MUSICA › RAúL PORCHETTO HABLA DE REINA MADRE, EL DISCO QUE SE PRESENTA MAñANA CON PáGINA/12
A veinticinco años de su publicación original, aparecerá por primera vez en CD. Porchetto relata las circunstancias que rodearon la creación de ese álbum y de la canción que le da título, una de las más lúcidas que se escribieron sobre Malvinas.
› Por Claudio Kleiman
Raúl Porchetto dice que Reina Madre, su álbum originalmente aparecido en 1983 –que se edita, por primera vez en CD, con la edición de mañana de Página/12– llegó a vender en su momento más de 300.000 ejemplares. La cifra, impensable para la realidad actual de la alicaída industria discográfica, sorprende también al pensar en la música de Porchetto, un artista que nunca encajó dentro de los standards de las canciones de consumo masivo. Un buen ejemplo es “Reina Madre”, el tema que da título al álbum, que evoca la guerra de Malvinas desde un ángulo inesperado, el de un soldado inglés que se cuestiona “por qué estoy luchando, por qué estoy matando”. Es lento, dramático, comienza con unos efectos de sonido, y dura más de 5 minutos. Es decir, prácticamente todo lo contrario del pensamiento establecido sobre lo que debería ser un hit radial.
El éxito de Raúl continuó hasta el fin de la década, alcanzando un pico con su álbum Noche y Día –el de “Bailando en las veredas”–, pero durante los años ’90, el cantante sufrió una especie de ostracismo, debido a hechos que no quiere mencionar públicamente, y también a lo que reconoce como cierto cansancio del esquema disco-giras-notas de promoción, más la falta de respaldo de algún sello grabador. “Nunca me peleé con la música –aclara–, pero quería seguir componiendo canciones cuando tuviera ganas.”
En la última década del siglo XX, comenzó un retorno con bajo perfil, editando sus álbumes en forma independiente y actuando fundamentalmente en el interior, donde se lo recuerda con afecto. En 2007 estrenó una nueva obra integral, Yo soy, que incorpora danza y proyecciones, aún sin registro discográfico.
Veinticinco años después de la aparición de Reina Madre, Porchetto –que conserva cierta expresión aniñada a los 58 años–, se sienta en un bar de Belgrano a rememorar episodios de su vida y su carrera. Especialmente, las circunstancias que rodearon a la creación de ese álbum –un hito dentro del rock argentino de los ’80–, y de la canción que le da título, una de las más certeras escritas sobre el tema de la Guerra de Malvinas.
–Es curioso que Reina Madre no se haya reeditado hasta ahora en CD, siendo un disco tan significativo...
–No se daba el hecho de poder editarlo bien hasta ahora, y como el master era mío, lo pude manejar, porque hay algunos discos que, antes que estar mal, prefiero que no estén. Hay otros discos que no son míos y tampoco están, como los que salieron por el sello Music-Hall; de los que grabé en EMI, recientemente se reeditaron Mundo y Volando de vida. A través de Internet recibo constantemente mails, incluso del extranjero, que me preguntan dónde se pueden conseguir algunos discos. Y en vinilo tienen una cotización increíble. Incluso Porsuigieco ya no se puede conseguir, después de la reedición que hizo Página/12. Por eso también valoro muchísimo el apoyo del diario para sacar este disco, lo siento como un reconocimiento, un premio.
–Reina Madre fue una producción independiente, algo bastante inusual para ese momento.
–Sí, yo venía de varios discos que habían pegado fuerte, Metegol, Televisión, Che Pibe, y me podía jugar con eso. Era difícil hacer algo independiente, pero para la producción me ayudaron Pity (Iñurrigarro) y Ohanian, y tuve el apoyo de Interdisc para la distribución. Las reglas estaban empezando a cambiar, y eso era algo que yo quería marcar.
–¿Cómo se armó la banda que luego sería G.I.T.?
–Yo lo conozco a Willy (Iturri), y él graba en el disco Mundo (1979). Luego viajo a Estados Unidos, y descubro toda una movida de música nueva. Eso me moviliza, y cuando volví quería cambiar el sonido. Le cuento este proyecto a Willy y él me recomienda a Pablo Guyot, con el que había tocado en Banana. Nos faltaba un bajista, y justo nos encontramos con Alfredo Toth, que estaba tocando con Nito Mestre. Nos pasábamos horas en la sala de ensayo para encontrar un sonido, trabajábamos como si fuera una banda de afuera. Fue un cambio de sonido, de concepto de producción, y hasta de estética.
–Un hecho muy discutido en 1982 fue el Festival de Solidaridad, del que participó.
–En plena guerra se hace el Festival de Solidaridad, que se cierra con “Algo de paz”. A mí, antes de subir, un coronel con una 45 me dice, “che Raúl, hoy no es para cantar algo de paz, no sé si entendés”. Yo subí con un miedo bárbaro, pero al final la terminé cantando, y esa imagen dio la vuelta al mundo, 60.000 tipos jóvenes cantando “Algo de paz”. Por eso cuando alguien me dice que el Festival de la Solidaridad fue una colaboración, yo pienso, “la ignorancia es atrevida”.
–Además de “Reina Madre”, varios de los temas del álbum orbitaban en torno de esa temática.
–Luego de componer “Reina Madre” empiezo a armar todo un cuadro alrededor de eso, con una serie de temas que salieron tanto en Reina Madre como en Che Pibe, porque la composición de esos dos álbumes fue casi simultánea. “Este hermanito a casa volvió” hablaba de lo que pasaba después de la guerra. Varios temas hablan de lo que estaba pasando, yo no podía entender cómo gente a la que 15 días antes la habían corrido de la Plaza, estaba alabando a un genocida. Reina Madre tiene un poco de ese espíritu y esa rebelión. Después un poco me pasaron la factura.
–¿A qué se refiere con lo de la factura?
–A diferentes niveles. Hace tres años, cantando “Reina Madre” en Trelew, cuando terminé estaba guardando la guitarra, y se me acerca un tipo y me dice: “No lo cantés nunca más acá porque no salís vivo”. Y fue hace muy poco. Por eso, también me da bronca cuando alguien te ubica nada más que por “Bailando en las veredas”. Porque yo no reniego de ningún tema, “Bailando en las veredas” me encanta, pero no me agoté ahí. Tengo más de 300 temas grabados, y desde el ’80 hasta el ’87 todos mis álbumes fueron Disco de Oro, muchos fueron de Platino y algunos Doble Platino.
–El negocio del rock cambió muchísimo desde aquella época.
–Yo siempre digo que la dictadura triunfó en los ’90. Es decir, su ideología. Si bien hay gente que en los ’90 hizo cosas impresionantes desde el rock, como Fito, León o los Redondos, hubo otras cosas que se llamaron rock pero no tenían nada que ver, eran híbridos. Porque no hay nada mejor para destruir algo que deformarlo hasta que ya no sepas qué es. El rock del comienzo tenía un denominador común, que era el hecho artístico, porque Spinetta, Pappo, León Gieco, Charly García, Miguel Cantilo, no se parecían en nada, los estilos y los sonidos eran totalmente diferentes. Pero la gente le daba una identidad de rock nacional a todo eso. Sabíamos lo que era, porque lo que llamábamos rock era una movida de contracultura. Entonces cuando ya no lo es, es como una familia que sigue usando el apellido, pero hace exactamente lo contrario. No estoy en contra de nada, pero que cada uno tenga su nombre y lo pelee desde ahí.
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