Lun 07.05.2007
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MUSICA › MöTORHEAD DIO REVANCHA Y ACTUO EN EL LUNA PARK, ANTE SIETE MIL FANS

El trío que jamás detiene su marcha

› Por Cristian Vitale

Aún estaba fresco el recuerdo. Hangar. Mayo de 2004. Lemmy Kilmister, 58 años entonces, aspira el humo denso de una bengala y se queda sin oxígeno. Se va y jamás vuelve. Cinco mil fanas de Mötorhead pierden la paciencia y protagonizan el mayor escándalo visto en un show de rock internacional, desde The Cure en Ferro (1987) para acá. El calor, la asfixia, la incomodidad, el desplante y el precio de la entrada se complotan para que 200, 300 metaleros invadan el escenario y recuperen en especies –cables, pedazos de batería, parlantes, la bandera negra del fondo– los 50 pesos del ticket. Todo mal y una pregunta: ¿Regresaría Mötorhead alguna vez? El héroe del whisky, parece, olvidó el asunto y se tomó tres años pero volvió. Ahora con 61, algo más de oxígeno –y humor–, pero acompañado por los mismos secuaces: Phil Campbell, en guitarra, y Mikkey Dee en batería. Fue en el Luna Park, ante algo más que siete mil personas, con otra bandera de fondo, puesta austera y un show –dos horas– demoledor, sanguíneo, potentísimo, que dejó extasiados a los enojados de ayer. Nadie emitió queja.

Despreciable e ineficaz la idea-operativo, que cerró todos los accesos a Alicia Moreau de Justo. ¿Cómo permitir a esa gentuza de chupín negro y pelo largo mezclarse con la gente de bien que cena en Puerto Madero? Apreciable y eficaz la comunión entre el trío heavy-punk y sus huestes criollas. Romance mutuo, que aquella pelea parece haber reforzado. Incluso, con momentos cenit –“Ace of spades”, “Overkill”, “Suicide”– que fugan la memoria hacia atrás y detectan –por comparación– la adrenalina y el sudor, que Mötorhead provocó en su primera visita al país, en mayo de 1994, junto a los Ramones. Lemmy no es Dios. No es el personaje –porque también ¡es actor!– que simula en el film Airheads: Lemmy es un bajista absolutamente carnal, inmodificable, al que le bastan diez medidas de Jack Daniels, dos acompañantes estruendosos y una voz rasposa para eclipsar al –exigente– movimiento metalero argentino. Y eso fue lo que demostró en su sexta visita al país.

Teloneado por Tristemente Célebres y O’Connor, Motorhead dividió el set en dos etapas bien diferenciadas: la era de oro transcurrida en la parte gruesa de los ochenta y un repaso veloz, fugaz pero contundente, por sus últimos dos discos de estudio: Inferno (2004) y Kiss of death (2006). Del hiato prolífico de los noventa, Lemmy apenas tomó “Sacrifice”, del disco homónimo salido en 1995 –Dee se despachó con un solo de batería descomunal– y el sintomático “Goin to Brazil”, de 1916, el primero de esa década. El resto fue pasado total y presente total. Blanco y negro. Material para ortodoxos, material para hurgadores de lo nuevo: decibeles, crudeza y velocidad para todos. De aquella vieja etapa, que omitió los dos primeros discos, el trío se despachó con tres versiones fulminantes de Overkill (1979): “Stay clean”, “Metrópolis” –pogo infernal– y el tema que da nombre al disco. Cronológicamente, devinieron “Over the top”, tema de la era Hawkind –grupo predecesor de Mötorhead–, registrado en 1981, en el inolvidable disco en vivo No sleep ‘Til Hammersmith, “Ace of spades” y el ultraspeed “Chase is better than catch”. Inevitable también, en plan nostalgia, el ancla en “Iron fist”, el “corte” del disco homónimo de 1982, y el salpicado ochentoso y outsider que paseó por “I got mine” (Another perfect day, 1983), “Doctor Rock” –tema apertura–, del compulsivo Orgasmatron (1986) y “Killed by Death” (No sleep at all, 1988).

De la nueva cosecha, el trío que jamás detiene su marcha retomó algunos temas de Inferno, que habían quedado inconclusos en la anterior visita. Dos temazos: “Killers” y el unplugged “Whorehouse Blues”, con Dee y Campbell en guitarras acústicas, y Lemmy improvisando en armónica. ¿Los estrenos? Las perlas más negras del –casi– flamante Kiss of death: “Be my Baby”, otro de los pocos temas en que el trío baja un cambio, “One Night Stand” y “Sword of Glory”, dos invitaciones más al desenfreno emocional. 30 años de trayectoria resumidos en poco más de dos horas y una intuición renovada: Motorhead, ahora sí, volverá.

7-MÖTORHEAD

Lugar: Luna Park.

Día: Viernes.

Público: 7 mil personas.

Músicos: Ian “Lemmy” Kilmister (bajo y voz), Mikkey Dee (batería) y Phil Campbell (guitarra).

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