La convocatoria se llevó a cabo sin más promoción que la del sitio web oficial, pero el efectivo mecanismo del boca a boca hizo que alrededor de siete mil personas se acercaran el lunes a la noche al Luna Park para ver a Los Piojos. Anoche, al cierre de esta edición, la banda de Andrés Ciro concretaba su segunda actuación en el mismo estadio. En el primer concierto hubo un invitado sorpresa: Manu Chao, que subió al escenario de incógnito y tocó con la banda “Civilización/King Kong Five” y una versión reggae-ska de “Día luna día pena”. El vínculo entre Chao y Los Piojos viene desde hace tiempo, pero se estrechó aún más cuando El Farolito, el sello piojoso, publicó La Radiolina, último álbum de quien fuera líder de Mano Negra.

Las luces del estadio se apagaron a las 21.20 y una pantalla que abarcaba todo el ancho del escenario proyectó un video conceptual de unos cuatro minutos de duración que alternaba, a modo de collage, imágenes y fragmentos de las letras más representativas de la nueva placa. A continuación, la banda arremetió con “Pacífico”, flamante corte de difusión, seguido de “Desde lejos no se ve”, “Taxi boy” y “Bicho de ciudad”. Andrés Ciro, en su rol de maestro de ceremonia, cambió de vestuario, caminó el escenario como ningún otro de sus compañeros y equilibró sus dotes de buen decidor con una abundante cuota de histrionismo, perfil que abandonó únicamente para cederle el micrófono al bajista Mickie Rodríguez. Rodríguez contó con un segmento propio, compuesto por “Fijate”, tema al que le prestó su voz en el disco Verde paisaje del infierno, y “Un buen día”, experiencia similar plasmada en Civilización. A pesar de algunos desperfectos de sonido que lograron resolverse con el correr de la noche, el público demostró que su presencia ahí no era casual, que el verdadero fanatismo los llevó a corear a voz en cuello piezas tan disímiles de la discografía piojosa como “Chac tu chac”, “A veces”, “Marado”, “Vals inicial” o “Luz de marfil”. Fue un lunes atípico, para Los Piojos y para los fans.