Mié 26.10.2005
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MUSICA › EL SAXOFONISTA WAYNE SHORTER ACTUARA ESTA NOCHE EN EL GRAN REX AL FRENTE DE SU CUARTETO

“El arte pide experimentos y riesgo”

Tocó en el quinteto de Miles Davis entre 1963 y 1968 y compuso varios de los temas más importantes del grupo. Fundó Weather Report junto a Joe Zawinul. Grabó con Milton Nascimento y Joni Mitchell. Y ahora llega con un cuarteto que conforma junto a Danilo Pérez, John Patitucci y Brian Blade.

› Por Diego Fischerman

Si Wayne Shorter sólo fuera el autor de temas como Pinocchio, E.S.P., Nefertiti, o Masqualero alcanzaría para considerarlo una de las figuras fundamentales del jazz. Si sólo se tratara de uno de los saxofonistas que construyeron un estilo personal y de uno de los intérpretes más influyentes de los últimos cuarenta y cinco años, también bastaría. Pero, es claro, Shorter es ambas cosas. Por un lado fue, como instrumentista, pieza fundamental de los Jazz Messengers de Art Blakey, del quinteto de Miles Davis entre 1963 y 1968 y de Weather Report, además de haber colaborado con artistas extranjeros al género como Milton Nascimento, Santana, Los Rolling Stones y Joni Mitchell. Por otra parte, es uno de los compositores más destacados del jazz. Y hoy tocará en Buenos Aires encabezando un cuarteto de lujo, conformado por Danilo Pérez en piano, John Patitucci en contrabajo y Brian Blade en batería.
Influido en la década de 1950 por John Coltrane, Shorter es tal vez el único que fue capaz de atravesar ese fuego tan particular sin quemarse. Y que pudo crear un estilo propio, absolutamente propio y reconocible, a partir de esa influencia virósica como pocas. Su instrumento, en los años en que empezó a emerger como una de las figuras del jazz derivado del hard bop, fue el saxo tenor. Más tarde incorporó el saxo soprano. Y allí se hizo evidente otra característica atípica. A diferencia de la mayoría de los intérpretes que tocan más de un instrumento (y más cuando se trata de instrumentos de la misma familia), Shorter tiene un estilo completamente diferente en uno y otro. En el tenor, su sello es esa especie de coltraneísmo conciso y ascético, poderoso en el sonido pero retenido en relación con la frase. En el soprano es lírico y pausado, tomándose todo el tiempo del mundo para elegir cada una de las notas que toca. Comenzó con el clarinete a los 16 años, pero eligió el saxo tenor al ingresar a la Universidad de Nueva York, en 1952. Después de graduarse, cuatro años más tarde, tocó con el pianista Horace Silver durante un período breve hasta que entró a la Armada, donde estuvo dos años. Al salir de baja ingresó a la banda de Maynard Fergusom, donde conoció al pianista austríaco Joseph Zawinul, a quien encontró más adelante en la banda de Miles Davis de finales de los sesenta y con quien fundó el grupo Weather Report. En 1959, pasó a integrar una de las mejores formaciones que tuvieron los Jazz Messengers del baterista Art Blakey, junto al trompetista Lee Morgan y el trombonista Curtis Fuller. Shorter fue allí, además, arreglador y director musical, hasta que, en 1963, entró al nuevo quinteto de Miles Davis con quien permaneció incluso una vez disuelto este grupo, a partir de 1968, y participando en las primeras experiencias eléctricas del trompetista, en discos fundantes como In a Silent Way y Bitches Brew.
Durante la época en que Shorter desarrolló su estilo, con Miles y también con una serie de álbumes extraordinarios para el sello Blue Note (Juju, Etcetera, Adam’s Apple, Speak No Evil, Schizophrenia), el telón de fondo fue el free y el fenómeno de progresiva independencia de los distintos parámetros en la improvisación jazzística a partir de las experiencias de John Coltrane, Ornette Coleman, Paul Bley y Archie Shepp, entre otros. Shorter, sin embargo, se mantuvo hasta cierto punto al margen. Al igual que Davis, registró las novedades, pero nunca dejó de tener un pie bien apoyado en la tradición del bop. “Es que muy al principio del fenómeno descubrí que no había formas totalmente libres (free forms). Por eso no creí en el free como religión”, dijo en una entrevista telefónica con Página/12. “Traté de pensar, más bien, en los mismos términos en que seguramente pensaba Pablo Picasso cuando hacía esos cuadros en los que parecía no saber nada sobre anatomía humana, cuando en realidad sabía todo lo que hay que saber. Más que interesarme la idea de libertad, me interesaba la música. Para ser libre no se puede ir muy rápido, hay que investigar un poco qué es eso de la libertad y buscar algo que trascienda esa idea en sí misma. No creo que tocar free deba equipararse a la sencillez, a la simplicidad. Es una ilusión. En realidad, tocar con libertad es algo verdaderamente complejo. Vivir es complejo, aunque hablar de la vida pueda parecer sencillo.”
Shorter llegó a tocar a Buenos Aires, por primera vez, con Weather Report. Volvió con ese grupo y luego con un quinteto de homenaje a Miles Davis donde tocaba con sus ex compañeros Herbie Hancock, Ron Carter y Tony Williams y el lugar del trompetista –que en un proyecto anterior, V.S.O.P, había ocupado Freddy Hubbard– estaba en manos de Wallace Roney. En 2000 llegó en dúo con Hancock, en una de sus primeras reapariciones luego de la trágica muerte de su mujer, Ana María, víctima del atentado al avión TWA en 1996. El concierto de hoy en el Gran Rex lo encuentra, nuevamente, con una banda estable. Hace cuatro años que viene tocando con Pérez, Patitucci y Blade, y Shorter compara la experiencia con la del quinteto de Davis. “Existe la misma desenvoltura, la misma capacidad para crear espontáneamente, para reunirse sin ensayar (porque no ensayamos, simplemente tocamos) y que se produzca la magia. Además, ninguno de estos músicos está mirando al pasado o tratando de sonar como tal o cual músico admirado. Todos miran para adelante. Todos experimentamos todo el tiempo y eso, finalmente, es lo que pide el arte: experimentos y riesgo.” Con este grupo, Shorter registró dos discos en vivo, Footprints Live y el reciente Beyond the Sound Barrier, ambos para el sello Verve, en el que graba desde hace diez años.
Wayne Shorter habla frecuentemente de cine, de ciencia ficción, de ciencia a secas –Stephen Wawking registró su voz hablando del número de estrellas en el universo en un disco suyo grabado en Japón– y, por supuesto, de música. Mendelssohn y Villa-Lobos pueden aparecer con naturalidad en sus discos y, según cuenta, próximamente será Ginastera. Entre sus colaboraciones con otros músicos, por otra parte, están los discos Native Dancer y Milton, donde tocó con Milton Nascimento y, en 1997, Bridges to Babylon, de Los Rolling Stones. Además, desde que tocó en Don Juan Reckless Daughter junto a Joni Mitchell, es una presencia habitual en sus discos. “Ella es una creadora excepcional, además de una persona encantadora. Y, más allá de su talento y de la calidad de lo que hace hay que decir que es una persona valiente, que nunca se avino a las exigencias del marketing y que estuvo siempre adelantada varios años a lo que otros hacían musicalmente.”

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