MUSICA › EL PIANISTA DE JAZZ ELDAR TOCA HOY POR PRIMERA VEZ EN BUENOS AIRES
Nacido en Kyrgyzstan, fue “descubierto” en un festival cuando tenía 9 años. Ahora, radicado en Estados Unidos, es la nueva gran estrella. Esta noche actuará en trío, en el ND/Ateneo.
› Por Diego Fischerman
Varios de los grandes pianistas de la historia, empezando por Sergei Rachmaninov, nacieron –y se educaron musicalmente– en Rusia. La lista incluye a Sviatoslav Richter y a Evgeny Kissin, pero también a un joven de 19 años nacido en Kyrgyzstan llamado Eldar (su nombre completo es Eldar Djangirov) que toca jazz desde la infancia. Radicado actualmente en Kansas, saludado por la revista Jazziz como la gran estrella actual del género, con una técnica deslumbrante y una notable imaginación, Eldar, que acaba de editar en Sony-BMG su último disco, re-imagination, llega hoy a Buenos Aires para presentarlo en vivo.
En trío junto a Harish Raghavan en contrabajo y el baterista Aaron McLendon, este pianista mimado por la crítica estadounidense (el Washington Post y el New York Times coinciden en considerarlo “prodigioso”) se presentará a las 21 en el ND/Ateneo (Paraguay 918), como parte de una gira que lo llevó también a Brasil. “Escuchar jazz en la Unión Soviética no era fácil cuando mis padres eran jóvenes”, contó en una conversación telefónica con Página/12. “Pero mi padre era un fanático y cuando yo nací había en mi casa una gran colección de discos de jazz. Eran mis canciones de cuna. Creo que siempre quise tocar esa música y no bien alcancé el teclado del piano fue natural para mí hacer jazz. A esa edad uno no piensa si es negro o no, si nació en el sur norteamericano o no y si tiene derecho a tocar jazz o no. Uno toca la música que ama y la música que yo amo es el jazz.” Además de la colección de discos, el padre, que era pianista aficionado, y la madre, que era profesora de ese instrumento, le enseñaron mucho de lo que todavía reconoce como la base de su técnica. “El resto lo aprendí tocando”, dice.
En un sentido, Eldar es al jazz lo que Charles Ives fue a la música europea. En ambos casos –aunque, claro está, en sentido inverso–, la marginalidad con respecto a la tradición central otorga una libertad impensable para quienes se sienten responsables de su salvaguarda. En una especie de adaptación al jazz de las leyes del posmodernismo, para alguien que se crió escuchando a Herbie Hancock y Oscar Peterson como partes de una misma estética, todo es parte de la enciclopedia y estilos que fueron en su momento hasta antagónicos y hoy no son más que distintas posibilidades de la paleta expresiva. “En realidad –comenta Eldar–, ciertas sutilezas, ciertos matices, la identificación de ciertas maneras de tocar con ciertas estéticas, las descubrí recién cuando llegué a los Estados Unidos. De todas maneras, yo no pienso demasiado mientras toco. Más bien, no pienso nada. Toco por placer y me preocupa sentir placer. Lo que está en primer plano es eso: disfrutar.”
Su primer disco, en trío, había sido registrado en vivo en el Blue Note. En re-imagination, donde tocan, entre otros, James Genus en bajo eléctrico alternándose con Carlos Henriquez en contrabajo, el guitarrista Mike Moreno y, en algunos temas, DJ Logic, ese eclecticismo aparece, por ejemplo, en el contraste entre esas intervenciones de un DJ y las piezas en las que Eldar toca solo. Sin embargo, lejos de cualquier asomo de pastiche, el disco tiene una gran coherencia. “Uno no habla siempre de la misma manera y no dice siempre lo mismo. Ni siquiera usa exactamente el mismo lenguaje con todas las personas. Y, sin embargo, uno siempre es la misma persona. Tocar solo, o en trío, o junto a un DJ, abre distintas posibilidades expresivas que sirven para que uno pueda decir cosas diferentes. Pero uno no se transforma en otro”, explica. Esas distintas maneras de hablar toman la forma, en el álbum, de temas propios, versiones de “Out of Nowhere”, de Green y Heyman, y de un tema de Oscar Peterson, “Place St. Henri”. “Peterson fue el primer pianista que admiré”, afirma Eldar. “Ese es mi tributo a quien fue mi influencia más fuerte en relación con el piano y con el jazz. Esa es la escuela donde yo realmente comencé a aprender el vocabulario que hablo.”
Cuando llegó a Estados Unidos era, supuestamente, por poco tiempo. Un benefactor llamado Charles McWorther lo había escuchado en un festival en Novosibirsk, cuando Eldar tenía 9 años, y le consiguió una beca. El niño pianista se deslumbró con Estados Unidos y la familia entera se mudó a los suburbios de Kansas. “Allí había algo con lo que antes no había estado jamás en contacto: infinidad de músicos de jazz. Y, en particular, músicos viejos. Tipos que no sólo conocían la tradición de primera mano sino que eran esa tradición. Tocar con ellos, escucharlos, fue un aprendizaje inolvidable”, recuerda. “Uno puede escuchar discos, puede ver películas. Pero estar ahí es otra cosa. Esos músicos tocan con la seguridad de los que han creado ese estilo. No lo tuvieron que aprender. Lo inventaron ellos y lo manejan con una naturalidad tal que hasta pueden darse el lujo de no respetarlo.”
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