Lunes, 27 de agosto de 2007 | Hoy
MUSICA › PRESENTACION DE VICENTICO EN LA TRASTIENDA
En su rol de crooner, el ex Cadillacs movilizó a sus fans con temas de Los pájaros, versiones de Rubén Blades y un puñado de clásicos “fabulosos”. Agregó dos funciones para septiembre.
Por Yumber Vera Rojas
Ahora que el iPhone es la diva tecnológica del consumo masivo, es sorprendente cómo la gente todavía responde de forma espontánea e inmediata ante sus necesidades más primitivas. Por lo menos hasta que pueda hacerse del chiche nuevo de Apple. Mientras la Argentina aguarda su llegada para dentro de muchísimos meses y ensaya ese instante de jactancia primermundista, Vicentico ofició el viernes pasado en La Trastienda un festejo que tuvo como principal fundamento un rito tan pagano como milenario: el baile. Durante poco más de dos horas, el ex vocalista de Los Fabulosos Cadillacs arengó, promovió la desinhibición, invocó el movimiento de caderas –en ocasiones asincopadas, aunque loables en su intento por llevar el ritmo– y desplegó un show que puso especial énfasis en los ritmos afrocaribeños. Presentando así un repertorio de propósito mundano que estuvo representado por las canciones de Los pájaros –su más reciente disco–, una selección de temas de su otrora grupo y un pasaje en el que repasó brevemente el inventario del salsero panameño Rubén Blades.
Con una sala a reventar, la fauna de la jornada la configuraron calvas y canas ajenas al fan sempiterno de los Cadillacs, una exigua tribu rockera, escasos adolescentes, muchachas lujuriosas y exponentes de la clase media porteña prestados a la bailanta. Poco después de las 22 horas, el conjunto que acompaña a Gabriel Fernández Capello inauguró la segunda fecha de este ciclo de recitales, que el cantautor de Boedo celebra los viernes de agosto y los dos primeros de septiembre en La Trastienda, con el tex mex El Fantasma. Disfrazado bajo una sábana blanca, como si se tratara de un espectro, Vicentico advirtió desde el vamos el formato del diálogo que estableció con el público: el de la elocuencia interactiva. Su preocupación por la crítica recibida debido a su constante parloteo sobre el escenario, su repudio hacia pedidos de temas de su antigua banda por parte de la audiencia, la autoparodia o incluso situaciones que alcanzaron los líos mediáticos entre Pergolini y Pettinato, se tornaron en los principales ejes de esta suerte de stand up.
Luego de volcar los temas iniciales de su set hacia la presentación de Los pájaros, entre los que destacó una penetrante interpretación de la cumbia “El baile” que sirvió para tantear la efervescencia y la disposición del público para el agite, Vicentico alternó la evolución de la primera hora de su recital entre cortes de su disco debut como solista (“Vamos”, “Cuidado”) y un par de versiones de Los Fabulosos Cadillacs: “Padre nuestro”, con un matiz más salsero, y “Siguiendo la luna”, a través de una adaptación acústica –interpretada por él solo junto a su guitarra– que por momentos evocaba el “Wish You Were Here” de Pink Floyd. Si bien no se animó a soltarlo por completo, una aclimatación como ésta o un corte del talante de “Todo está inundado” puso en evidencia su crecimiento como crooner tras su alejamiento de la agrupación que lo dio a conocer. Así como “Si me dejan” lo impulsa a las lides de la canción melódica, o “Las hojas”, demuestra, con una impronta a lo Ry Cooder, un manejo dinámico del cancionero latinoamericano.
En el último tramo del show, con Kevin Johanssen y Cachorro López como testigos entre los espectadores, nada podía controlar el alboroto. “Felicidad”, el nuevo corte de Los pájaros, animó la conmemoración, secundada por la salsa: “El cantante”, compuesta por Rubén Blades, popularizada por Héctor Lavoe y dada a conocer en la Argentina por Andrés Calamaro. Otra versión más, esta vez de los colombianos Los Diablitos: “Los caminos de la vida”, mechada con una estupenda interpretación en clave de cumbia de “Desapariciones”, de Blades y revelada acá por los Cadillacs. Ya con “Tiburón” –también del panameño y que además incluyó el estribillo de la pieza “El ratón” del boricua Cheo Feliciano–, Vicentico redimió, con saltito batuquero incluido, su poder para manipular a la masa. En teoría, eso significaba la conclusión del recital. No obstante, el grito de guerra de “Yo no me sentaría en tu mesa” lo trajo de vuelta a él y a su impecable banda para los bises: “Los condenaditos”, “Demasiada presión” y un “Vasos vacíos” que puso a Gaby y su guitarra al frente. El cierre, con “Se despierta”, justificó lo que hasta hace un rato sólo se palpaba: la ciudad a la medianoche se había despabilado.
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