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Miércoles, 22 de julio de 2009

LITERATURA › RUTH KAUFMAN Y EL RENOVADO CATáLOGO DE LA EDITORIAL PEQUEñO EDITOR

La propuesta de paladear la palabra

Una serie de libros despliega un poema a lo largo de varias carillas para demorar el disfrute del texto con la ayuda de un ilustrador. “Faltaba experimentación con la palabra y con la imagen”, asegura la fundadora del sello.

 Por Silvina Friera

Los padres que intentan surfear estas vacaciones de invierno con los chicos “en casa” y alguna que otra salida –acotada por el temor a la maldita gripe A– pueden encontrar un aliado en los libros ilustrados, caseritos, artesanales, para pequeños lectores y grandes curiosos. Desde que salió al ruedo en 2003, la editorial Pequeño editor ha lanzado un menú de bellísimos títulos que incluye La reina Mab, adaptación del poema del Acto I de Romeo y Julieta, de William Shakespeare, realizada por Ruth Kaufman, una de las fundadoras del sello; Humor idiota, con guión y dibujos de Max Cachimba; Un hombre con sombrero, de Gustavo Roldán (h.); Animaladas, con guión y dibujos de Leo Flores y Rebeca Luciani; Autos y Fiesta de disfraces, ambos ilustrados y escritos por Inés Trigub; Chubasco, de Pablo Cabrera; Nariz de higo, de Roberta Iannamico, ilustrado por Bianki; Canción decidida, de David Wapner y Cristian Turdera, y Lo que hay antes de haya algo, de Liniers, entre otros.

La adulta inquieta que fundó y dirige Pequeño editor es Ruth Kaufman (Buenos Aires, 1961), escritora, maestra y licenciada en Letras que ejerció la docencia y coordina talleres de escritura para niños, adolescentes, adultos y también para maestros. El embrión de la idea de este proyecto editorial, que reúne a escritores, diseñadores e ilustradores, surgió durante el convulsionado 2001 cuando se juntaron Diego Bianki y Kaufman. Pronto se sumaría Cristian Turdera. “Todos noso-tros teníamos muchos años de trabajo en el mundo editorial: en el libro de texto, en literatura infantil, en revistas para chicos –recuerda Kaufman a Página/12–. Nuestra percepción de aquel momento era que faltaba experimentación, tanto con la palabra como con la imagen. Géneros muy queridos por nosotros, como la poesía y la historieta, tenían muy poco espacio. Pensamos que se podían lograr ediciones de mejor calidad, con buen papel, impresión, ilustración y diseño; y sobre todo que podíamos pensar en libros para chicos sin tantos preconceptos de edad, temas, valores, sentidos, géneros.”

“No es que hayamos tomado como modelo la experiencia de Vicente Ferrer y Begoña, editores de la valenciana Media Vaca –aclara la editora–, pero la osadía y la ética de su proyecto nos resulta, sin ninguna duda, inspiradora.” Para la presentación del sello en el Malba escribieron un texto que todavía hoy los acompaña como editorial en la página web (www.pequenoe ditor.com). Kaufman cita un párrafo de ese “manifiesto”: “Pequeño editor quisiera entrar al campo de los libros ilustrados proponiendo reglas de juego que potencien ante todo las energías creativas de escritores e ilustradores y las capacidades lúdicas y creativas de los niños y adultos lectores”. Y agrega: “Los lectores dirán si lo estamos logrando”. Para la escritora y editora cada libro tiene “su propia manera de significar y su propio modo de generar una relación ilustración-palabra”.

En La reina Mab se puede ver un modo de abordar la poesía que los caracteriza. “La estrategia editorial consiste en desplegar un poema que en un libro de poesía habitual ocupa una o dos páginas en 24 o 32 páginas –explica la adaptadora–. De este modo, sin evitar la experimentación con el lenguaje propia de la poesía contemporánea, abrimos el texto poético a más y nuevos lectores. En primer lugar afectamos el tiempo de la lectura: producimos una demora y en esa dilación la palabra se muestra, dejándose paladear. Sin embargo, no se trata de una demora en blanco, como la que realiza en soledad el lector experto de poesía; el libro ilustrado propone, en ese tiempo, en ese espacio, una lectura privilegiada: la de un artista gráfico. Se trata sin duda de una interpretación que abre lo que estaba compactado y vuelve el texto más poroso, más legible”. Lo que le fascinó a Kaufman de adaptar al autor de Romeo y Julieta fue “la posibilidad de dar la lengua de Shakespeare a los chicos en un estado casi puro, sin tocar demasiado”. “No resumir el argumento de una obra de teatro sino dar un momentito de su lengua poética en la que se acerca a los chicos –revela–. Dudé acerca de si era justo quitar las alusiones sexuales del texto, alusiones que, me pareció, no serían interesantes para los chicos. Finalmente, decidí que se podía hacer porque la esencia del texto, pensando esa palabra como el aroma principal que deja un perfume, no se esfumaba. Los lectores que vayan a ambos textos me dirán si es verdad.”

En su primer libro publicado, Fiesta de disfraces, la artista plástica Inés Trigub (Buenos Aires, 1974) imaginó una fiesta en la que cada animal tuviera que disfrazarse de otro. “Empecé a dibujar la manera que encontró cada animal de disfrazarse. En este caso hice los dibujos recortando y pegando papelitos de colores –cuenta Trigub–. El conflicto lo tendría el gusano, que por su forma se encontraría bastante limitado para imaginarse un disfraz. El texto es breve y acompaña a los dibujos. La idea es que los chicos que todavía no leen puedan, una vez que les leyeron el cuento, volver a leerlo mirando los dibujos.” Tanto en su primer libro como en Autos, el trabajo de Trigub trasmite el concepto de que con poco, unas cartulinas o cartones, se puede hacer mucho; hay un énfasis puesto en lo lúdico-artesanal. “Me interesa abordar la construcción del libro desde lo lúdico y lo artesanal, experimentando, y si bien no lo busco deliberadamente, sería bueno que los libros llegaran a disparar en los lectores otras ideas, pensamientos o ganas de ponerse a hacer alguna cosa”, plantea la artista plástica. “Creo que en ambos libros está presente la importancia de la imaginación. A los chicos la imaginación les sobra, sería bueno que los libros se la disparen.”

Pequeño editor surge del trabajo en equipo. Representando a las palabras, además de Kaufman, está Raquel Franco; el paladín de las imágenes es Diego Bianki. “Discutimos mucho todo”, subraya Kaufman. Entre las próximas pequeñas bellezas a publicar se encuentran textos poéticos como El pájaro suerte, de Cecilio Pisos, ilustrado por Silvia Lenardon; y Los sueños del agua, primer libro para chicos de la poeta María del Carmen Colombo, ilustrado por Cristian Turdera. También se viene Con la cabeza en las nubes, un proyecto de Bianki en el que lo acompañan otros ilustradores y fotógrafos de diversos países. “Logramos llevar el juego de encontrar formas en las nubes al formato libro, ¡una maravilla! –exclama, entusiasmadísima, Kaufman–. Y lo acompañamos de un informe para acercarte a las nubes con cabeza de científico. Este y otros libros nos llevan a explorar por fuera de nuestras colecciones, a inventar géneros donde la ciencia, la palabra y el juego confluyan.”

Kaufman admite que hay experiencias muy interesantes de lectura con bebés y niños muy pequeños. “Desde la edición lo importante es que cada editor publique lo que cree, sinceramente, que es muy pero muy bueno. Como dice mi vecino, ‘Hay que tratar de hacer las cosas bien para que salgan más o menos’; llevado al campo de los libros, hay que publicar sólo lo que nos parece excelente para que los chicos tengan en sus manos, al menos, libros buenos.”

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Ruth Kaufman se propuso que los libros que edita Pequeño editor disparen la imaginación.
 
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