Domingo, 2 de mayo de 2010 | Hoy
LITERATURA › ADRIAN PAENZA PRESENTO EL 5º VOLUMEN DE MATEMATICA... ¿ESTAS AHI?
Una multitud llenó la sala Leopoldo Lugones para participar de la propuesta lúdica del periodista y divulgador. El público aceptó el desafío de liberar la creatividad y la imaginación para resolver problemas... planteados por unos caramelos.
Por Silvina Friera
¿Quién puede vender más de un millón de libros con una “saga” sobre la matemática? Caminando por el escenario, hablando, escribiendo y dibujando, Paenza demostró durante la lúdica presentación de Matemática... ¿estás ahí? La vuelta al mundo en 34 problemas y 8 historias (Siglo XXI), la quinta entrega de este fenómeno sin precedentes, que HAY QUE JUGAR, con mayúsculas, como lo escribe en el prólogo. La sala Leopoldo Lugones, la misma donde se inauguró esta edición de la Feria del libro, convocó a una multitud que aceptó el desafío de liberar la creatividad y la imaginación para resolver problemas con unos caramelos que todos recibieron al ingresar junto con una hoja con cinco consignas para analizar y equivocarse, porque los caminos que conducen a una respuesta son múltiples. Errar, aunque sea frustrante, es un “síntoma de salud”. Diego Golombek repasó el “fenómeno Paenza” y cómo ha conseguido extender la matemática hasta volverla “popular” también en la televisión, misión que parecía imposible. “Adrián genera entusiasmo”, dijo. En manos de Paenza el cuco de antaño ahora tiene mejor prensa. “Tenemos Matemática estás ahí para rato”, auguró el presentador y director de la colección Ciencia que ladra. “Adrián los va a guiar en la solución de los problemas que tienen en la hojita, y prometió cantar unas sambas y bossa novas con un tal Caetano”, bromeó.
Adrián cumplió. Al menos la promesa de guiar a más de 500 personas que se “peleaban” por responder, argumentar, opinar. La de cantar con Veloso, en cambio, no pudo ser. Paenza firmó durante más de una hora ejemplares en el stand de la editorial. “A los que les pagamos –ironizó Golombek–, revoleen un par de sillas así mañana (por hoy) los diarios dicen que la matemática está generando debates.” Después de la ironía festejada por un coro de carcajadas, el presentador utilizó la metáfora del barco y el capitán para la matemática: “El capitán más adecuado de este barco es Paenza”. El capitán timoneó el barco durante poco más de una hora. El placer del recorrido generó la impresión de que fue un viaje que se pasó volando. “Me voy a repetir, se me ocurren las mismas cosas. Todo esto es increíble. Ustedes vienen a una charla de matemática”, subrayó la última palabra, la convocante, para enfatizar el asombro. “La matemática está empezando a tener mejor prensa. Todos en general hemos tenido un rechazo por la matemática –asumió ante un público que estaba lejos de pintar esa repulsión–. Parte de ese rechazo está bien; todos los que la rechazamos estamos sanos, no queremos aburrirnos.”
Aprender jugando, de eso se trata. Paenza recordó la anécdota de cómo se hacía para cortar una pizza con la ayuda de la matemática. Estaba grabando un capítulo de Alterados por PI cuando al productor se le ocurrió invitar a un maestro pizzero llamado José. “Hacé un corte perpendicular”, le pidió. “Se quedó estupefacto –recordó–; no entendía la palabra perpendicular. Fue una gran lección; como docentes usamos palabras que asumimos que se entienden. José no tenía ninguna obligación de saber la palabra perpendicular.” Paenza subrayó la necesidad no sólo de una mejor distribución de la riqueza material, sino también del conocimiento. “Los libros tienen que estar al alcance de todo el mundo –agregó el autor de esta saga matemática que se puede descargar gratuitamente–. Hay que acortar la brecha porque este modelo excluye, deja a mucha gente afuera. Tenemos que salir de acá con un compromiso. Necesitamos que todos los chicos tengan acceso y formación. Mi obligación es que el conocimiento sea para todos.”
Entonces llegó el primer juego. Los chicos subieron al escenario y se formaron dos rondas. Todos tenían en sus manos una cantidad par de caramelos que les dio Golombek, ahora en el rol de asistente. Pero no la misma cantidad. A la orden de Paenza cada chico tenía que entregarle al que estaba parado al lado, a su derecha, la mitad de los caramelos. Una nena jugaba y los tiraba al piso. “Si tirás vos, yo también”, bromeaba Paenza. Poco a poco, jugando, las respuestas las planteaba el público. El segundo juego fue el problema de probabilidad conocido como Monty Hall, inspirado en un programa televisivo estadounidense de preguntas y respuestas. “Uno no deja de jugar porque envejece, sino que envejece porque deja de jugar”, se lee hacia el final del prólogo del quinto libro. No lo dice Paenza, no sabe quién lo dijo, a quién le corresponde el crédito. No importa. Paenza invita, como siempre, a disfrutar de la “otra cara” de la matemática, la que deberíamos haber conocido antes.
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