Mar 26.06.2007
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MUSICA › UN RESCATE DE HAMLET LIMA QUINTANA

“‘Pampa verde’ representa la esencia de la gente de campo”

Hoy, en el Centro Cultural de la Cooperación, Mónica Abraham y Julio Lacarra presentarán su recreación de la obra que Lima Quintana y Oscar Alem grabaron en 1985, injustamente olvidada.

› Por Cristian Vitale

Como buena mendocina, Mónica Abraham habla con la doble L arrastrada y canta cuecas con tonada cuyana..., pero el dato es que nació en Quilmes. Su papá correteaba vinos, su mamá lo acompañaba y, paradoja etílica, le llegó la hora de la luz en la ciudad de la cerveza. “Amo a Buenos Aires por panzona”, dice ella, cantante, morocha dulce de ojos enormes. Como buen bonaerense de las afueras, Julio Lacarra –nacido en Capitán Sarmiento– es como una esponja evocativa. Cantó con todos –Víctor Heredia, Cuchi Leguizamón, Mercedes Sosa, Amparo Ochoa, Daniel Viglietti, Quilapayún– y de cada retazo de experiencia tiene algo para contar. “De chico me metí de lleno en el nuevo cancionero. Conocí a todos, compartí noches infinitas de guisos y guitarra con ellos. Eran mesas imperdibles, sin vedetismos ni estrellatos”, es una de sus tantas evocaciones. Tarde o temprano, ella y él tenían que confluir. Y el nexo fue La pampa verde, exquisita obra de Hamlet Lima Quintana y Oscar Alem editada originalmente en 1985 e injustamente olvidada. Ella, por su amor incondicional a los poetas del folklore, su despaciosa labor trasmisora. El, por una cuestión fáctica: también fue amigo del poeta de Saladillo. “Trabajé con Hamlet en la época más dura de nuestra historia. En 1975, nos reuníamos con él y Tejada Gómez para idear alternativas de trabajo y formar redes con distintos grupos del interior para difundir nuestro canto, nuestras ideas... hasta que la Triple A y la dictadura eclipsaron la tarea”, detalla.

La obra de Hamlet es un calmo fresco de trece canciones, cuya trama central recupera y denuncia los sacrificios de los pequeños propietarios y arrendatarios, “de las orillas de los pueblos de la llanura”, según la palabra del poeta. Eterniza la ciclópea lucha de los vencidos (Catriel, Pincén, Epumer) y el ascetismo de los criollos –Hamlet mezclaba sangre coliquea y blanca– a través de vidalitas, milongas, huellas, rancheras, zambas, gatos y triunfos. Y el vehículo es poesía cálida y tierna, como pan recién horneado: “Yo soy aquel que sufrido/ sigo cantando y no muero/ a veces me duele el cuero/ o voy sintiendo un olvido”. “Hamlet nombra con enorme tranquilidad al mate de leche, las mariposas, todo ese paisaje rural, pero también la repartija de la tierra, el sometimiento de sus antiguos dueños. Es una obra que tiene aristas cotidianas, íntimas, pero que también se abre a un universo en el que Hamlet pone su visión militante. Su familia misma sufrió las injusticias de los latifundistas. Cada canción está pensada con profundidad, basada en el hombre”, describe Lacarra.

La reedición de la obra –apoyada por el Instituto Cultural de la provincia– estuvo a cargo del sello B&M y cuenta con arreglo y dirección de Tato Finocchi, más un bonus medular: la voz de Hamlet, fallecido en febrero del 2002. “Si hay algo que nos identifica a ambos entre nosotros y con Hamlet, es la poesía”, sostiene Abraham. “En mi caso, grabarla refuerza la intención que vengo arrastrando desde mi primer disco (¿Adónde vamos?, 2003) de recrear a nuestros poetas más importantes. Cuando me lo propusieron ni lo pensé. ¡Era Hamlet!, ¿cómo vas a preguntar de qué se trata?” Lacarra la mira y parece coincidir, pero suma un detalle temporal. “Yo acepté hacerla hoy porque las experiencias que arrastro me ponen a su altura. Jamás lo hubiese aceptado cuando era más chico.”

–¿Qué factores estéticos los llevaron a aceptar la propuesta?

Julio Lacarra: –Pampa verde está muy vinculada a los afectos de Hamlet, son una parte vívida de su propia esencia. Además, los personajes que describe él son muy parecidos a los que yo conocí en Capitán Sarmiento... Peñalba, Carrillo, Doña Rosa o mi abuela Pastora. Me encontré con algo que me parece familiar... y las melodías de Oscar Alem transforman esas historias en largos silencios, en música para solazarse.

Mónica Abraham: –A mí me encantó la idea de Hamlet de retratar formas de vida, poniendo delante personajes que él archiconocía, porque eran su sangre, pero que también representan la esencia de la gente de campo, que entrega su vida al trabajo rural y sacrificado. El tipo que cuida la viña, el que la cosecha, el que va a la zafra o el que cuida el ganado en la llanura. Que Hamlet haya dejado testimonio del sacrificio es un acto de amor.

El acto de amor es idílico para Abraham, pero concreto para Lacarra. Cuenta el autor de “Cante señor” –pieza clave del repertorio folklórico de los sesenta, versionada por Jorge Cafrune, Jaime Torres y Los cinco de Salta– que su admiración proviene del cara a cara. “Estuvimos juntos aquel día que gente pesada de los servicios generó un caos en la peña de Matalia, porque ella era caldo de cultivo para ideas, canciones y emociones. En contraposición de lo que es hoy una peña clásica de Cosquín, donde la juventud se levanta de la mesa para bailar, en aquellos días los jóvenes quedábamos absortos ante las palabras de Manuel Castilla, Cuchi o el mismo Hamlet, que nos empujaron a crear. No hicieron otra cosa que meternos pilas.” El dúo presentará Pampa verde hoy en el Centro Cultural de la Cooperación y después encarará una gira por la Buenos Aires profunda. “Vamos a tocar en Sarmiento, Campana, Olavarría, Azul, Saladillo y varios pagos más...; la intención es contemplar esos rostros, esas vidas que Hamlet retrata con su prosa. Pampa verde, sangre y cielo, vas dolida como yo”, cierra Abraham, como un canto que todavía va.

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