MUSICA › MIúCHA PRESENTA EN BUENOS AIRES 50 AñOS DE BOSSA NOVA
Ex mujer de Joao Gilberto, ahijada artística de Vinicius, hermana de Chico, tía de Carlinhos Brown, nada de la MPB le es ajeno.
› Por Karina Micheletto
Puede decirse que Miúcha heredó la bossa nova en sentido literal. Una red de parentescos de sangre y de amistad la unen desde pequeña a una lista de nombres que bien pueden representar la historia de la música popular brasileña, desde Vinicius y Jobim a Bebel Gilberto, que es su hija. Más allá de su árbol genealógico, ella misma forma parte de esa historia, por derecho propio. Y ahora la resume con canciones en un show al que tituló 50 años de bossa nova, que hoy y mañana a las 21.30 presentará en el ND Ateneo (Paraguay 918).
–No debe ser fácil elegir los temas justos para representar cincuenta años de bossa nova. ¿Cómo hizo la selección?
–Me dejé llevar por lo que viví. En el tiempo en que empezó la bossa nova yo no vivía en Río, sino en San Pablo. Después fui a París, como estudiante, ahí conocí a Joao Gilberto y nos casamos. Pero he tenido una convivencia muy afectuosa con los grandes creadores de la bossa nova: Vinicius era como de la familia, gran amigo de mi papá. El fue un verdadero artista, mucha gente lo recuerda como un gran poeta, pero también era un músico sorprendente. Yo grabé un disco entero con canciones con letra y música suyas. Y, aun en Brasil, mucha gente se sigue sorprendiendo porque piensa que esas canciones eran de Jobim... Luego, con Jobim hice mis primeros discos. Después me casé con Gilberto, además soy hermana de Chico, a quien le enseñaba lo que aprendía con Vinicius... ¡Y por si esto fuera poco soy tía de Carlinhos Brown, porque se casó con Helena, la hija de Chico! Así es que tuve muchísima suerte en la vida, intercambié experiencias y sensibilidades con los más grandes creadores.
–¿Cuál cree que es el lugar que ocupa hoy la bossa nova en el panorama internacional, después de estos cincuenta años?
–En Brasil la gente decía que la bossa nova estaba superada, y hoy puede comprobarse que nunca menguó su fuerza. Siempre ha sido un género reconocido en todo el mundo, de John Lennon en adelante. Si pervivió es porque siempre ha estado abierto a la experimentación y el cambio, nació con ese espíritu, y hoy ha seguido adaptándose a los tiempos que corren y a la música que suena entre los jóvenes. Por eso ha caído tan bien su inclusión dentro de un lenguaje más pop, o todos esos proyectos de mezclar la bossa con la electrónica, como el que encaró Bebel. Después muchos grupos jóvenes de Inglaterra, Chicago o Nueva York, que se habían impresionado con las sutilezas de la bossa nova, también tomaron esto, adaptando la bossa a sus lenguajes.
–¿Y qué cree que tiene la bossa para seguir tan presente en el mundo?
–Supongo que es por su naturaleza misma, su química misteriosa es lo que atrae a tantos. A todos les dan ganas de sonreírse cuando escuchan una bossa nova, así como en muchas músicas está implícita la preocupación o la tensión, en la bossa nova se transmite cierta cosa buena, hay cierta alegría en su naturaleza. Cuando yo escuché por primera vez “Chega de saudade”, de Joao Gilberto, fue como si después de estar acostumbrada a ver en blanco y negro descubriese de pronto todos los colores juntos. Era una sorpresa, algo muy sencillo y al mismo tiempo sofisticado, muy interesante tanto en su desarrollo armónico como en el ritmo. Es una lástima que luego hayan aparecido tantas versiones que cristalizaban esa música tan fresca, que pretendían tratarla como una pieza de museo, repetitivamente. No: para Joao Gilberto la canción no era más que un pretexto para ejercer la guía artística, buscar siempre nuevos caminos armónicos, nuevas posibilidades rítmicas. Se puede grabar “Garota de Ipanema” cien veces y hacerla sonar distinta siempre.
–A los cruces con la electrónica o con el soul, como los que encara su hija Bebel, ¿los considera una forma actual de bossa nova o una ruptura?
–Es una cuestión lógica de los tiempos. Un joven va a buscar atravesar sus influencias con las cosas que conoce, lo que escucha, lo que tiene a mano. Yo no sé qué habría hecho Joao Gilberto si hubiera conocido la electrónica, pero sí sé que fue lógico que Bebel la tuviera a mano e hiciese eso. Así son las cosas: los artistas nos nutrimos de lo que nos rodea.
–Su hija Bebel siguió su camino artístico. ¿Le da algún consejo?
–No, no. Si se lo diera, no lo escucharía. Yo ya aprendí que es mejor estar callada como madre ante determinadas circunstancias. Fue cuando le di el primer consejo: Bebel, no te dediques a esto, es una profesión demasiado difícil. ¡Ese fue mi primer y último consejo! (risas). Así que me abstengo de continuar como madre consejera, funciono tal vez como una madre compañera, que la comprende y la alienta cuando está con los nervios previos a los shows, o con las corridas de las grabaciones. Pero consejos... ya desistí.
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