MUSICA › ENTREVISTA A JAVIER GIROTTO, UNA DE LAS FIGURAS DEL BUENOS AIRES ITALIAN JAZZ FESTIVAL
Recitales de músicos italianos y argentinos, proyecciones de cine, conciertos multimedia y cruces entre instrumentistas y Vj son algunas de las actividades del encuentro gratuito que comenzó ayer en el teatro Coliseo. Girotto, un italiano nacido en Córdoba, será uno de los protagonistas destacados del festival. “El futuro de la música está en los países del tercer y cuarto mundo”, dice el saxofonista.
› Por Santiago Giordano
Una embajada del jazz italiano y un destacado grupo de músicos argentinos, proyecciones de cine, conciertos multimedia y cruces entre músicos y Vj. Durante cuatro días, el Buenos Aires Italian Jazz Festival conjuga algunas de las más interesantes expresiones italianas y argentinas en estas disciplinas, entre las que la música parece ocupar el segmento más consistente. Con entrada gratuita, en el Teatro Coliseo se podrá escuchar, hasta el domingo, al trompetista Enrico Rava y su quinteto, al sexteto Escalandrum, al pianista Danilo Rea, al dúo del saxofonista Javier Girotto y el acordeonista Luciano Biondini, a la cantante Liliana Herrero, al Javier Malosetti Trío, al cantante Gino Paoli, Adrián Iaies y la Parco della Musica Jazz Orchestra, un laboratorio musical permanente dirigido por el saxofonista Maurizio Gianmarco, que tendrá como invitados a Rava, Paoli y Girotto. Una programación variada que pone en evidencia la riqueza de un género que desde hace mucho tiempo no admite fronteras nacionales.
Javier Girotto, un italiano nacido en Córdoba, será uno de los protagonistas destacados del festival. Su historia musical, como la del jazz, está hecha de cruces, pasiones y coincidencias. En 1991 el saxofonista terminaba sus estudios en la Berklee College of Music de Boston. Había entrado a Estados Unidos con su pasaporte argentino y una visa de estudiante que ya no podía renovar. Entonces decidió apelar a sus orígenes italianos y viajó al país de sus ancestros, para tramitar el pasaporte que le permitiría circular con más facilidad por Norteamérica. El trámite debía llevar algunos días, “pero el arte que tiene ese país, la historia, la gente, la cultura impresionante de la comida, el buen nivel de los músicos”, como él mismo explica en diálogo con Página/12, lo sedujeron. En una semana decidió quedarse en Roma, donde hoy vive.
Hace diecisiete años que desde la Ciudad Eterna Girotto transita el jazz de Europa, donde en la actualidad es considerado uno de los más sólidos saxofonistas, además de un original compositor y arreglador. El grupo de jazz latino Tercer Mundo, el ensamble Six Sax, Aires Tango, los dúos con el bandoneonista Daniele Di Bonaventura y el acordeonista Luciano Biondini, La Orchestre Nacional du Jazz de Paris, el cuarteto piano less de Enrico Rava, la colaboración con el Vertere String Quartet, la Parco della Musica Jazz Orchestra, sus composiciones para orquestas sinfónicas, la participación en los más importantes festivales europeos y una discografía que supera los veinte trabajos personales –además de innumerables participaciones como sideman– son algunas de las marcas artísticas de un recorrido en el que las raíces musicales se proyectan en el jazz con natural amplitud.
–Nació en la Argentina, estudió en Estados Unidos y vive en Europa. ¿Qué características musicales rescata de cada lugar?
–De Argentina admiro y amo lo que es el folklore y el tango, que son mis raíces; en Estados Unidos estudié y toque muchísimo jazz, y en Europa logré hacer una mezcla de todo esto.
–¿Cómo conjuga estas raíces con el resto de influencias que pasan por su música?
–Es el resultado de experiencias por diversas partes del mundo. Hay influencias que se pronuncian naturalmente, sin pensar en la raíz pura. Pero todo es el producto de una continua búsqueda, que es lo que en realidad me da fuerza y entusiasmo. El día que el interés por buscar y experimentar nuevas cosas, nuevos estilos, se acabe, abriré un restaurante típico italiano. Naturalmente con música, pero ya para los amigos.
Cuando habla de sus influencias, Girotto aclara que va más allá del jazz y junto a Wayne Shorter cita a John Surman, Egberto Gismonti, Hermeto Pascoal y Hugo Díaz. “Por supuesto, también están las influencias de la música clásica”, agrega el músico. En sus comienzos, en Córdoba, además de formar parte de algunos de los grupos de jazz más interesantes de los ’80, integró la fila de caños del grupo cuartetero Chébere, que por entonces era uno de los más populares de la provincia.
–¿Tocar en los cuartetos lo ayudó a crecer como músico?
–¡Claro que me ayudó! Me ayudó, por ejemplo, a eliminar el temor del escenario, a afinar la relación con el público, a adquirir la soltura en el show y, sobre todo, me enseñó a entender que con cualquier tipo de música que haga me tengo que divertir. De lo contrario, las cosas no funcionan.
–Y su paso por Berklee, ¿qué significó en su formación?
–Estudiar en Berklee en aquella época fue fundamentalmente un motivo para obtener la visa para entrar en los Estados Unidos. Una vez en la escuela pude encontrar profesores como Hall Crook, Gerge Garzone, Joe Viola, Herb Pomeroy, con quienes además toqué, y eso resultó una inmensa experiencia de aprendizaje. La cosa más importante fue, sobre todo, compartir jam sessions y conciertos todos los días, tocar con todos los músicos del ambiente de Boston de aquella época –entre 1987 y 1991– y compañeros de aquel período como Joshua Redman, Diego Urcola, Danilo Perez y Kurt Rosenwinckel, entre otros.
–¿Cuáles son las tendencias más fuertes en el jazz italiano actual?
–El jazz italiano tiene en la actualidad un nivel superlativo. Obviamente, las tendencias más fuertes pasan por los derivados del jazz norteamericano, el bebop y el hard bop, pero siempre hay espacio para esa característica italiana que es la melodía, un poco a la manera de las músicas de las películas de Fellini.
–¿Qué características distingue en el jazz europeo respecto del estadounidense?
–En este momento, según mi criterio, las cosas más interesantes en el mundo del jazz se dan en Europa. Veo que allí hay más creatividad, más entusiasmo y originalidad. Posiblemente se deba a que en Europa existen mayores posibilidades de trabajo. Yo creo que en este momento “l’América”, como decían nuestros mayores, está en Europa, al menos en cuanto a lo que al jazz y sus alrededores se refiere.
–¿Con qué músico de jazz con el que no haya tocado le gustaría tocar?
–Con Egberto Gismonti, por supuesto.
–¿Está al tanto del jazz que se hace en la Argentina?
–De lo que escuché me encantó el grupo Aca Seca y lo que hace Quique Sinesi, que en realidad no se trata de jazz, sino de “contaminaciones” entre el jazz y la música argentina. El resto de lo que escuché me dio la impresión de que se busca imitar o acercarse a los estadounidenses, concepto que no me interesa demasiado.
–Esta vez tocará en dúo con un acordeonista, pero habitualmente integra diversos tipos de formación. ¿Con cuál se siente más cómodo?
–El dúo con Luciano (Biondini) existe desde hace ocho años y ya grabamos dos discos –El Cacerolazo y Terra madre–. Esta es una formación que me expone mucho, me exige musical e instrumentalmente. Toda la música que hacemos es original, escrita por nosotros, con muchos espacios a la improvisación, totalmente libre y sin ningún esquema. Esto es el fruto del tiempo que hace que tocamos juntos y del entendimiento que existe entre nosotros, además de los numerosos conciertos que por suerte estamos haciendo en toda Europa. En otros proyectos que estoy llevando adelante me gusta más asumir la dirección musical, escribir y organizar la música y dar espacio a los músicos que elegí para tocar conmigo.
–¿Cuáles son esos proyectos?
–Acabo de hacer un disco con Paolo Silvestri Ensamble –un ensamble de vientos– que presentaremos en el Umbria Jazz Winter el 29 de diciembre, con Luciano Biondini en acordeón y yo en saxo soprano y barítono. Además, recién estrenamos con la Orquesta Sinfónica de San Marino un concierto latino, que escribí para orquesta y saxo soprano, del que seguramente saldrá un disco. Esto es el comienzo de una experiencia que llevaremos adelante con distintas orquestas sinfónicas europeas.
–¿Podría dar una definición actualizada de jazz?
–Para mí decir jazz significa decir improvisación, porque el jazz en esta época está influenciado por casi todos los ritmos del mundo. Muchos distinguen entre jazz (entendido como el bebop, el hard bop, el swing y esas cosas) y la música étnica. Esta definición me resulta muy racista; yo creo que el futuro de la música está en los países del tercer y cuarto mundo.
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