aire libre en muchos lugares gratuitos y la gente termina disfrutándola... supongo que porque es música agradable. De golpe tenés un espectador que pensás que le puede gustar el reggae y es igual.
L. H.: –Creo que la sorpresa que tiene el espectáculo deja un poco al espectador que tiene más preferencias por algún género en especial, sin mucho tiempo para pensar si no hubiera querido escuchar otro jazz después del jazz que escuchó. Porque lo próximo que viene es algo que también le genera una sorpresa desde lo visual y lo musical, que lo llama. Nosotros nos tomamos muy en serio la diversión. Nuestra seriedad más grande es pasarla muy bien, hacerle pasar muy bien al público ese momento que pasa en la sala. Y dejarle un poco este mensaje de disfrutar. Tocar estos géneros distintos nos propone humores distintos. De golpe, una baguala que hay en el espectáculo es un entierro. Pasamos por ese entierro y es un momento de mucha emoción. Después de eso, salimos con un huayno, que es una fiesta que contrasta. Y creo que es un poco lo que sentimos. La vida tiene todos estos colores. ¿Por qué quedarse con un solo color o con una sola gama?
Jorge Polanuer: –La gente, en general, se deja llevar por la energía de cada tema y, además de contenta, sale con mucha energía. Vuelve con ella, nos la devuelve a nosotros y es un ida y vuelta. Por otro lado, la diversidad de los estilos que hay también está, de alguna manera, unificada porque siempre es tocada por vientos.
–¿En qué difiere realizar un espectáculo para adultos respecto de uno para chicos? ¿Qué pasa con el lenguaje y la música, es otra manera de jugar?
J. M.: –En el caso de Sudestada, no lo calificaría como un espectáculo para adultos. Es un espectáculo que está en horario nocturno. Tanto sea en el de las 21 como en el de las 20 van a venir chicos y grandes, porque es un espectáculo para todo público. Justamente desde los inicios nos caracterizamos por hacer música. Nunca hicimos música para chicos: hicimos música.
J. P.: –Cuando hicimos espectáculos infantiles, que hace rato no estamos haciendo, la música no era para niños. Pero sí por ahí lo que rodeaba a la música: el acompañamiento, el ambiente, los textos y el libro eran pensados más para niños. Pero igual aun el teatro para niños que hicimos era para adultos también. Venían tantos o más grandes acompañando a los chicos, y venían grandes también. O sea, nunca hicimos espectáculos exclusivamente para niños o exclusivamente para grandes.
–¿Por qué el grupo tiene una estructura de vientos? ¿Qué significa esta idea desde el aspecto musical?
J. P.: –No fue algo elegido, sino que simplemente nosotros somos ejecutantes de instrumentos de vientos y cuando nos juntamos era lo que hacíamos: fue lógico formar un grupo de vientos. Es algo que se dio naturalmente.
–¿Cómo se conjugan el humor artístico con la seriedad musical?
L. H.: –Con mucho trabajo. Es fundamental el trabajo de la memoria. Una vez que pasa por los filtros de la aceptación entra ya en la etapa de la memoria. Y, a partir de ahí, comienza toda la posibilidad de juego que propone el cuerpo. Uno se pone un instrumento en las manos pero el instrumento de todo músico es su cuerpo, con él toca. Todo el trabajo que empieza a requerir la posibilidad de disociar esa seriedad con la diversión de poder hacer un paso mientras estás tocando sin pifiar ni una sola nota, es parte del desafío.
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