LITERATURA › EMPIEZA HOY EL FESTIVAL LATINOAMERICANO DE POESíA SALIDA AL MAR
En la séptima edición, que se desarrollará este fin de semana en dos sedes porteñas, habrá lecturas, charlas, performances y música. Voces emergentes y consagradas darán cuenta de la vitalidad que manifiesta la poesía latinoamericana en la actualidad.
› Por Silvina Friera
El festival latinoamericano de poesía Salida al Mar es un clásico itinerante que moviliza a poetas, editores y una tribu lectora con hormigas en los ojos, ávida por escuchar voces emergentes y consagradas. La séptima edición, que comienza hoy, renueva el rito de lecturas, charlas, performances y música, con la siempre esperada feria de publicaciones que pone al alcance de los bolsillos revistas del continente y libros de editoriales como Bajo La luna, Black & Vermelho, El niño Stanton, Tierra Firme, IAP y Gog y Magog, entre otras. La movida “más gitana” que se organiza por estos pagos tendrá en esta ocasión dos centros de operaciones: la librería y espacio de arte La libre (San Telmo) y Garrick (Caballito). La muchachada feliz podrá disfrutar de los poemas de David Wapner, Juan Desiderio, Jonás Gómez, Malena Rey, Josefina Saffioti, Francisco Bitar y Federico Leguizamón, entre otros; y de los invitados internacionales como Inti García (México), Mariana Barrios (Bolivia), Teresa Amy (Uruguay) y Horácio Costa (Brasil). La propuesta viene con un bonus track para deleitar los oídos: un homenaje a la poeta uruguaya Idea Vilariño (ver aparte). Más allá de los esfuerzos por sostener los pilares de este encuentro hecho a pulmón, uno de los “padres organizadores” desde la primera edición, el poeta Cristián De Nápoli, dice que “cuando uno no está embanderado en ningún tipo de escuela artística en particular, hacer un festival de poesía es algo más bien sencillo”.
La sencillez no debe leerse como resignación, mucho menos como “hacer lo que se puede”. El organizador aclara: “Se trata de invitar a poetas que se toman la poesía en serio, cualquiera sea la forma en que la encaren, y que se toman a sí mismos no tan en serio, sin demasiado ego, cosa que sepan estar a gusto en un festival, es decir con otros poetas. En este sentido, el festival toma posición frente a lo que muchas veces se supone que es la ‘marca’ del artista: su irascibilidad, su desdén por toda forma más o menos colectiva de participación”. De Nápoli afila su garrote para cuestionar la marca festivalera que imprimen algunas instituciones. “Existe una dependencia bastante aguda en todo lo que son actividades culturales poco o nada rentables en sí mismas, respecto de un puñado de instituciones que las patrocinan; descontemos al Gobierno de la Ciudad, que con su carpita veraniega para la poesía emergente es muy poco lo que ofrece comparado con el Centro Cultural de España y otras entidades que se toman el trabajo de traer poetas y escritores de distintas partes del mundo –ironiza el poeta–. Desde este festival creemos en la necesidad de hacer cosas por fuera de esa marca institucional, y eso se refleja en el carácter trashumante del Salida al Mar, que todos los años cambia de sede como de poetas invitados.”
Se dice que la poesía en Latinoamérica atraviesa un momento de mucha vitalidad. ¿Será el “clima de época” o habrá algo más allá que anida en el modo de hacer poesía en esta parte del mundo? “Es más fácil dar a conocer lo que se produce en la net, y eso es válido para la poesía como para cualquier discurso o formulación –plantea Horácio Costa, autor de El libro de los fracta, Paulistanas/Homoeróticas y Ravenalas, entre otros poemarios–. El mundo de hoy es perfectamente laberíntico, como el del barroco o del manierismo. Hay parte del heroísmo de hacer poesía bajo regímenes menos civiles que se olvidó. ¿Será una gran pérdida? No lo creo, no soy ‘saudosista’ del peligro o de la represión –reconoce el poeta–. Pero mucha gente que escribe espera reconocimiento inmediato, porque cree que la escritura de poesía es un lugar propio para el crecimiento, el ejercicio de su ego. Hay aquí algo de la ideología de la aristocracia del espíritu, propia de las vanguardias de la Alta Modernidad, pero hay también buen sentido común, incitación al decoro de la escritura, entendámonos.” Costa disfruta de la lectura de sus poemas.
La poeta uruguaya Teresa Amy opina que experiencias como Salida al Mar son espacios de encuentro y reconocimiento mutuo entre los poetas, “de generación de algo parecido a un público, aunque algunas veces ese público seamos los mismos poetas”. “En todo caso, en un género como la poesía, tan alejado de los grandes canales de distribución editorial, estas experiencias son algo que pasa a ser esencial”, agrega la autora de Corazón de roble, Retratos del Merodeador y Cortejo Mínimo. Traductora del checo Jan Skácel, del serbio Milos Cernianski y del macedonio Vlada Urosevic, Amy subraya que no se sale indemne de un vuelo como el que implica traducir. “Es difícil saber qué prima. Si fue la empatía con las señas de identidad de la cultura del mundo eslavo lo que me llevó a elegir esos poetas, o si fue el haber traducido a esos poetas lo que me puso en sintonía y conflicto espiritual con su mundo”, confiesa la poeta.
A David Wapner le gusta leer sus poemas en vivo y en directo. “Disfruto mucho –cuenta este artista todoterreno que nació en Buenos Aires y desde el ’98 vive en Israel–; de modo que cada viaje a la Argentina lo aprovecho al mango. Para mí, leer en público es como cantar. Este festival tiene el plus de que me podré juntar con otros poetas, tal como lo hacíamos en los ’90, en un acto de lectura colectiva, hacerme de algunos libros que me regalarán, o compraré, o cambiaré por el mío nuevo, Mardablogues, que sale ya mismo, editado por Imprenta Argentina de Poesía.” En el principio, en el medio y hasta el fin está la poesía. “Todo lo que hago, desde los 14 años, es escribir poesía. Mis ojos, mi corazón, mi hígado, mis riñones, mis miembros cumplen diferentes funciones, con rasgos característicos, pero que se complementan, y son parte indisoluble de mí, de mi economía –explica Wapner–. Poema, canción, ficción, teatro, experimentación sonora son expresiones, extensiones, modulaciones de un mismo núcleo, de una preocupación primitiva hacia la cual se remite todo.”
El autor de Una novela de mil páginas advierte que a un poema no se lo discute: “Se lo lee, y luego cada uno ve qué es lo que hace con él”. Wapner recuerda que una joven crítica se puso nerviosa porque no le encontraba un eje a esa novela, “no pescaba el tema”. “Lo que la puso en crisis es la ambigüedad, la ‘doble lealtad’. La ambigüedad es una cualidad que una parte esencial de la humanidad no soporta. Se pide encuadramiento, alineación, casamiento. Yo soy un prófugo de la ley.”
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