En mayo de 1968, mientras en París se prohibía prohibir, en la Sala Planeta de Buenos Aires se estrenaba María de Buenos Aires, de Astor Piazzolla y Horacio Ferrer. La obra controvertida, fue, inicialmente, un fracaso comercial; su supervivencia estuvo basada, sobre todo, en sus piezas instrumentales y, en particular, en Fuga y misterio, que terminaría haciéndose tristemente famosa como presentación del programa Tiempo nuevo, de Bernardo Neustadt. Después de la muerte de Piazzolla, sin embargo, comenzó una segunda vida para lo que sus autores habían bautizado como “operita”, incluyendo la grabación de Gidon Kremer y la sucesión de puestas exitosas en Europa. El Teatro Colón anunció este año que su Opera de Cámara haría esta obra, aunque no informó el elenco que la llevaría adelante, sino apenas el hecho de que la dirección escénica estaría en manos de Carlos Palacios –que conduce, precisamente, la Opera de Cámara–- y llegó a enviar una comunicación en la que refería la visita al Colón de Ferrer. Lo que esa comunicación omitía, sin embargo, es que el poeta confirmó, en esa visita, que María de Buenos Aires ya estaba programada en el Teatro Cervantes y que dicha sala había reservado también los derechos para 2009. De hecho, como para poner nuevamente en escena los vaivenes y trastabilladas de la actual gestión al frente del Colón –que habría anunciado lo que sabía que no podría hacerse–, en el Cervantes ya comenzaron los ensayos con Julia Zenko y Guillermo Fernández como protagonistas. La dirección musical es de José Carli, al frente de un grupo de músicos excelentes que reproduce el octeto original y que incluye, entre otros, a Pablo Agri, Néstor Marconi y Ricardo Lew. La escenografía será de Tito Egurza, el régisseur será Marcelo Lombardero, la coreografía estará en manos de Oscar Aráiz y, además, la puesta restituirá dos escenas que estuvieron en la versión estrenada en la Sala Planeta y que luego no fueron incluidas en la grabación discográfica, que fue la que las interpretaciones posteriores tomaron como base.