Mar 17.04.2007
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MUSICA › SE ENTREGAN LOS GARDEL

La fiesta del disco busca triunfadores

La novena edición de la ceremonia de Capif busca consolidar los premios. Calamaro acumula diez nominaciones por tres CD’s y un DVD.

Una nueva edición de los premios Gardel –la novena ininterrumpida– renueva los listados de aquellos más nominados del año, y de paso reactualiza preguntas alrededor de la forma de funcionamiento de la industria del disco, responsable de la entrega de estos premios. Como la gran familia que dice ser, músicos y representantes de la industria (que a veces son los mismos, y a veces no) sonríen para la foto y lanzan un mensaje común: la industria nacional de la música existe y tiene su propio y peso específico para mostrar puertas afuera. Este año, los premios se agrandan y se mudan del Gran Rex al escenario ampliado del Luna Park, con un conductor de eficacia probada (Roberto Pettinato) y shows de Gustavo Cerati, Vicentico y Diego Torres, entre otros. Como cada año, la previa habilita apuestas alrededor de los nombres favoritos, y el que suena más fuerte es el de Cerati, que con su último disco viene de ganar dos Grammy latinos.

Entre las preguntas que abren los Gardel a la Música, organizados por la Cámara Argentina de Productores de Fonogramas, Videogramas y sus Reproducciones (Capif), están las más generales (a quién le vende la industria discos que salen unos 30 pesos promedio en los tiempos que corren, por ejemplo). Y también las que tienen que ver con la forma en que esa industria celebra y mima a quienes considera parte de los suyos, en momentos de crisis, en los que alcanza con vender veinte mil unidades para obtener un Disco de Oro.

Los artistas más nombrados de esta edición son Andrés Calamaro, con diez nominaciones (se suman por sus trabajos El palacio de las flores, Tinta roja y el DVD El regreso); Gustavo Cerati, con seis nominaciones (por Ahí vamos); León Gieco y Diego Torres con cinco cada uno (por 15 años de mí y Andando, respectivamente) y David Bolzoni (el de la novela Montecristo, con cuatro nominaciones). Los premios se entregarán a partir de las 18 y serán transmitidos por Canal 13, en diferido, a partir de las 12 de la noche, cuando termine el programa de Tinelli.

Los organizadores destacan que este año “el 69 por ciento de las nominaciones corresponden a producciones de compañías independientes”. Lo cual marca no sólo cierta apertura a la hora de considerar el universo posible de la música popular que se compra y se vende, sino un estado de cosas que hace que las grandes discográficas se vayan reduciendo cada vez más, fagocitándose unas a otras, mientras los costos de producción bajan y para muchos artistas (y no sólo los que no tienen otra opción) termina siendo negocio apostar a la producción independiente.

Lo cierto es que, desde su creación en 1999, los premios Gardel se fueron volviendo más prolijos: vota una mayor cantidad de gente (unas 1500 personas), se ampliaron las categorías, y en líneas generales las ventas parecen haber dejado de ser el único factor decisorio. El estigma inicial –el de ser un premio de la industria para la industria, más que para los músicos– se va lavando con tiempo, paciencia y la colaboración de todos. Si hubo un hijo díscolo alguna vez (Charly García, con sus dos estridentes plantones), de un tiempo a esta parte todos parecen dispuestos a sumar buenas intenciones.

Claro que los premios también tuvieron sus resbalones, y algunos bordearon lo bizarro: el más público y notorio fue en 2000, cuando un anunciadísimo Charly García decidió “dejar plantados a los del Gardel” mientras iba rumbo al teatro, a bordo de una limusina. En esa misma edición, Fito Páez hizo público su enojo y se fue antes, al enterarse de que no había ganado ni un premio. Para colmo, cuando fue a recibir su Gardel de Oro, Mercedes Sosa salió en su defensa: “Quiero saber por qué castigan así a Fito Páez. ¿Porque tiene una linda mujer? No me gusta eso”, se quejó ante el micrófono. Charly volvió a hacer notar su ausencia en 2003, justo cuando debía ir a recibir su segundo Gardel de Oro, más otros cuatro premios. En 2002, Alfredo Casero devolvió amablemente su premio Revelación, en plena ceremonia, explicando que ya tenía tres discos editados. Los premios criollos no tendrán el glamour de los Grammy, pero a las estrellas vernáculas les caben las generales de la ley a la hora de compartir los flashes.

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