Vie 22.06.2007
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MUSICA › LUIS EDUARDO AUTE SE PRESENTA EN BUENOS AIRES

“No soy un pesimista sino un escéptico en pie de guerra”

En medio de una extensa gira, el cantautor mostrará esta noche en el Luna Park las canciones de su CD más reciente, A día de hoy. Pero también cantará sus viejos éxitos. Retrato de un artista integral, en tiempos de balance.

› Por Karina Micheletto

“Creo que estoy en México.... ¡Me confirman que estoy en México!”, bromea con resignación Luis Eduardo Aute, en medio de la gira artística que lo trajo a la Argentina, y en medio de la gira periodística que la compañía discográfica dispuso para que diera notas, una detrás de la otra. Ya en suelo patrio, el español nacido en Manila encontró un rumbo para mostrar sus canciones: el recorrido incluyó shows en Córdoba, Neuquén, luego en Montevideo, y ahora llega a Buenos Aires. Más precisamente al Luna Park, donde hoy, a partir de las 21, Aute mostrará las canciones de su disco más reciente, A día de hoy.

A día de hoy es el primer álbum con nuevas canciones de Aute, después de cinco años (en el medio se editaron recopilaciones como Auterretrato). Es, también, el número 29 en sus cuarenta años de carrera. Un momento que, por lo que se escucha en los temas, amerita un balance. ¿Y qué hay en el balance de este hombre de 63 años? En líneas generales, nada demasiado prometedor a futuro, si es que el mundo sigue su marcha tal como todo parece indicar. El balance tiene un gusto amargón, un poco de anarquismo desencantado, y la corrección política y la ilustración necesarias para incluir citas y referencias a Paul Eluard, Leonard Cohen, John Lennon, Buñuel, Dalí, Velázquez, Goya o Picasso.

Si hubiera que sacar alguna conclusión de todo esto que viene a decir Aute (“lo importante del arte es que te deje un mensaje”, dicen las señoras gordas) sería algo así como esta conclusión de vida: cuando todo está perdido de antemano –porque si hubo un tiempo en que se soñó con ganar ciertas batallas, ese tiempo quedó atrás– la salida, señores, es el amor. Más precisamente, para Aute, el amor sexuado, o el sexo a secas, siempre que sea con amor. Y en medio de esta salida gozosa, la única que parece posible en estos tiempos de desencanto, también hay lugar para una “canción de amor onanista”, dedicada a Sharon Stone, y con la secreta esperanza, según declara el autor medio en broma y medio en serio, y sin ponerse colorado, de que estos versos le lleguen, de algún modo, a la actriz.

–Las gacetillas de prensa anuncian que “vuelve el gran escéptico”. ¿Quién armó ese slogan de campaña?

–¡Ya se me va a quedar el mote! (Se ríe). Eso fue porque en varias entrevistas me preguntan si soy pesimista, y yo les digo que no lo soy, pero que tampoco soy optimista. En todo caso, si tengo que ser algo, puedo sentirme un escéptico: el escéptico es alguien que desconfía de que las cosas puedan ir a mejor, pero que no se rinde, permanece activo, en pie de guerra. El pesimista simplemente saca la bandera blanca y dice: no hay nada que hacer. Su actitud es inmóvil, pasiva.

–De todos modos, este disco parece aún más pesimista que los anteriores. ¿Fue intencional, le salió así?

–No lo sé. Si algo diría de estas canciones, es que son muy diversas entre sí. Hay catorce temas con motivos y formatos muy diferentes: hay una canción que dura tres minutos y luego otra que dura poco más de uno. En ese sentido, es el disco menos monográfico que he hecho. Quiero decir, la mayor parte de mis discos arranca con un gran motivo central, alrededor del cual van surgiendo los temas. Aquí las canciones fueron saliendo cuando ellas quisieron. Como siempre, ellas vienen cuando quieren, y no cuando uno las provoca. Hay canciones de amor, canciones satíricas, en español, en inglés, en francés...

–En medio de tanta diversidad, hay lugar para un tema dedicado a Sharon Stone. ¿Es más un homenaje a la actriz o una confesión onanista?

–Es una canción de amor onanista, ¡con todas las letras! Y fue hecha con una intención muy clara: espero que el azar disponga que esta canción le llegue a Sharon, sin que yo se la envíe, y que esta mujer comience a sentir unos deseos irrefrenables de conocer al autor de A día de hoy... Y de vivir un romance apasionado con él. Yo creo que eso puede ser perfectamente posible, ¿usted qué dice?

–Que ya se está volviendo un optimista.

–(Risas). En fin, en todo caso tomé todos los recaudos. Por ejemplo, la escribí íntegramente en inglés, para que a ella le llegara tal cual, sin malas intermediaciones de traductores. He estado cuidadoso, ¿verdad? Hablando en serio, está escrita en inglés porque es mi lengua materna. En Filipinas me eduqué en un colegio americano, de hecho hace unos años saqué un disco entero con canciones en inglés.

–Usted dice que las canciones llegan cuando ellas quieren. ¿No tiene un método de trabajo?

–No, las ideas vienen muy desordenadamente, y yo voy tomando notas. Y además, tampoco soy un escritor de canciones de tiempo completo. Estos últimos años he trabajado mucho en otras actividades, como la exposición de mis pinturas. Así es que hasta el año pasado no he podido sentarme a poner en orden todos esos apuntes y bocetos que iba acumulando. Cuando me senté a poner orden en ese caos, salieron las canciones del disco. El otro autor de las canciones es el azar, me he dejado llevar mucho por él.

–Está celebrando sus cuarenta años de carrera. ¿En qué aspectos cambió el compositor de aquel primer disco y en qué otros permanece igual?

–Yo no siento que haya habido cambios sustanciales. De hecho, cuando volví a grabar canciones antiguas, como en Auterretrato, no me sentí en absoluto desubicado, ni alejado de aquel chico que había escrito aquello. Creo que he ido aprendiendo, pero los cambios han sido más formales, de escritura, que de contenido.

–¿Y si pudiera darle un consejo a aquel chico cuarenta años más joven, qué le diría?

–Esa es una pregunta rara... Es que no hay; se pueden dar muchos consejos, pero uno no aprende sino de la experiencia propia. De todos modos, si estuviera obligado a hacerlo, le aconsejaría a ese chico que no pierda tanto tiempo en aventuras que no tengan mayor interés. Algo así le diría. Es que la cuestión de pérdida de tiempo es algo que me está pesando a esta edad, ¿sabe? Cada vez más siento que me queda poco tiempo, y a la vez tengo mucha urgencia, para muchas cosas que quiero hacer. Así que le diría al muchacho: “¡Vamos, aprovecha el tiempo!”.

–Seguramente no se haría caso.

–Sí. Y hará muy bien.

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